- SIMÓN PEDRO
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- Miguel Rosell
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- Simón, un sencillo pescador de Galilea, de la ciudad
de Betsaida (Jn. 1: 44), casado (Marcos 1: 30), fue llamado por
Jesús de Nazaret, junto con su hermano Andrés para
ser <<pescador de hombres>> (Mt. 4: 18, 19). Fiel
en todo, algo cabezota e impulsivo, Simón, siempre al
lado del Maestro, estaba decidido a seguirle por donde Él
fuera.
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- Como uno más de los discípulos del Señor,
Simón pasó tres años y medio junto a Jesús,
aprendiendo de El, del Reino de los cielos, conviviendo con el
Maestro y con el resto de sus de sus compañeros, y recibiendo
una revelación del Padre que cambiaría su vida.
Elegido apóstol de Jesucristo; días después
de la Ascensión del Mesías aquel día de
Pentecostés en Jerusalén, Simón Pedro, lleno
del Espíritu Santo, predicó, y se convirtieron
a Cristo, y se bautizaron como 3.000 personas (Hchs. 2). Dios
usó poderosamente a Simón Pedro, buen ejemplo de
fidelidad y entrega para cada discípulo de Cristo.
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- La confesión de Simón
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- En el Evangelio según San Mateo, leemos así:
<<Viniendo Jesús a la región de Césarea
de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo:
¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; otros,
Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros,
¿quién decís que soy Yo? Respondiendo Simón
Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces le respondió Jesús:
- Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,
porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre
que está en los cielos. Y Yo también digo, que
tú eres Pedro (petros: piedra), y sobre esta Roca (Petra),
edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán
contra ella , y a ti te daré las llaves del reino de los
cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en
los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será
desatado en los cielos >>. (Mateo 16: 13-19).
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- Jesús estaba esperando que el Padre Celestial diera
a alguno de sus discípulos la revelación de Quien
era El. Jesús no pretendía convencer con argumentos
humanos a sus discípulos acerca de Su Divinidad; esperaba
que el Espíritu Santo les diera dicha revelación.
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- Esta misma revelación es la que recibe la persona
que se vuelve a Dios con todo su corazón; esto produce
la conversión verdadera, y produce la verdadera entrada
a la Iglesia de Jesucristo.
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- Esta revelación no puede ser producto del simple pensamiento
natural humano, fruto de su intelectualidad o estudio, o simple
aceptación por imposición o fe ciega. Como tal
revelación, sólo puede ser dada. El Dador de ella
es el mismo Dios por Su Espíritu. Simón Pedro no
era mejor o más especial que el resto de los discípulos
de Cristo, solamente fue el primero en recibir la revelación
de que Jesús de Nazaret era el Mesías, ¿por
qué?, porque es Dios quien escoge, no el hombre: <<
lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los
sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para
avergonzar a lo fuerte>> (1 Corintios 1: 27). Muchas veces
Dios da las mayores revelaciones de Sí mismo a aquellos
que son desestimados y despreciados por la sociedad, ¿por
qué?, porque <<lo vil del mundo y lo menospreciado
escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
a fin de que nadie se jacte en Su presencia>> (1 Corintios
1: 28, 29). Ningún hombre podrá nunca enaltecerse
a sí mismo, ni será enaltecido por otros en la
presencia de Dios, ¡el Altísimo escogió a
un simple pescador inculto para darle, a él primero, la
revelación más importante del universo, que Dios
se había hecho hombre en la persona de Jesús de
Nazaret!
-
- Jesús animó a su amigo Simón, llamándole
Petros que significa piedra. Jesús le veía firme
como una piedra a pesar del concepto muchas veces pobre que Simón
Pedro tenía de sí mismo. Sin embargo, Jesús
no le llamó por primera vez así a Simón.
El Maestro ya le había puesto ese sobrenombre en el momento
en que le conoció por primera vez (ver Juan 1: 42); así
que en todo el tiempo que el Maestro estuvo con su discípulo
le llamaba Cefas, que en arameo significa piedra.
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- En cuanto a las <<llaves>>, y al poder para <<atar
o desatar>> del versículo 19 de esa porción
de Mateo 16, nótese el marcado uso rabínico de
dichos términos. Al igual que a los demás apóstoles
(Mt. 18: 18), y por extensión, a todos los verdaderos
cristianos (1 Pedro 2: 9, 10), el Señor Jesús le
dio a Simón Pedro la <<llave del conocimiento>>
mediante la predicación del Evangelio, por la cual el
hombre pecador tiene acceso a la salvación, o se encierra
en su propia condenación (Jn. 3: 16-21). La otra llave
es la <<llave de la autoridad espiritual>>, por la
cual podía atar y desatar en el mundo espiritual. Que
estas dos funciones no implican una autoridad personal sobre
la Iglesia, queda claro por las palabras <<llaves del Reino
de los cielos>>, y no "llaves de la Iglesia".
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- En otras palabras, y resumiendo: (a) fue Simón Pedro
el primero en recibir de parte de Dios Padre la revelación
de que Su Hijo Jesús, y sólo Él, es la Roca
sobre la que iba a fundar Su Iglesia, (b) Simón Pedro
recibe las <<llaves>>, esto en términos rabínicos
que los judíos conocían muy bien, quería
decir lo siguiente: cuando el discípulo pasaba las pruebas,
su maestro o rabino, le daba unas llaves que simbolizaban el
acceso a la sabiduría y autoridad de su maestro. En este
caso, Simón Pedro recibe de parte de su Maestro las <<llaves
del Reino de los cielos>>, pero no él sólo
como si de un privilegio exclusivo se tratase, sino también
el resto de los apóstoles, para que vaya en consonancia
con Mateo 20: 20-23,
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- <<Entonces se le acercó la madre de los hijos
de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y
pidiéndole algo. El le dijo: ¿Qué quieres?
Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos
míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces
Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís.
¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser
bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos
le dijeron: Podemos. El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis,
y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío
darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por
mi Padre>> (ver también Mt. 18: 18).
