LIBROS APOCRIFOS
 
Para muchas personas la palabra "apócrifos" significa, simplemente, obra de ficción, carente de veracidad o sin ningún valor.
Un relato apócrifo respecto de un personaje histórico es un cuento fabricado, y a menudo exagerado. Sin embargo, este, no es el significado del término cuando se aplica a los antiguos escritos que conocemos como los "apócrifos" del Antiguo Testamento.
 
La palabra significa en griego "lo oculto", es decir, "los libros ocultos", y el empleo de la misma para los escritos se remontan al gran erudito bíblico Jerónimo (muerto en 420 d. C.). Este sostenía que estos libros que se encontraban en las Bíblias griegas y latina pero no en la Biblia hebrea de la época, no debían considerarse como igualmente autoritativos que los libros canónicos, aunque podían leerse en la iglesia para edificación. Al emplear el término "apócrifo" , aludía probablemente a la distinción hecha en 4 Esdras 4:14ss., uno de los libros apócrifos, entre los 24 canónicos del Antiguo Testamento (39 según nuestro recuento), y otros que contenían conocimiento y misterios esotéricos adecuados solo para los sabios y que en consecuencia debían mantenerse "ocultos" para el público en general.
 
LA ACTITUD DE LA IGLESIA
 
La idea de Jerónimo era minoritaria, aunque un cierto número de expertos, tanto antes de su tiempo como después, han hecho la misma distinción entre los libros del canon hebreo y los libros apócrifos. Sin embargo, desde el siglo I d.C. las iglesias utilizaban al menos algunos libros apócrifos como si fueran Escritura y continuaron haciéndolo así hasta la Reforma.
 
Lutero en su Biblia de 1534, sustrajo los libros apócrifos de su lugar habitual entre los libros bíblicos, y los agrupó al final del Antiguo Testamento bajo el encabezamiento:
"Apócrifos: libros que no se equiparan a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer."
 
La posición anglicana fue muy semejante: el Artículo VI de los Treinta y Nueve Artículos, después de enumerar los libros canónicos del Antiguo Testamento, dice:
 
"Y los otros Libros (como Hierónimo [Jerónimo] dijo ) la iglesia los lee como ejemplo de vida e instrucción de costumbres; pero no los aplica para establecer doctrina"
 
Esta afirmación en la Confesión de Fe de Wesminster (1647 d.C.) es típica de la posición inferior dada a los apócrifos en las iglesias reformadas.:
 
"Los libros apócrifos comúnmente llamados apócrifos, al no ser de inspiración divina, no son parte del canon de la Escritura; y en consecuencia no tienen autoridad en la Iglesia de Dios, si han de ser aprobadas ni utilizadas más que cualesquiera otros escritos humanos".
 
La iglesia Católica, por otra parte, en parte como reacción contra las afirmaciones de los reformadores, y en parte para perpetuar lo que había sido habitual en la Iglesia, declaró en el Concilio de Trento (1546 d.C.) que el Antiguo testamento contenía 45 libros, es decir, además de los 39 libros aceptados universalmente, muchos de los conocidos como apócrifos. Los católicos se refieren a los libros en disputa como libros "deuterocanónicos", y reservan la palabra "apócrifos" para los libros que los protestantes llaman "pseudoepigrafos": obras de naturaleza y fecha semejantes a los apócrifos, pero que nunca se consideraron como canónicos.
 
LOS LIBROS APÓCRIFOS
 
Los apócrifos, que son en extensión una cuarta parte del Antiguo Testamento, son 15 libros:
 
Tercero de Esdras (el segundo sería Nehemías; este tercero se llama Primero de Esdras en el griego)
Cuarto de Esdras (Tercero de Esdras en el griego)
Tobías
Judit
El resto del libro de Ester
El libro de la Sabiduría (Sabiduría de Salomón)
Eclisiástico (Sabiduría de Jesús, hijo de Sirac)
Baruc el profeta
La carta de Jeremías
El cántico de los tres jóvenes
La historia de Susana (Daniel y Susana)
Bel y el Dragón (o David, Bel y la Serpiente)
La oración de Manases
El Libro Primero de Macabeos
El Libro Segundo de Macabeos
 
La carta de Jeremías falta de la lista en los Treinta y Nueve Artículos, ya que se cuenta como el capítulo sexto de Baruc. Las Biblias católicas no contienen Tercero ni cuarto de Esdras ni la oración de Manases; las añadiduras a Ester se incluyen en Ester y la Carta de Jeremías en Baruc y el Cántico de los Tres Jóvenes, Susana, y Bel y el Dragón forman parte de Daniel.
 
