- LAS DOS CREACIONES
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- "Andar en el Espíritu" es una frase con
la cual nos referimos frecuentemente a una norma de comportamiento
"ideal", pero es una concepción incompleta de
la vida espiritual, y observa la vida cristiana solamente desde
este punto, es erróneo y finalmente una trampa legalista.
Los cristianos tenemos la tendencia de observarnos a nosotros
mismos con obsesión, pero muy rara vez. Miramos el contexto
en el cual nos encontramos, y casi nunca descubrimos que el contesto
en el que vivimos, determina lo que somos; por ejemplo; un pez
es diferente a un hombre, no solamente por la estatura de su
cuerpo, sino porque vive en un mundo totalmente diferente, y
esto determina la constitución física del animal,
el no tiene que esforzarse por ser un pez cuando se encuentra
en su contexto de vida (debajo del agua), pero se tendrá
que esforzarse mucho para sobrevivir fuera de ella y con seguridad
morirá en el intento; debemos decir con seguridad que
el individuo y el contexto, son inseparables, un individuo fuera
de su contexto simplemente morirá, así de fácil,
no es solo observar al individuo, porque este sin su contexto,
es solo una idea, hay que ver (y hacerlo bien), su contexto.
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- Igualmente tenemos que reconocer que la vida espiritual está
comprendida por un contexto muy amplio, la cual define nítidamente,
no solo la vida espiritual, también la vida carnal o secular.
Cuando el Señor creó al hombre, no fue que o creó
y lo sostuvo en el espacio pensando donde ponerlo y terminó
construyendo un paraíso; sabemos que no fue así,
primero creó el contexto para que viviera en el.
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- Col 1:15 muestra un hecho importante en cuanto a contextos
de vida, señala que Dios hizo DOS CREACIONES, de seres
"vivientes": la de los cielos que se llama así
en forma de alegoría y se refiere a un contexto de vida
espiritual que comprende muchas cosas, las cuales tiene una característica
común: son invisibles.
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- La otra creación es la de la tierra y comprende el
universo físico cuyas cosas son visibles; es decir, tangibles
a los sentidos humanos, ante este tema debemos reconocer que
nuestro papel desempeñado en la tierra como seres naturales,
es espontáneo y digamos sencillo; pero los cristianos
nos hallamos en serios conflictos al enfrentar nuestra vida espiritual,
porque no comprendemos que nuestra aspiración a ser 'seres
espirituales" está íntimamente ligada a los
"lugares espirituales", de nada puede servirnos el
esforzarnos por ser espirituales si primero no vemos los lugares
espirituales y las cosas que en ellos hay, pues debemos entender
que toda persona nacida 'de nuevo" ya es espiritual, tiene
la naturaleza de Dios; lo que falta es solamente anhelar una
visión a manera de revelación de estos lugares
y así encontrar nuestra relación con ellos "Conforme
a su fe murieron todos estos, sin haber recibido el cumplimiento
de las promesas. Más bien, las miraron de lejos y las
saludaron y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la
tierra. Los que así hablan, claramente dan a entender
que buscan otra patria...pero ellos anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de
llamarse el Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad"
(Heb 11:13-16).
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- Estos versos hacen notar que la conducta de estos hombres,
provenía de una visión muy grande, la cual anhelaban
y el Señor los HONRO, así pues señala la
parábola de Jesús, que un hombre encuentra un tesoro
y vende todo lo que tiene y compra todo el terreno y lo hace
gozoso. Andar en el Espíritu es precisamente esto, así
se puede agradar a Dios.
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- Juan 3:6 dice "Lo que es nacido de la carne, carne es,
y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es.."
La participación de los contextos no es caprichosa ni
arbitraria; sino que obedece a fundamentos eternos. Por ejemplo:
el participar de una naturaleza, exige primordialmente el haber
nacido en la, tal como el Señor le hizo ver a Nicodemo,
así mismo El(Cristo), para participar de la naturaleza
del hombre, tenía que nacer del vientre de una mujer como
todos los hombre y fue así como El se introdujo en el
mundo como hombre; este principio que rige en la tierra, también
rige en el cielo, "...si no naces del espíritu no
puedes entrar" (.....), hay que nacer halla y ser engendrado
por Dios. En los cristianos podemos identificar claramente un
cuerpo y un espíritu (del alma hablaremos luego) y como
podamos apreciar, cada uno de estos nos sirven para vivir en
contextos diferentes, el cuerpo para la tierra y el Espíritu
para el cielo, así de sencillo; ambos cumplen específicamente
la misma función, solamente que en contextos diferentes,
la carne mediante sus sentidos percibe todo lo físico,
visible; el espíritu, percibe lo espiritual, invisible.