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- Y a su vez, el resto de los creyentes, porque Dios no hace
acepción de personas. Leemos en la Primera Epístola
Universal de San Pedro, es decir, dirigida a todos los cristianos
verdaderos: <<Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio,
nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis
las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a
su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo,
pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais
alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia>>
(1 Pedro 2: 9, 10).
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- Justamente, las llaves que Simón Pedro recibiría
de parte del Maestro eran las mismas que cada creyente verdadero
recibe, y son para abrir el cielo a las gentes con la salvación
que proporciona sólo el Evangelio de Jesucristo. Esas
llaves las tiene la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo
para llevar el Evangelio a toda criatura y para ejercer la autoridad
Suya. Dicho sea de paso, la Iglesia de Jesucristo no es una organización
centralizada, jerárquica, dogmática y visible.
La Iglesia de Jesucristo es Universal, la suma de todos los verdaderos
cristianos, los que han experimentado un <<nuevo nacimiento>>
(Jn.3: 3) y son guiados por el Espíritu Santo. Jesús
dijo que donde hubiera dos o tres reunidos en Su nombre Él
estaría en medio de ellos.
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- La rehabilitación de Simón Pedro
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- Pero volvamos a Simón Pedro, Jesús le comisionó
a servirle y a ser buen ejemplo y testimonio a sus compañeros.
Jesús sabía que debía animarle de una forma
especial porque unos días más tarde iba a pasar
por una prueba de fe, e iba a fracasar. Esto fue cuando le negó
tres veces (Mateo 26: 31-34). Después de ese fracaso,
arrepentido Simón Pedro, el Maestro tuvo que animarle
mucho más: <<Cuando hubieron comido, Jesús
dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás,
¿me amas más que éstos? Le respondió:
Si Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta
mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón,
hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió:
Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo:
Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo
de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció
de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió:
Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te
amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas>> (San
Juan 21: 15-19).
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- El Señor Jesús, ya resucitado, antes de volver
al cielo quiere rehabilitar a su amigo Pedro. Simón Pedro
le negó tres veces, (Mateo 26: 31-34), y Jesús
públicamente le había anticipado que lo haría.
Ahora, públicamente, le reitera la pregunta <<¿me
amas?>>, Pedro le confiesa que sí le ama, tres veces,
y así el futuro apóstol es rehabilitado públicamente.
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- El carácter de Simón Pedro
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- ¿Por qué se tomó el Señor tanto
cuidado en animar y corregir a su discípulo? Porque lo
necesitaba, porque a pesar de su corazón para Dios, Pedro
requería mucho trato en su carácter. ¿Cómo
era Simón Pedro, cómo era su carácter y
su comportamiento?. Los evangelios nos manifiestan bastante de
todo ello:
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- En Lucas 5: 8, vemos que él mismo se veía imperfecto
y necesitado: << Viendo esto Simón Pedro, cayó
de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí,
Señor, porque soy hombre pecador>>.
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- Tampoco fue precisamente un gran ejemplo de fe. Cuando empezó
a caminar sobre las aguas ¿qué ocurrió?:
<< Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando
a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de
él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste?>> (Mateo 14: 30, 31).
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- Era impulsivo, a veces no sabía de qué estaba
diciendo, hablando cuando no debía. En el contexto de
la Transfiguración de Jesús, cuando no debía
hablar, exclamó diciendo: <<Y sucedió que
apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús:
Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos
tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para
Elías; no sabiendo lo que decía>> (Lucas
9: 33).
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- Simón Pedro era orgulloso y empecinado. Cuando Jesús
intenta lavarle los pies, él fue el único en poner
objeciones: <<Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro
le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió
Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes
ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo:
No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió:
Si no te lavare, no tendrás parte conmigo>>(Juan
13: 6-8). ¡El Señor tuvo que usar de la amenaza
para hacerle entrar en vereda!.
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- En el huerto de Getsemaní, cuando iban a apresar a
Jesús, impulsiva y carnalmente, le corta la oreja a uno
que venía a prender al Maestro: <<Entonces Simón
Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió
al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha.
Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a Pedro:
Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado,
¿no la he de beber? (Juan 18: 10, 11). Simón Pedro,
empezó una primera <<Cruzada>>, que el Señor
impidió que prosperara.
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- Como ya vimos, negó a Cristo tres veces (Juan 18:
25-27), y consecuentemente, tiene gran remordimiento (Mateo 26:
75). Ya resucitado el Señor, cuando Este se les apareció
en la playa del Tiberiades, después de las célebres
tres preguntas sobre el amor de Pedro respecto al Señor
(Jn. 21: 15-17), y después de hacerle saber de qué
muerte iba a morir, es decir, con martirio (Jn. 21: 18, 19),
paseando por la playa, Juan, el discípulo amado, les seguía,
entonces Pedro al verle, le preguntó al Señor:
<<y a este, ¿qué le va a pasar?...>>
(Jn. 21: 21). La respuesta fue clara y tajante: <<Jesús
le contestó:Si quiero que él permanezca hasta
que Yo vuelva, ¿qué te importa a ti?>> (Jn.
21: 22). Conociendo a Pedro, su impulsividad, su espíritu
directivo, y que era un poco metomentodo por naturaleza, abruptamente
el Señor le dice, como leemos en el evangelio, que no
era asunto suyo lo que debía acontecer a Juan. Por extensión,
Juan es aquí un tipo de todos los verdaderos y maduros
discípulos de Cristo. En otras palabras, el Señor
Jesús le está diciendo a Pedro: <<Pedro,
ocúpate de tí mismo, de amarme, de cumplir con
tu ministerio apacentando y pastoreando, es decir, cuidando de
los recién convertidos que necesitan ser discipulados,
y no te preocupes de Juan, es decir, de tus condiscípulos,
porque de esos me ocupo Yo>>.
-
- Esta es una gran lección para aquellos que se han
considerado <<sucesores>> de Pedro según su
solo interés e imaginación. Lo que Jesús
le dijo a Pedro respecto a Juan: <<¿qué te
importa a ti?>>, deberían aplicárselo a sí
mismos.
-
- Aun fue amonestado por el Señor una vez hacía
ya tiempo que Éste había sido ascendido a los cielos.
