LOS DONES
Un hermano de nuestras Asambleas congregadas en el Nombre del
Señor, escribió recientemente sobre los dones:
"Los dones que el Señor ha dado para la edificacion
de Su iglesia, son los dones de gracia,
impartidos a cada uno en el momento de creer en Cristo. Fuera
de los nombrados en el Nuevo Testamento no hay otros. Ciertamente,
hay dones naturales, pero solamente los que se relacionan con
la gracia de Dios mediante la salvación pueden contribuir
para el bien espiritual de cada hermano y hermana.
Las grandes "Iglesias" que dependen de un "pastorado",
(es decir, los grupos que abandonan el modelo apostólico
de varios hermanos de responsabilidad al frente de la grey, Tito
1:5), no pueden permitir libertad para el desarrollo de los dones
espirituales. El sistema que lo PONE TODO EN MANOS DE UN SOLO
HOMBRE, como si tuviera todos los dones, milita contra el buen
desenvolvimiento de la vida espiritual de la colectividad. La
practica distintiva es la negación al libre ejercicio de
los dones espirituales, dando mas importancia a los dones naturales.
No falta el coro donde todos los que tienen buena voz pueden demostrar
su capacidad. Tampoco faltan las obras caritativas de corte social
donde profesionales pueden hacer algo en pro de los necesitados.
Hay mucho que es muy loable, pero se lleva a cabo dependiendo
de dones naturales mientras los mismos miembros no ponen a trabajar
su capacidad espiritual. Esto resulta en mucho interés
en la política, los deportes, las modas, etc., y el gran
medio de información al respecto es la televisión
cuyo lado malsano causa daños que son incalculables. Verdaderos
hermanos asociados con tales "Iglesias", son poco conscientes
de que su vida espiritual va muriéndose, a medida que se
fortalecen sus intereses materiales. Se atrofian los dones espirituales
en hombres que habrían aportado mucho para el crecimiento
de una obra genuina para la gloria de Dios. El
resultado es que se quedan enanos espirituales durante toda su
vida.
Milita contra la revelación divina el concepto popular
de la "iglesia". Con sus imponentes
edificaciones, sus rangos jerárquicos, y la gran sima constituida
entre clero y laicos (doctrina de los nicolaitas Ap.2:6,15), ello
es completamente incompatible con la doctrina apostólica.
Pero es triste reconocer que muchos, dándose cuenta de
las grandes diferencias entre lo que se halla escrito en la palabra
de Dios y lo que existe en la actualidad, PREFIEREN NO HACER CASO
DE LO QUE ENSENIAN LAS ESCRITURAS. Aceptan ciegamente los argumentos
en contra de Pablo el apóstol y creen que dos mil años
de historia han modificado el concepto original de la "Iglesia".
Con argumentos como estos, suavizan su conciencia, y se dejan
llevar por la corriente popular. Les seria muy inconveniente admitir
que todo tiende a degenerarse, tanto en la esfera espiritual como
en la natural.
De un río contaminado, ¿quien sacara agua pura?
Para hacerlo hay que remontar al manantial de donde manan las
aguas límpidas y cristalinas. ¿Quién se apartara
de los mandamientos eclesiásticos de los hombres? Lo hacen
los que vuelven sin titubeos a la enseñanza apostólica.
Sigue en pie hasta el tiempo presente el libre ejercicio de los
dones dados por el Señor, Cabeza de la verdadera iglesia
que El mismo esta construyendo. Bajo la guía del Espíritu
Santo, sin intervención de Misiones e imposición
de hombres, funcionan iglesias que siguen el patrón divino.
De su seno, sin rango ni titulo, sin organización humana,
sin dirección salvo la que sea del Espíritu Santo,
salen evangelistas, pastores, y maestros, para cumplir algún
servicio en obediencia a su soberano Señor, Jesucristo.
En el principio, no aceptaban nada de los gentiles, los que salieron
"por amor del nombre de Él"(3Jn.1:7) ¿Qué
respaldo tenían, mas que su confianza en Dios? A través
de dos milenios nunca ha faltado quienes han obedecido a Dios
a la manera de Abram, y han dejado su país y su parentela,
"sin saber a donde iban", para predicar el evangelio
en las regiones mas allá. A estos fieles sembradores de
la preciosa semilla del evangelio, no les falto ni la guía
ni la providencia de Dios. Algunos han tenido el privilegio de
servir al Señor en su propio país, otros han pasado
a otros países pero dentro de la misma cultura. Algunos
han tenido el honor de adoptar otro país de cultura diferente,
y en tiempos modernos son menos todavía los que lo han
hecho sin respaldo alguno fuera de las oraciones de un circulo
limitado de amigos y familiares. Se comunican con estos, pero
sin buscar publicidad para sí mismos.
