LA CARNE Y EL PECADO
 
¿Que Es la Carne?
 
La palabra carne se utiliza tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Sin embargo, su uso en este ultimo tiene mayor importancia teológica y representa un desarrollo más detallado de la explicación que Dios da acerca del problema del pecado de la humanidad que el que encontramos en el Antiguo Testamento. Todo está allí, pero en el Nuevo Testamento se explica con más detalle. Al escribir acerca del uso de la palabra "carne" en el Antiguo Testamento, RK Herrison dice:
 
"La teología del Antiguo Testamento acerca de la personalidad humana... es de un orden dinámico que destaca la unidad psicofisica de la naturaleza del hombre. Aunque esa carne se consideraba generalmente débil en el Antiguo Testamento, no hay ningún elemento particular en el pensamiento hebreo que corresponda al concepto que aparece en el Nuevo de "carne" con principio central de la humanidad caída. A pesar de que la carne era frágil, no se la consideraba pecaminosa.
 
En ese mismo volumen, W. A. Elwell escribe sobre el uso de esta palabra en el Nuevo testamento.
 
Hay tres formas fundamentales de utilizar la palabra sarx (carne) en el Nuevo Testamento. En un extremo están los casos en los que no se implica ningún juicio moral, ni el término tiene connotación negativa alguna. En el otro, aquellos que implican juicio moral negativo y sarx llega a describir la naturaleza más baja del hombre o se define como pecaminosa. Tendiendo un puente entre ambos extremos hay una serie de usos en los que sarx no es pecaminosa en si, pero se inclina en esa dirección.
 
William Vine enumera trece usos distintos de la palabra Sarx (carne), los cuales encajarían en la triple clasificación de Elwell. para un estudio histórico casi exhaustivo del término, no hay nada mejor que el trabajo de Eduard Scheweizer en el Theological Dictionary of the New Testamente (TDNT) (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento) de Kittel. Scheweizer presenta el significado que tuvo esta palabra durante seis períodos diferentes de la Historia. Para alguien que desea consultar un estudio profundo y complejo, su trabajo es excepcional. e El estudio de Scheweizer sobre los diversos usos de la palabra carne en el Nuevo testamento concuerda con las opiniones de Elwell; de modo que citamos estas últimas por ser más breves:
 
La carne se convierte así en la parte más baja del hombre que define, ya sea la propia incitación al pecado o, por lo menos, la sede de la misma (Romanos 7:28,25; 8:5b,12,13; Gálatas 5:17, 19,6:8; I Pedro 3:21; 2 Pedro 2:10,18; 1 Juan 2:16) ... Una ampliación de la presente correlación entre pecado (Judas 23), o donde por extensión la palabra carnal se convierte en un adjetivo que significa pecaminoso y califica otras ideas. De ahí que uno pueda tener un cuerpo carnal (Colosenses 2:11) o una mente carnal (Romanos 8:7; Colosenses 2:18) Respecto a eso resulta significativo que Pablo no diga en ninguna parte que la carne será resucitada; para él es el cuerpo el que experimentará la resurrección para novedad de vida (1 Corintios 15:44). Y esto porque para Pablo sarx tenía una connotación de pecado, mientras que cuerpo era un término más neutral. La carne, la naturaleza caída del hombre no será resucitada .. Es necesario recordar que también la mente puede engendrar deseos pecaminosos (Efesios 2:3), y que hay una inmundicia de espíritu, como la hay de la carne (1 Corintios 7:1)
 
Ray Stedman define la carne, cuando este término se emplea en un sentido moralmente negativo, como "el sentido de egocentrismo que hay dentro de nosotros esa deformación de la naturaleza humana que nos lleva a desear ser nuestro propio dios. Ese ego orgullo, ese yo sin crucificar que es la sede de la rebeldía y del desafío obstinado ala autoridad.
 
La Carne y la Naturaleza de Pecado
 
La carne con la que luchamos a diario no equivale a ese viejo yo que antes controlaba nuestra vida, pero que ahora está permanentemente crucificado con Cristo (Gálatas 2:20). Antes de conocer a Jesús nuestra existencia era dominada por esa naturaleza pecaminosa heredada de Adán. Estábamos separados de Dios y muertos en lo espiritual. Ese era el viejo hombre y el "viejo yo"
 
Jesús se llevó consigo a la cruz a nuestro viejo hombre - yo que murió allí con El. Las palabras del apóstol Pablo son las siguientes: 'Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El.. (Romanos 6:6) Pablo pudo exhortar así a los creyentes: "Poned la mira en las cosas de arriba, no en la de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida esta escondida con Cristo en Dios." (Colosenses 3:2-3)
 
El viejo yo está muerto y los creyentes somos nuevas personas como consecuencia de la vida de Cristo morando en nosotros (Romanos 6:5-8; 8:9; 2 Crónicas 4:7-11; Gálatas 2:20; Colosenses 1:27; 3:1-4). Esto ayuda a explicar por qué el apóstol Juan es tan enfático cuando dice que los verdaderos creyentes no son ya esclavos del pecado ni lo practican. qué no? Porque hemos nacido de Dios ( 1 Juan 3:4-19).
 