Leemos así en el libro de los Hechos de los Apóstoles:
<< ...Pedro subió a la azotea para orar, cerca de
la hora sexta.
- Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban
algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto,
y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado
de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había
de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves
del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y
come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa
común o inmunda he comido jamás. Volvió
la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió,
no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces;
y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo>>
(Hechos 10: 9-16). Pedro seguía siendo bastante cabezota,
por lo visto.
-
- Algunos dicen que Simón Pedro era así en el
tiempo que convivía con el Maestro ya que el Espíritu
Santo aún no había descendido sobre los discípulos.
La realidad es que Pedro, al igual que todos los demás,
seguía siendo imperfecto aun cuando el Espíritu
Santo estaba ya en él; pero no sólo cabezota, también
hipócrita, y esto no lo dice el autor de este artículo,
sino el mismo apóstol San Pablo; sólo hay que ver
la reprensión que éste le dirigió, y que
está recogida en la Epístola a los Gálatas:
<<Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí
cara a cara, porque era de condenar...>>.
- De ello hablaremos más adelante de forma más
extensa.
-
- ¿Roca sí, roca no?
-
- Llegados a este punto; reconsideremos: ¿De verdad
exaltó el Señor a Simón hasta el punto de
llamarle la Roca sobre la que iba a edificar Su Iglesia? ¿Podrá
un hombre, simple criatura de Dios, ser la Roca; la Piedra Angular
sobre la que se sostiene el edificio que es la Iglesia de Jesucristo?
Además de eso, ¿no dice la Biblia: <<No confiéis
en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay
en él salvación>> (Salmo 146: 3, 4); y añade:
<<Así ha dicho Yahvé: Maldito el varón
que confía en el hombre>> (Jeremías 17: 5)?.
-
- ¿Quién es la Roca entonces?...
-
- En el cántico de la multitud de ángeles que
alababan a Dios frente a aquellos pastores de Belén, decían:
<<¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz,
buena voluntad para con los hombres!>> (Lucas 2: 14) Había
llegado el tiempo de tener <<buena voluntad para con los
hombres>>. El Hijo de Dios había nacido de una virgen,
María, por obra del Espíritu Santo en un pesebre
(Mt. 1: 18), y venía al mundo a salvar a muchos. La buena
voluntad
- de Dios estaba poniéndose en marcha. La buena voluntad
de Dios era salvar a todos los que estaban dispuestos a recibir
la Roca en sus vidas. El pueblo de Dios, Israel, sabía
y esperaba estas cosas. Todos en Israel sabían que el
Mesías que había de venir era la <<Roca de
Israel>>. Encontramos en el Pentateuco lo siguiente: <<El
es la Roca, cuya obra es perfecta...>> (Deuteronomio 32:
4), <<Yahvé es mi Roca y mi fortaleza...>>
(2 Samuel 22: 2). Los primeros cristianos, tanto de procedencia
judía como gentil, al igual que nosotros, sabían
Quién es la Roca: <<y todos bebieron la misma bebida
espiritual; porque bebían de la Roca espiritual que los
seguía, y la Roca era Cristo>> (1 Corintios 10:
4)...
- ...¡y la Roca era Cristo! (1 Corintios 10: 4)
-
- ¿Por qué Cristo se llama a Sí mismo
la Roca?, porque es Dios. Él es el fundamento (leer Lucas
6: 46-49). El apóstol San Pablo no sólo dice que
Jesucristo es el fundamento; además dice que no puede
haber otro fundamento: <<Nadie puede poner otro fundamento
que el que está puesto, el cual es Jesucristo>>
(1 Corintios 3: 11).
-
- Además de la enseñanza bíblica, la cual
es fundamental, cabría añadir aquí lo que
enseña la tradición de los Padres de la Iglesia.
Entre los doctores de la antigüedad cristiana, San Agustín
de Hipona escribe, refiriéndose al pasaje de Mateo 16:
13-18: <<¿Qué significan las palabras edificaré
mi Iglesia sobre esta Roca?: Sobre esta fe, sobre eso que me
dices, tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente>>.
-
- En su tratado 124, San Agustín, añade: <<Sobre
esta roca, que tú has confesado, edificaré mi Iglesia,
puesto que Cristo mismo era la Roca>>. San Agustín
creía tan poco que la Iglesia fuese edificada sobre Pedro,
que dijo a su grey en su sermón 13: <<Tú
eres Pedro, y sobre esta Roca (piedra), que tú has confesado;
sobre esta Roca que tú has reconocido diciendo: tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo, edificaré mi Iglesia;
sobre Mí mismo, que soy el Hijo del Dios vivo, la edificaré,
y no Yo sobre ti>>.
-
- Estas son palabras de uno de los principales Padres de la
Iglesia. Pero esa no sólo fue la conclusión de
San Agustín de Hipona, sino de San Cirilo, San Hilario,
San Jerónimo, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio,
San Braulio. En una palabra, ni los concilios de los tres primeros
siglos de la Iglesia cristiana, ni los Padres de la Iglesia entendieron
jamás que la Iglesia de Jesucristo hubiere de estar edificada
sobre Pedro, un simple mortal. ¡No podía ser de
otro modo!.
-
- El mismo Simón Pedro, dice que Cristo es el Pastor
y Obispo de nuestras almas, y no él: <<Porque vosotros
erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto
al Pastor y Obispo de vuestras almas>> (1 Pedro 2: 25).
-
- Leemos en el libro del profeta Isaías: <<Por
tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí
que Yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada,
angular, preciosa, de cimiento estable...>> (Isaías
28: 16). Ya profetizado 730 años antes de Su nacimiento
virginal, Jesucristo es el fundamento, la Roca, la piedra angular.
Este es el fundamento de nuestra fe (1 Pedro 2: 5). ¡No
hay otro fundamento!. Ningún hombre puede ni de lejos
pretender representar a Cristo, excepto el Espíritu de
Cristo mismo a través de los cristianos (Romanos 8: 9).
El mismo Juan el Bautista dijo: <<Yo a la verdad os bautizo
en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien
no soy digno de desatar la correa de su calzado...>> (Lucas
3: 16). Juan el Bautista, el gran profeta de Dios, del cual Jesús
dijo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro
mayor que él, ni siquiera era digno de tocar Sus sandalias.