DEPENDEN ENTERAMENTE DE DIOS.
Geoffey Bull, en su libro, Cuentos del Tibet, dice sencillamente
que se fue de Inglaterra en
plena comunión con los creyentes del lugar donde se congregaba.
No hace ninguna referencia a Sociedades Misioneras como responsables
para su sostén. Dependía enteramente de Dios y cuenta
algunas experiencias cuando Dios proveyó oportunamente
para sus necesidades. Paso varios años como preso de las
autoridades comunistas, pero Dios contesto las oraciones que se
hacían a su favor y llego el momento cuando se abrieron
las puertas de hierro y volvió a sus país. La pequeña
gran mujer, Gladys Aylward, emprendió su viaje a China,
atravesando Holanda, Alemania y Rusia, confiando enteramente en
su Dios. Para preparse, estudio en un Colegio pero al cabo de
tres meses la directiva del Colegio decidió que era insuficiente
su educación y que de ninguna manera podía dominar
el idioma Chino. Busco trabajo y de lo poco que ganaba, ella misma
ahorro suficiente para sufragar los costos de su viaje. Fuera
de un pequeño grupo de creyentes compuesto mayormente de
su propia familia y amigos, nadie sabia de su ejercicio ni tomaba
en cuenta su salida de Inglaterra. No tenia el respaldo de Ninguna
Sociedad Misionera, ni garantía de su sostén. Llevaba
consigo comida para el viaje y disponía nada mas de diez
dólares Americanos. Dios proveyó para ella durante
los veinte años consecutivos que permaneciese China durante
los cuales no volvió a Inglaterra. Al fin de su primer
año, cuando murió su compañera misionera,
la señora de Lawson, podía hacerse entender habiendo
aprendido de oído suficiente del dialecto. Por años,
ella era la única mujer europea en toda la parte norte
del país. Dominaba completamente el dialecto local y aprendió
a leer y a escribir el idioma. Durante todos aquellos años
y en medio de muchas pruebas y sufrimientos, no falto para con
ella la fidelidad de Dios.
Estos casos se citan, de entre muchos, para demostrar que aun
en tiempos modernos, NO HAN CAMBIADO EN NADA LOS PRINCIPIOS BIBLICOS
NI LA FIDELIDAD DE DIOS. Los verdaderos siervos de Dios no tienen
representación a nivel de las embajadas de su país
ni se mueven en círculos político-religiosos. Tampoco
manejan sumas multimillonarias de dinero, ni se distinguen con
GRANDIOSOS TITULOS. Llegan a países extranjeros donde,
en muchos casos, su ayuda inicial es de naturaleza precaria, pues,
depende de personas privadas que disponen de recursos muy limitados.
A menudo, viven de escasos recursos pero aprenden el secreto de
contentarse con lo que es esencial y necesario. Son menospreciados
por la muy aparente humildad y sencillez de su situación
y, en ocasiones, debido a ello mismo, son desdeñados aun
por los pobres entre quienes viven.
Para estos labradores les fácil identificarse con las palabras
de Pablo. Llevando por delante la palabra de verdad, lo hacen
"por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama;
como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero
bien conocidos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como
pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas
poseyéndolo todo"(2Cor.6:8-10) ¡ Dichosos obreros
que siguen las huellas de su Maestro ! Los tiempos de prueba que
nunca faltan, son los tiempos que mas aprecian, pues, en medio
de ellos la buena mano de Dios ha obrado providencialmente a favor
de sus siervos. Las pruebas, las dificultades, las necesidades
de la vida les han llevado a conocer íntimamente a su Dios.
Hombres espirituales de este calibre no tienen necesidad de "impresionar"
a nadie, siendo
conscientes de que "no es aprobado el que se alaba a si mismo,
sino aquel a quien Dios alaba". El que anda en la obra de
la evangelización no tienen aspiraciones personales y,
por eso mismo, no anda con tarjeta de introducción auto-titulandose
"siervo del Señor" o egresado de tal o cual seminario
teológico, etc. No se deja engañar por los conceptos
populares, como: "evangelista internacional", "conferencista",
"predicador televisivo", etc., títulos que no
hallan respaldo en la palabra de Dios. ¡Que cosa mas contraria
al dechado divino es un "evangelista" multimillonario
que necesita de guardaespaldas y no se acerca a los pobres y
necesitados del pueblo del Señor. En el pasado, los que
salieron de su país natal para servir al Señor en
otros países o en otros continentes llevaban consigo una
cara sencilla firmada por los ancianos de las asambleas que les
conocían. En ningún sentido de la palabra autorizaban
tales cartas a "acreditar" al portador, pues, eran nada
mas ni menos que cartas que recomendaban al portador al fiel cuidado
de sus hermanos en Cristo. Las cartas se dirigían al pueblo
del Señor en los lugares a donde iban a llegar los recomendados.