Ser "de Dios" (1 Juan 5:19) y ser 'nacido de Dios (1 Juan 5:18) significa que nuestra naturaleza proviene del Señor. La naturaleza de Dios permanece en nosotros. "La simiente de Dios permanece en (nosotros) y no (podemos) pecar (practicar el pecado, vv. 7-8), porque somos nacidos de Dios" (1 Juan 3:9)
 
El apóstol Pedro nos dice que mediante la fe en la promesa de salvación de Dios en su Hijo, somos "participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa da la concupiscencia" (2 Pedro 1:4b). El apóstol Pablo, además de enseñar esta verdad en sus epístolas, da su propio testimonio al respecto: 'Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amo y se entregó a sí mismo por mí' (Gálatas 2;20)
 
El viejo "yo" (el hombre natural) fue crucificado con Cristo, dice Pablo y un "yo" nuevo ha tomado su lugar. Ese 'yo" es Cristo que ahora vive en mí. Y ya que Cristo vive en mi en la persona del Espíritu Santo, Dios vive en mí en la persona de su Hijo y el Espíritu (Juan 17:21-23; 14:16-18; Romanos 8:1-17; 2 Corintios 13:5; Gálatas 2:20; 4:6; Efesios 2:19-22; Colosenses 1:27; 2:6-12) Por lo tanto, ya no soy esclavo del pecado: mi nueva naturaleza "responde naturalmente a Dios".
 
Como creyente ya no ando conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:4). Ya no estoy "en la carne, sino en el Espíritu" porque el "Espíritu de Dios" el "Espíritu de Cristo" mora en mí (Romanos 8:9). Esto es verdad aunque no me de cuenta de ello; por esta razón Pablo dice que cuando comprendo quién soy en el Señor tengo que aceptar el hecho de que estoy muerto al pecado, pero vivo para Dios en Cristo Jesús (Romanos 6:11). Todo esto gracias a la obra redentora de Cristo a mi favor ¿Significa esto que el verdadero creyente tiene resuelto el problema del pecado? ¿Qué no podemos ya pecar o ser tentados a ello? Desde luego que no. Esto iría en contra tanto de la escritura como de la experiencia de los cristianos. Aunque soy hijo e Dios todavía vivo en un cuerpo sin redimir. El Señor Jesús ha comprado mi nuevo cuerpo con su sangre, pero aun no lo he recibido. No lo tendré hasta el momento de la resurrección, en su gloriosa segunda venida (Filipenses 3:20-21; Romanos 8:18-25).
 
Mientras tanto, durante el tiempo que viva en esta tierra, lo haré en un cuerpo al que Pablo llama "el cuerpo del pecado" (Romanos 8:11); "este cuerpo de muerte" (Romanos 7:24); "cuerpo mortal" (Romanos 8:11). El apóstol dice que debo aprender a hacer morir por el Espíritu las obras pecaminosas del cuerpo (Romanos 8:13).
 
Así que mi problema continuará existiendo mientras siga en este mundo y en este cuerpo; pero Pablo nos informa que ahora somos capaces de hacer morir las obras de la carne, ya que nuestro viejo yo en Adán ha sido crucificado con Cristo (Romanos 6:1-23). Podemos recibir como nuestra la exhortación que Pablo hizo a los creyentes de Roma.
 
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencia; ni tampoco presentéis vuestros miembros como instrumentos de iniquidad, sino presentados vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. (Romanos 6:12-13)
 
Cuando Pablo habla de los miembros de mi cuerpo, es obvio que quiere decir algo más que el cuerpo material: se refiere a mi mente, mi imaginación, mis emociones, mi voluntad y mi cuerpo físico. Dios quiere que le rinda todo lo que soy a fin de hacer su voluntad en mi vida. (romanos 6:12-23; 12:1-2).
Puesto que vivo en mi cuerpo, si El lo posee realmente, me posee por entero a mi.
 
Sin embargo, hasta que no se rompen las ataduras de la carne no es posible para los creyentes demonizados obtener una liberación eficaz. Y si esta se produce por lo general, no es duradera.
 
La expulsión de un grupo de espíritus malos de la vida de una persona conduce casi siempre a la entra e otro nuevo grupo, a menos que se que de en medio el pecado al que los anteriores demonios se habían vinculado. El cristiano debe empezar por hacer morir las obras e la carne en su vida si quiere llegar a tener victoria en la guerra contra el pecado en la cual participa; de no ser así, pronto se convertirá en una víctima de guerra.

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