Esto deja bien claro que ningún hombre puede asumir el
fundamento que sólo Cristo puede y debe, y menos aún,
estos que se llaman a sí mismos <<sucesores>>
de San Pedro.
-
- El Señor Jesús jamás podría haber
dicho que Simón Pedro era la Roca, porque hubiera negado
la afirmación bíblica de que Él mismo es
es la Roca o Fundamento, y que nadie más puede serlo,
ni siquiera su buen amado discípulo Pedro. Jesucristo
es la Roca sobre la cual edifica Su Iglesia. Encontramos en la
Epístola de San Pablo Apóstol a los Efesios: <<Cristo
es cabeza de la Iglesia, la cual es su cuerpo, y Él es
su Salvador>> (Efesios 5: 23).
-
- El mismo Pedro dijo en su primera epístola universal:
<<Acercándoos a El (Cristo), Roca viva, desechada
ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa...Por
lo cual también contiene la Escritura: He aquí,
pongo en Sion la principal Piedra del ángulo, escogida,
preciosa; Y el que creyere en El (Cristo), no será avergonzado.
Para vosotros, pues, los que creéis, El (Cristo) es precioso...>>
(1 Pedro 2: 4, 6, 7). Así que el mismo Simón Pedro
lejos de declarar ser él la Roca, o representante de la
misma, declara que la Roca es Quien debe, y sólo puede
ser: Jesucristo.
-
- El mismo Jesucristo que, animando a Pedro en su futuro ministerio
como apóstol le llama en griego Petros, que en español
es piedra, como sinónimo de fortaleza (la cual iba a necesitar
de parte de Dios), dice que todos los cristianos son también
piedras. Esto declara el mismo apóstol en su primera epístola
universal: <<vosotros también, como piedras vivas,
sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo...>>
(1 Pedro 2: 5). Así que no sólo Simón Pedro,
sino todos los que creemos en la Roca que es Cristo, somos petros,
piedras vivas. Juntos, componemos el Cuerpo de Cristo (1 Corintios
12: 12-27), que es la Iglesia de Cristo, la cual es Universal.
-
- ¡Jesús llamó a Pedro, Satanás!
-
- Si el Maestro declaró que Simón era Petros,
unos versículos más abajo, en el mismo texto, paradógicamente,
le llama Satanás. Seguimos leyendo en el Evangelio según
San Mateo:
-
- <<Desde entonces comenzó Jesús a declarar
a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén
y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes
y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle
diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna
manera esto te acontezca. Pero Él, volviéndose,
dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de Mí,
Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en
las cosas de Dios, sino en las de los hombres>> (Mateo
16: 21-23).
-
- Evidentemente Pedro no era Satanás, sino que estaba
siendo confundido por un espíritu de engaño en
ese momento, por el cual mostraba una aparente misericordia fuera
de lugar y verdadero propósito, tratando de evitar que
el Señor desobedeciera al Padre y no fuera a la cruz.
¡El mismo hombre al que Dios Padre le da la revelación
de la Deidad de Cristo Jesús, unos momentos más
tarde recibe una <<revelación>> o <<inspiración>>
del diablo para tentar a Jesús!. No es que Simón
Pedro fuera especialmente malo; lo que le pasó a él
nos puede pasar a cualquiera. Jesús dijo que el diablo
es <<padre de toda mentira>>, él no tiene
ningún escrúpulo en vestirse como <<ángel
de luz>> para engañar a muchos (2 Corintios 11:
14). El hombre es una criatura falible, y el diablo lo sabe.
¡Así es el hombre! El diablo se aprovecha y toma
ventaja de nuestra naturaleza caída para ir en contra
de Dios. El diablo tomó ventaja de la naturaleza caída
de Simón Pedro para ir en contra de la voluntad de Dios.
Esto sólo puede demostrar que, efectivamente, no se puede
ni se debe confiar en el hombre sin más. Sólo Dios
es digno de confianza. Dice el apóstol San Pablo en Romanos
3: 4,<<Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso...>>
y añadimos, <<No confiéis en los príncipes,
ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación>>
(Salmo 146: 3, 4).
-
- Sólo las Sagradas Escrituras que son la Palabra de
Dios nos pueden preservar del error de los hombres; o del <<hombre>>.
-
- Simón Pedro era un simple hombre, y como tal, falible.
Simón Pedro no es una <<piedra sólida>>.
Negó al Señor tres veces; perdió la fe cuando
caminaba sobre las aguas; pocos minutos después de tener
la revelación de Quién era Jesús, éste
mismo le llama Satanás ¿Cómo puede el Señor
Jesús construir nada menos que Su propia Iglesia sobre
esta piedra tan resbaladiza que es Pedro?.
-
- Escribe S. Olabarrieta: <<Pedro ha servido para vehiculizar
desde el Padre la gran verdad de nuestra fe: <<Tú
eres el Hijo de Dios>>, y sobre esta gran verdad, sobre
esta piedra, esta roca firme, única, que sintetiza toda
la obra del Padre en Su Hijo, es sobre la que Jesucristo, Su
Hijo, va a edificar la auténtica, la única y verdadera
Iglesia.>>
-
- Sobre esa confesión de fe de Pedro dada por el Padre:
<<Cristo Jesús es el Hijo de Dios>>, la Iglesia
de Cristo está siendo levantada ¡no cabe duda!
- SIMÓN PEDRO (Parte II)
-
- El otro Consolador
-
- Sólo Jesucristo, el cual es Dios que se hizo hombre,
perfecto, sin mancha ni pecado alguno y justo, podía y
puede llevar adelante esta empresa que es Su Iglesia. Pero, ¿qué
iba a pasar después de que el Mesías padeciera,
resucitara y fuera ascendido? ¿Quién iba a quedarse
como Guía y Sostén de la Iglesia? ¿Quizás
Simón Pedro?...¿Puede un hombre ser Cabeza de la
Iglesia de Jesucristo? ¿Puede un hombre pastorear toda
la grey de Dios como lo hizo Jesucristo, el Hijo de Dios, diciendo
ser el Vicario de Cristo sobre la tierra?... Sinceramente, ¿Aún
lo crees?.