Eran sin membrete porque creían en aquel tiempo que el
valor de las cartas dependían de las firmas que llevaba.
¿Cuantos no han salido de su país para el "mas
allá" con nada mas que una carta de esta naturaleza?
¡Se fueron también con la advertencia de que las
asambleas que les recomendaban a la gracia de Dios no asumían
responsabilidad por su sostén!
Tales asambleas seguramente no faltarían en su responsabilidad
pero era buena la advertencia porque eliminaba todos los malos
entendidos. Los obreros así encomendados a la gracia de
Dios pasaban los malos ratos a solas con su Dios. Llevaban al
trono de la gracia sus suplicas sabiendo que solo Dios tenia conocimiento
de su situación, y lo que les faltaba solo podía
suplirlo El. Por esto mismo, no hacían circular cartas
informando de sus necesidades ni las de la obra que representaban;
sin embargo, al acusar recibo de las donaciones que llegaban a
sus manos, daban relación fidedigna de sus labores y del
progreso de la obra. En los muy pocos casos cuando algunos se
retiraron de la obra por falta de sostén, se interpretaba
como signo de que no fueron llamados por Dios. En tal caso no
podían presentar ningún reclamo contra sus hermanos
por la sencilla razón que no habían sido enviado
por ellos. Su dedicación a la obra se hizo por voluntad
propia creyendo que obedecían a la voluntad de Dios.
El que sirve al Señor no tiene ninguna autoridad salvo
en el sentido moral, y en la dimensión que camine dentro
de los linderos establecidos por la verdad de Dios. No tiene
autoridad "oficial" como si fuera "Nuncio apostólico"
de una organización o de una "iglesia" y, por
ende, no representa nada ni puede pronunciarse en nombre de otros.
Con tal que se exprese conforme a lo que enseña la Palabra
de Dios puede contar con el respaldo de Dios. Si pierde su testimonio
moral o incurre en doctrinas falsas pueden aplicarle los ancianos
la disciplina bíblica requerida, como a cualquier otro
miembro de la Asamblea. No hay cuerpo disciplinario jerárquico
por encima de los ancianos.
¿Difícil? Si, difícil, pero es el dechado
divino y depende de un Dios fiel, de un Señor soberano
que dispone de toda potestad en los cielos y en la tierra, y de
la guía infalible del Espíritu Santo de Dios, sin
intermediarios. El siervo del Señor es una persona sencilla,
sin pretensiones de grandezas, sin lujos, de vida abnegada, cuya
meta es honrar a Dios y hacer Su voluntad no importa lo que le
cueste, y lo mas cierto es que le va a costar. Si, le va a costar--
bastante le va a costar.
Por cuanto no carga cartas o tarjetas que le acreditan como plenipotenciario,
ningun siervo del Señor acredita el mensaje que predica.
Es posible que tenga su doctorado o licenciatura en lo que estudio
en la Universidad, pero aun asi no esta en capacidad de acreditar
el evangelio de Dios. NADA, ABSOLUTAMENTE NADA DE ESTUDIOS FORMALES,
LE HA CAPACITADO PARA ELLO. Si predica la verdad, la verdad de
Dios le acredita a el como mensajero fiel, y no necesita de mas
acreditación que esto. Los apóstoles, Pedro y Juan,
que eran "del vulgo", eran apóstoles al igual
que Pablo que se había formado a los pies de Gamaliel.
El mas humilde portador del evangelio, goza de la misma autoridad
que el que egreso de las aulas de la Universidad mas renombrada.
Cada uno, por supuesto, según la medida del don de Dios,
pero la autoridad es la misma.
La señorita Gladys Aylward reconoció con mucha humildad
el gran privilegio que Dios le confirió, siendo ella, según
su propia apreciación, una persona ordinaria, sin educación
y de vocación humilde. Pero, su humildad, su fe, su confianza
en Dios y en el mensaje que llevaba al pueblo, su abnegación,
¿no son estas las condiciones necesarias para uno ser vaso
dispuesto para el servicio del Señor?