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- Romanos 8:16 dice "... el espíritu mismo da testimonio
juntamente con nuestro espíritu de que somos Hijos de
Dios....en el cual clamamos !Abba Padre!". Es imposible
para la carne percibir esta clase de testimonio, "Lo espiritual
a lo espiritual" (I Cor 2:14). Si nosotros nos capacitáramos
para entrar a las profundidades del mar, podríamos llegar
a ese lugar y "ver, oír, tocar, saborear, etc",
es decir, percibir el testimonio real y verán. Este conocimiento
es diferente si tan solo leemos en un libro que hable acerca
del tema Frente a lo anterior, es erróneo pensar que uno
sabe algo solamente por informarse, si uno no entra en el reino,
más que oír a un hombre que uno es hijo de Dios,
es escucharle. a Dios personalmente, porque semejante título,
no puede darse como recado, sino directamente y el Señor
lo hace, esa es su voluntad.
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- En Juan 3:31, vemos que quién está en los cielos
es sobre todos, y el que está en la tierra, es terrenal
y cosas terrenales habla, el que viene del cielo es sobre todos
y lo que vio y oyó esto testifica y nadie recibe su testimonio.
Los hombres se maravillan de la doctrina de Jesús y El
dijo: "hablamos de lo que sabemos y testificamos de lo que
hemos visto. Pero no recibís nuestro testimonio"
(Juan 3:11). Definitivamente, el andar en el Espíritu,
es vivir en lugares celestiales, es verdad que nuestro cuerpo
está en la tierra, pero no podemos negar que nuestro Espíritu
está en los cielos, pues "estamos asentados en lugares
celestiales" (....).
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- El problema en este asunto es que no se tiene una visión
de este hecho, no es tan solo proclamado, lo importante es "ver"
espiritualmente. Dios ya nos capacitó para ello; si recordamos
a los hombres no creían solamente, mas bien "Veían",
ellos no se preocupaban por su comportamiento, anhelaban entrar
en aquello que veían, es decir, lo que Dios les revela
y su comportamiento fue un tremendo andar en el Espíritu
sin que ellos conocieran este término, fueron llamados
padres de la Fe y de todos aquellos que por la misma fe anhelan
entrar en la misma visión espiritual. Nosotros en cambio,
con frecuencia nos preocupamos de hallarnos justificados en nuestro
comportamiento, aunque al final de cuentas no tengamos idea de
adonde vamos. II Corintios 4:16 dice: Por tanto, no desmayemos;
más bien, aunque se va desgastando nuestro hombre exterior,
el interior, sin embargo, se va renovando día a día.....no
fijando nuestra vista en las cosas que se ven; porque las que
se ven son temporales. mientras que las que no se ven son eternas."
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- Pablo señala en su carta a los Romanos, que hemos
sido llamados en esperanza, nuestra salvación entera está
sujeta a esperanza, la esperanza no es la que se ve, si fuese
así no tendríamos que esperar nada, pero al mismo
tiempo diremos que la podemos ver, a través del espíritu;
hay que anhelar ver esto, apropiarnos de esta visión;
porque esa es la operación de la promesa de Dios, el ver
la ciudad celestial el poder de la promesa en nuestra vida opera
mientras vemos y anhelamos, pero cuando no vemos, tampoco anhelamos;
es decir, la promesa no puede operar.
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- "La fe es la constancia de las cosas que se esperan
y la comprobación de los hechos que se ven. Por ella recibieron
buen testimonio los antiguos" (Hebreos 11:1-2).
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- Si nosotros queremos vivir en el espíritu, tenemos
que buscar de Dios la visión de las cosas celestiales
y esto será algo tan precioso que nuestro anhelo por ellas
nos permitiera alcanzar buen testimonio en todo delante de Dios
y comprenderemos que somos extranjeros en este mundo.
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