-
- Dijo Jesús: <<Si me amáis, guardad mis
mandamientos, y Yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador para que esté con vosotros para siempre: El
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce...>> (Juan 14: 15-17).
-
- Este Otro Consolador es el Espíritu Santo. El Espíritu
Santo es Dios. Sólo el Espíritu Santo puede asumir
el lugar de Cristo en la tierra porque sólo El es capaz
e infalible.
-
- El Espíritu Santo es el verdadero Vicario de Cristo,
ya que está con nosotros, y en nosotros, los que creemos,
para fortalecernos, guiarnos, animarnos, hacernos entender las
Escrituras, llevarnos a toda verdad (1 Corintios 3: 16; 6: 19;
Romanos 8: 9). La realidad es que el Espíritu Santo, la
tercera Persona de Dios, está fortaleciendo a cada discípulo,
cada piedra viva que forma la Iglesia de Cristo, que es Su Cuerpo.
Cristo, la Roca, o Piedra Angular, es la base de todo ese edificio.
-
- Leemos así en Efesios 2: 19-22, refiriéndose
a los creyentes y a Cristo: <<Así que ya no sois
extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos,
y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento
de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra
del ángulo Jesucristo mismo, en Quien todo el edificio,
bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el
Señor; en Quien vosotros también sois juntamente
edificados para morada de Dios en el Espíritu>>.
¡Esta es la Iglesia del Señor Jesucristo!.
-
- ¡Dios, por Su Espíritu mora en cada verdadero
creyente! Este privilegio gozaba Simón Pedro; pero no
era exclusivo para él. Esta bendición es para todos
y cada uno de los que hemos recibido por la fe a Cristo Jesús
en nuestras vidas como nuestro Salvador y Señor.
-
- ¿Fue Pedro el primer obispo de Roma?
-
- Según los Hechos de los Apóstoles, Pedro se
quedó en Jerusalén después de la muerte
de Esteban. Pablo, diecisiete años después de su
conversión (que no ocurriría sino años después
de la ascensión del Señor a los cielos), encontró
al apóstol Pedro ejerciendo todavía su ministerio
en Jerusalén y alrededores (Gálatas 1:18 y 2:1).
Entonces convinieron los dos apóstoles, juntamente con
Jacobo y Juan, que Pedro dirigiría la obra entre los judíos,
y el apóstol Pablo entre los gentiles (Gálatas
2:7-10).
-
- Esta división de territorios excluye la posibilidad
de que Pedro ejerciese ningún pastorado en Roma, y menos
que durase 25 años como dice la tradición romanista
ya que para ello no solamente habría tenido que faltar
a lo expuesto en la Biblia, sino que su muerte habría
tenido que ocurrir por lo menos 90 años más tarde
de la fecha en que dicha tradición, a que nos hemos referido,
fija el tiempo de su muerte.
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- Cerca del año 58, San Pablo escribe su Epístola
a los Romanos. Según la tradición católico-romana,
Pedro llevaría dieciseis años como pontífice
en Roma, por aquel entonces. Al final de dicha Epístola,
hay una lista de veintisiete cristianos de Roma a los cuales
el apóstol envía saludos, poniendo alguna frase
de elogio para cada uno de ellos...pero, ¡ay, que olvido!
¡Pablo no envía ningún saludo para el Papa
San Pedro!, ¿es esto posible si Pedro hubiese sido en
ese tiempo el Sumo Pontífice?. Como tres años después
Pablo mismo llegó a Roma y muchos cristianos salieron
a recibirle a una distancia de 25 Km., si Pedro hubiese estado
en Roma, ¿no habríamos tenido alguna noticia del
encuentro de estos dos grandes siervos de Cristo? Sin embargo
ni una palabra de ello nos dice Lucas, el concienzudo autor de
los Hechos de los apóstoles.
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- Sabemos que Pablo estuvo en Roma y escribió desde
allí varias epístolas. En la carta a los Colosenses,
escrita entre los años 60 al 64, el apóstol da
los nombres de sus colaboradores, y añade: <<Estos
solos me ayudan en el Reino de Dios>> (Colosenses 4:7-11).
No obstante, entre ellos no se halla Pedro, cuando de haber sido
el Sumo Pontífice debía figurar el primero, como
sería lógico...¡pues ni mención de
él!.
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- En su Segunda Epístola a Timoteo, escrita entre los
años 65 al 67 en Roma, San Pablo respecto a su primera
presentación ante Nerón, dice: <<En mi primera
defensa nadie me asistió, todos me desampararon. Ruego
a Dios que no les sea imputado>> ¿Podemos pensar
que San Pedro fue uno de los que desampararon a su gran compañero
de milicia siendo el obispo de Roma?, ¡mal asunto si así
hubiera sido!
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- Poco antes de su muerte, como lo expresa cuando dice: <<Yo
ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida está
cercano>>, el apóstol San Pablo envía por
última vez a Timoteo saludos de cuatro cristianos destacados
de Roma: Eubulo, Pudente, Lino y Claudia (2ª Timoteo 4:21),
pero el nombre de Pedro tampoco aparece. ¡Sin embargo,
ese Lino si llegó a ser obispo o pastor de Roma!
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- De todos estos hechos se deduce, de un modo indubitable,
que Pedro nunca fue obispo de Roma, y que su pontificado de 25
años es una mera leyenda con una intencionalidad preclara.
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- Respecto al apóstol Pablo, notar que su interés
primordial estaba en ir a predicar el Evangelio a Roma, y esto
desde hacía ya mucho tiempo (cuando escribe su célebre
epístola a los Romanos. Romanos 1: 11-13). Según
la ética ministerial del apóstol, él nunca
hubiera ido a edificar sobre fundamento ajeno, como él
mismo dice:
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- << Y de esta manera me esforcé a predicar el
evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no
edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito:
Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él,
verán; Y los que nunca han oído de él, entenderán>>
(Romanos 15: 19-21).
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- Pablo fue a predicar a aquellos a los que nunca antes se
les había predicado. Esto excluye sobremanera el hecho
de que San Pedro hubiera ido antes allí a predicar el
Evangelio (sabiendo además que su llamamiento no era hacia
los gentiles - los habitantes de Roma - sino hacia los judíos).
- Por lo tanto, hay que descartar que San Pedro estuviera allí
como obispo, (menos todavía como Papa, título y
posición que la Biblia no reconoce ni menciona), más
aun cuando el mismo Pablo se dirige en su epístola, no
a una iglesia establecida, sino a unos cuantos creyentes recién
convertidos (leer Romanos 1: 7).
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- Si se quiere conceder alguna veracidad a la tradición
de que Pedro murió juntamente con Pablo en el monte Tíber
en el año 67, tenemos que suponer que Pedro fue llevado
preso a Roma poco antes de la fecha de su muerte y que el encuentro
de los dos grandes apóstoles fue una gran sorpresa para
ambos en aquel día memorable. Sin embargo, a pesar de
que la tradición romana aseguraba que la tumba de San
Pedro está en el Vaticano, en años recientes, la
tumba del apóstol ha sido descubierta en Jerusalén,
en el monasterio franciscano llamado <<Dominus Flevit>>.
Por lo tanto, si Pedro no ejerció el obispado en Roma,
mal podía nombrar a un sucesor, no existiendo además
ningún documento del siglo apostólico que lo acredite,
ya que en la Historia de Eusebio del año 314 d.C. y los
escritos apostólicos más bien lo contradicen.
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- Un detalle interesante es el hecho de que Marcos escribiera
su Evangelio por la instrucción de Pedro de lo cual tenemos
la confirmación de Papías, mientras que ni éste
ni nadie de los siglos I y II hace afirmaciones concretas respecto
al obispado de Roma.
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- Del siglo II (en el año 96), tenemos una carta del
obispo de Roma, Clemente, dirigida a los cristianos de la ciudad
de Corinto, en la cual no se presenta a sí mismo como
obispo de Roma y menos todavía como Jefe Universal de
la Iglesia Cristiana, sino que dice: <<A la Iglesia de
Dios que habita forastera en Corinto, a los llamados y santificados
en la voluntad de Dios por nuestro Señor Jesucristo: Que
la gracia y la paz se multipliquen entre vosotros de parte del
Dios Omnipotente por mediación de Jesucristo>>.
Ni siquiera da su nombre, sino que ofrece sus consejos de parte
de una iglesia a otra iglesia hermana. Clemente no podía
llamarse a sí mismo <<Papa>> o <<Sumo
Pontífice>> o algo por el estilo, sencillamente
porque eso no existía, ni siquiera en sus pensamientos.
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- Algunos se afanan en decir que Pedro fue pastor de Roma porque
en su Primera Epístola Universal el apóstol dice
así, a modo de despedida: <<La Iglesia que está
en Babilonia elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo,
os saludan>> (1ª Pedro 5:13). Babilonia sería
Roma, y desde ella se despediría Pedro en su carta; sin
embargo, esa es una interpretación particular. El hecho
de que envíe saludos de parte de <<la Iglesia que
está en Babilonia...>>, es decir, Roma, no significa
que él, Pedro, estuviera necesariamente allí cuando
escribía la epístola. Así pues, esto no
constituye en sí una prueba de que Pedro estuviera viviendo
en Roma, y mucho menos de que fuera obispo de esa ciudad.
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- ¿Cuál es la razón de enviar saludos
de <<la Iglesia que está en Babilonia...>>,
es decir Roma?. Ante todo es menester saber que aunque la Epístola
de Pedro es Universal, es decir, para todos los cristianos, Pedro
la envió específicamente a los cristianos de las
iglesias del Asia Menor (cap. 1, V. 1). Estas iglesias fueron
fundadas por el apóstol San Pablo, al igual que la iglesia
en Roma. Resulta lógico entonces que Pedro, estando en
contacto con los cristianos de Roma, envíe de parte de
ellos saludos a los hermanos que están en el Asia Menor,
máxime cuando todos ellos tenían en común
un mismo padre espiritual: el apóstol Pablo, y que de
parte de él sabían de la obra del Señor
en la ciudad imperial.
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- La quimera papal
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- La Iglesia de Cristo no nació en Roma, nació
en Jerusalén, la Ciudad del Gran Rey (Mt. 5: 35, Hchs.
1 y 2) a resultas de aquel puñado de fieles discípulos
que fueron investidos del poder del Espíritu Santo una
vez el Señor Jesús fuera alzado a los Cielos, y
que al crecer en número, se iban a esparcir por toda la
tierra. Más tarde, el apóstol San Pablo fue enviado
a los gentiles (Romanos 11: 13); él fue el que escribió
la epístola a los cristianos de Roma. ¿Para qué
tenía Pablo que instruirles si Pedro ya estaba allí;
y ni siquiera le menciona en su Epístola?. San Pedro nunca
antes había estado en Roma, eso es sólo la falsa
enseñanza de algunos, que a través de la historia,
y con clara intencionalidad han impuesto a muchos su propio argumento
religionista, y lo trágico es que muchos lo han creído.
Ireneo, obispo de Lyon (178-200), escribió hacia el año
180, una obra para refutar el gnosticismo. En ella incluyó
la lista más antigua de los obispos romanos que se conserva.
En total eran los doce primeros hasta su tiempo. El nombre de
San Pedro no aparece. El primero de ellos es Lino, y no se encuentra
ninguna mención de San Pedro al respecto.
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- Pero Simón Pedro fue un presbítero ¿no
es cierto?
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- ¿No ha establecido Cristo autoridades en Su Iglesia?
Así es. La Biblia nos enseña que el Señor
ha establecido diferentes ministerios y gobierno en la iglesia.
Leemos en Efesios 4: 11, 12 <<Y Él mismo constituyó
a unos, apóstoles; a otros, profetas, a otros, evangelistas;
a otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos
para la obra el ministerio, para la edificación del cuerpo
de Cristo>>.
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- El mismo Simón Pedro dice de sí mismo que es
un anciano o presbítero: <<Ruego a los ancianos
que están entre vosotros, yo anciano también con
ellos...>> (1 Pedro 5: 1). Pedro aquí no hace valer
ningún privilegio especial, que no tenía, por cierto.
Se identifica como uno más entre los ancianos. Solamente
habla como apóstol, cumpliendo así con su ministerio.
Estos ancianos a los cuales Pedro exhorta, son los obispos, pastores
o líderes de las congregaciones o iglesias locales repartidas
por doquier.
- Pedro les exhorta así:
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- <<Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por
ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo
señorío sobre los que están a vuestro cuidado,
sino siendo ejemplos de la grey>> (1 Pedro 5: 2, 3).
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- Simón Pedro no ejercía ningún señorío
sobre los creyentes; sólo era un ejemplo para los que
estaban a su cuidado.
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- <<Cuando hubieron comido Jesús dijo a Simón
Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más
que éstos? Le respondió; Sí Señor;
tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos...Pastorea
mis ovejas...Apacienta mis ovejas>> (Juan 21: 15-17). Un
verdadero siervo de Dios, no se enseñorea de los creyentes,
los cuida, ama y sirve.
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- El mismo Jesús enseñó: <<Sabéis
que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas,
y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre
vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse
grande entre vosotros será vuestro servidor y el que quiera
ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como
el Hijo del Hombre no vino para ser servido sino para servir...>>
(Mateo 20: 25-28).
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- Jesucristo siempre dijo a sus discípulos que no buscaran
el enseñorearse tal y como hacían y hacen los reyes
y los gobernantes. Encontramos en los Evangelios:
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- <<En aquel tiempo los discípulos vinieron a
Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el
reino de los cielos?. Y llamando Jesús a un niño,
lo puso en medio de ellos, y dilo: De cierto os digo, que si
no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera
que se humille como este niño, ése es el mayor
en el reino de los cielos>> (Mateo 18:1-4).
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- Simón Pedro fue piedra en sus días en la Iglesia
de Jesucristo, pero ni mucho menos fue el pastor principal de
todas las congregaciones cristianas de su tiempo; de hecho, no
hubo nadie que tuviera esa responsabilidad por ser imposible
de cumplir; recordemos que es el Espíritu Santo el que
está encima de la Iglesia, y Él comisiona a diferentes
piedras para realizar la labor de gobierno espiritual de la misma
bajo Su guía.
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- Encontramos un pasaje interesante en el libro de Hechos de
los Apóstoles. En el capítulo 8, versículo
14, leemos: <<Cuando los apóstoles que estaban en
Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la
palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan>>.
Cuando Samaria recibió el Evangelio por medio de algunos
discípulos, entre ellos el evangelista Felipe (Hechos
8: 5), la iglesia de Jerusalén, por medio de los apóstoles,
enviaron a Pedro y a Juan. En otras palabras, en cuanto a Pedro,
vemos lo sujeto que estaba a los demás apóstoles
y a la Iglesia, hasta el punto de que fue mandado o enviado por
ellos a una misión. Esto es muy revelador, porque de este
pasaje podemos deducir que Pedro era uno más de los apóstoles,
al igual que Juan. Incluso, más adelante en el mismo libro
de Hechos, vemos que cuando vuelve a Jerusalén después
de bautizar a Cornelio y a sus amigos, que eran gentiles (Hechos
10), Pedro es interrogado por los fieles, pidiéndosele
explicaciones por su actuación con los gentiles (Hechos
11-3), y Pedro tuvo que darlas todas (Hechos 11: 4-18). Pedro
era uno más de entre los ancianos, y eso no le hacía
menos (1 Pedro 5: 1).
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- El Maestro comisionó a Simón Pedro a apacentar
Sus ovejas, tal y como hemos leído en Juan 21: 15-27,
principalmente entre los judíos. Leemos en Gálatas
2: 7, 8 cuando el apóstol Pablo enseñaba a los
creyentes de Galacia acerca de su llamamiento, <<Antes
por el contrario, como vieron que me había sido encomendado
el evangelio de la incircuncisión (el de los no judíos),
como a Pedro el de la circuncisión (el de los judíos),
pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión,
actuó también en mí para con los gentiles>>.
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- Simón Pedro fue enviado a pastorear, junto con Jacobo,
y muchos otros la iglesia o comunidad de nuevos creyentes de
Jerusalén.
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- Simón Pedro fue enviado por Dios no a los gentiles
(Roma), sino a los judíos (Jerusalén), y en Jerusalén
desarrolló su ministerio.
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- De hecho, no fue Simón Pedro el principal pastor de
la iglesia de Jerusalén, sino Jacobo (el hermano del Señor).
En un valiosísimo relato extrabíblico del siglo
IV, el de la Historia Eclesiástica de Eusebio de Césarea,
de inmenso valor para conocer los pormenores de los primeros
siglos del cristianismo, se nos dice lo siguiente:
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- <<Los judíos, después de la ascensión
de nuestro Salvador...aniquilaron con piedras a Esteban, luego
a Jacobo, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, que fue decapitado;
y finalmente Jacobo, el que fue escogido en primer lugar para
el pastorado de Jerusalén, después de la ascensión
de nuestro Salvador...>> (Libro I, cap. 5, v. 2).
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- El Concilio de Jerusalén
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- Si San Pedro hubiera sido el primer Papa, hubiera presidido
el Concilio de Jerusalén del cual nos habla la Biblia
en el libro de los Hechos de los apóstoles (cap. 15),
no obstante, la Biblia nos dice que no fue así. Ante el
hecho de que algunos que venían de Judea y enseñaban
a los gentiles que debían circuncidarse para ser salvos,
convocaron el que sería el primer Concilio, en Jerusalén,
para debatir esa cuestión. La Biblia es muy específica
en cuanto a como se desarrollaron los hechos. Dice así:
<<... se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a
Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles
y a los ancianos...>> (Hechos 15: 2). En ese Concilio de
Jerusalén, estaban reunidos todos los apóstoles
y los ancianos por igual (15: 6).
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- Primero hablan los circuncidarios (15: 5), en respuesta habla
Pedro (15: 7-11); luego hablaron Bernabé y Pablo (15:
12); y al final habló Jacobo, el hermano del Señor,
juzgando el caso, y diciendo: <<Por lo cual yo juzgo que
no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios>>
(15: 19). Así que, quien presidía el Concilio no
fue Pedro sino Jacobo.
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- Está claro que Pedro no tenía la posición
de autoridad absoluta. Además, Pablo habló de Jacobo,
al igual que de Pedro y Juan, como columna:
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- <<y reconociendo la gracia que me había sido
dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas,
nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal
de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los
gentiles, y ellos a la circuncisión>> (Gálatas
2: 9).
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- La reprensión de San Pablo a San Pedro
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- Aunque a los desconocedores de las Escrituras les parezca
increíble, San Pablo reprendió públicamente
a San Pedro por cierta hipocresía:
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- <<Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí
cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen
algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero
después que vinieron, se retraía y se apartaba,
porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y
en su simulación participaban también los otros
judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también
arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi
que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio,
dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío,
vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué
obligas a los gentiles a judaizar?>> (Gálatas 2:
11-15).
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- Si San Pedro hubiera sido <<Sumo Pontífice>>,
¿cree Vd. que hubiera permitido que un súbdito
suyo, aun Pablo, le hubiera humillado en público? ¡de
ninguna manera!. Sin embargo Simón Pedro, fiel discípulo
de Cristo, inclinó la cabeza, recibiendo la reprensión
de parte de su compañero, que aunque dura y dolorosa,
era necesaria, por que TODOS los hombres necesitamos ser corregidos,
incluso San Pedro...
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- Hablemos más de piedras
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- Cada verdadero creyente en Cristo, empezando por los primeros
discípulos, es una piedra en el edificio de Dios que es
la Iglesia de Cristo. Hoy en día, hay piedras en todo
el mundo que se van apilando en orden constituyendo el edificio
que es la Iglesia hasta que la Cabeza, que es el mismo Jesucristo
vuelva a por todas las piedras vivas, que son todos los creyentes
verdaderos de todas las edades. Unos resucitando a la nueva vida,
otros, los vivos en ese tiempo, siendo transformados, y así,
juntamente todos, estaremos con el Señor en su Reino Eterno
(1 Corintios 15: 51-58; 1 Tesalonicenses 4: 13-18).
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- ¿Qué es lo que Dios quiere de nosotros?
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- Dios no quiere que seamos gente que <<cumple>>
con su religión. La religión no salva, sólo
Cristo salva. Podemos ser extremadamente fieles a nuestra religión
o creencia particular, pero el fiel cumplimiento de la misma,
no es garantía de salvación. Dios mira el corazón,
no el exacto cumplimiento de normas, doctrinas u dogmas establecidos
por hombres; incluso los mandamientos de Cristo, si no se cumplen
con la motivación correcta, que es el amor, de nada sirven.
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- Dios nos creó para ser libres, y usar de esa libertad
para lo bueno: para acercarnos a Él con confianza. Esa
confianza es posible por que Cristo pagó el precio de
nuestra rebelión, de nuestro pecado, con Su sangre. Ahora
todavía estamos en el tiempo de la dispensación
de la gracia sobre gracia (Juan 1: 16), y de la buena voluntad
de Dios hacia los hombres, el tiempo en que podemos y debemos
arrepentirnos de nuestros pecados y reconciliarnos con nuestro
Creador para llegar a ser hijos Suyos por adopción, si
no lo hemos hecho ya. Si ya lo hemos hecho, este es el tiempo
de crecer en el conocimiento del Hijo de Dios, de crecer en la
santificación que sólo el Espíritu Santo
produce. De querer agradar al Padre en todos nuestros caminos.
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- No es el tiempo de seguir, con fe ciega, mandamientos y tradiciones
de hombres que no tienen apoyo en Su Palabra, sino de crecer
en una relación e intimidad que Dios Padre quiere tener
con cada uno de los hombres que El ha creado. Una preciosa e
inigualable relación de amistad y amor personal con cada
uno de los que somos Suyos. ¡¡Ahora es el tiempo
indicado!! Es tiempo de que busquemos al Señor de todo
nuestro corazón.
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- Deberemos principiar con arrepentimiento. Al igual que Juan
el Bautista predicó el arrepentimiento en su día,
hoy es igual. Muchos bajaron a las aguas a ser bautizados, arrepentidos,
vueltos a Dios de corazón. ¿Qué harás
al respecto? Dios te ama, y te está esperando.¡Ven
a los pies del Cristo resucitado!. Dice el Señor en Su
Palabra: <<Clama a Mí, y Yo te responderé,
y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú
no conoces>> (Jeremías 33: 3).
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- Dios conoce tu situación, sabe lo que hay en tu corazón,
tus luchas y flaquezas, y quiere auxiliarte, perdonándote
todos tus pecados y haciéndote una nueva criatura, dándote
la salvación y la vida eterna. ¿Querremos ser valientes,
empezando a tomar pasos en una nueva y perfecta dirección,
la de Jesús de Nazaret, o seguiremos atados a viejas tradiciones
religionistas?
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- ¡Vuélvete a tu Creador de todo su corazón!
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- Así dice el Evangelio según San Juan: <<A
todos los que le recibieron (a Jesús), a los que creen
en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios>>.
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- Esta es una oración que puedes dirigir al Señor
para que te perdone tus pecados y te haga una nueva criatura:
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- <<Señor, me arrepiento de mis pecados; de mi
vida egoísta y cómoda; te pido perdón por
no haberte buscado con todo mi corazón y haberme conformado
con una simple religiosidad. ¡Te entrego hoy mi vida!.
Creo en Jesucristo, Tu Hijo, y conforme a tu Palabra, le recibo
en mi vida como mi Salvador personal y mi Señor; y con
Él, el don del Espíritu Santo y la vida eterna.
- Gracias por tu amor y tu salvación; te amo, Padre.
En el nombre de Jesús. Amén>>.
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- Amado lector
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- Habiendo hecho esta oración de corazón, ten
la seguridad de que Dios va a responder. El te ama y sólo
quiere lo mejor para tí.
- ¡El Señor viene pronto!
- Atras