Los libros apócrifos, constituyen una colección muy variada de literatura judía del período entre alrededor de 300 a.C. y 100 d.C. La mayoría de los libros se escribieron en hebreo, pero en muchos casos ha desaparecido el original hebreo dado que los judíos mismos, con el tiempo, se negaron a reconocer estos escritos como inspirados. La mayoría de los libros han sobrevivido sólo por su utilización en la versión griega y otras versiones por parte de la iglesia Cristiana primitiva.
 
LIBROS HISTORICOS
 
3 Esdras se parece mucho a nuestro Esdras canónico, aunque comienza la historia con los sucesos de 2 Crónicas 35 (celebración de la Pascua de Josías) y concluye con el relato de la lectura de la ley por parte de Esdras (Nehemías 8). Su mayor añadidura al relato bíblico es el "debate de los tres jóvenes" (3 Esdras 3:4) que se propone explicar cómo Zorobabel obtuvo permiso del rey persa para reedificar el templo.
 
1Macabeos es un libro mucho más valioso, ya que es la fuente principal de la historia de la revolución Macabea contra los extranjeros y judíos que introducían la cultura griega. Aparte de su deseo obvio de alabar a la familia de los Macabeos, el autor no anda en busca de ningún fin taimado, y nos suministra una historia básicamente confiable, al mismo tiempo que gráfica, de los años entre 175 y 134 a.C.
 
2 Macabeos abarca más o menos lo mismo que 1 Macabeos, pero es menos confiable. Fue escrito desde un punto de vista específicamente farisaico, y tiende a dar más peso al moralizar y a las observaciones doctrinales que a la precisión histórica.
 
"FICCIÓN RELIGIOSA"
 
Tobías es un encantador relato de piedad doméstica. Era tan popular entre los primeros cristianos que fue traducido del hebreo al griego, latín, armenio, siríaco y etiópico. El relato nos dice cómo Tobit judío justo pero afligido, se cura de su ceguera y su hijo Tobías se salva de una muerte desagradable. Contiene muchos elementos folklóricos, y no es en modo alguno un libro histórico.
 
Judit contiene el relato de una heroína sumamente terrible, que utilizó su encanto para conducir al general asirio invasor Holofernes a la muerte por decapitación. Este relato tan horripilante, no sin momentos más agradbles, contiene algunos desatinos históricos notables, pero éstos no habrían impedido su propósito de fortalecer la decisión de los luchadores judíos por la libertad en época Macabea.
 
Las añadiduras a Ester son expansiones populares el relato bíblico, en parte con el fin de introducir algo de religión en este libro aparentemente secular, que ni siquiera menciona el nombre de Dios.
 
Las adiciones a Daniel son en parte leyendas acerca de Daniel el sabio y temeroso de Dios (Susana, Bel y el Dragón), y en parte textos litúrgicos: El Cántico de los Tres Jóvenes contiene una oración histórica atribuida al compañero de Daniel, Azarías, y una doxología (el Benedicite del culto cristiano) atribuida a los tres en el horno ardiente.
 
SABIDURÍA
 
La literatura sapiencial está representada en los apócrifos sobre todo por el Eclesiástico, compuesto por Josué (o Jesús) ben Sirá (Sirac) alrededor del 180 a.C., ofrece consejos en cuanto a la vida práctica y piadosa según el espíritu de los proverbios. El capítulo 44 contiene la parte memorable que comienza: "Hagamos ya el elogio de los hombres ilustres." Libro favorito de los primeros griegos cristianos (Santiago 1:19, por ejemplo, probablemente alude a Eclesiástico 5:11) y conocido antes como la Sabiduría de Jesús ben Sirá, llegó a llamarse el "libro de la iglesia" (Eclesiástico)
 
La Sabiduría de Salomón, compuesto en el siglo I a.C. más vinculado a la ética y retórica griegas, que cualquier otros libro sapiencial judío, rinde homenaje en su título al tradicional fundador de la literatura sapiencial sin pretender seriamente haber sido escrito por Salomón.
 
Baruc, atribuido igualmente en forma honor a un personaje destacado del Antiguo Testamento, contiene una oración de confesión un poema en alabanza de la sabiduría y cánticos de consuelo. Su apéndice, la Carta de Jeremías, es un ataque contra la idolatría en forma de carta a los cautivos (compara Jeremías 29); y la oración de Manases es una composición libre basado en 2 Crónicas 33:12,19.
 
LITERATURA APOCALÍPTICA
 
En los apócrifos se incluye solo un ejemplo de esa cuarta categoría: IV Esdras, Escrito probablemente en el siglo I d.C.., IV Esdras comprende algunos capítulos cristianos que "predicen" el repudio de los judíos en beneficio de la iglesia, y un libro judío de visiones del futuro atribuido a Esdras.
 
LOS APÓCRIFOS HOY
 
¿Qué utilidad tienen los apócrifos para el cristiano de hoy? Subsiste el problema teológico de su autoridad. Debemos reconocer el hecho de que los cristianos nunca han tenido acuerdo perfecto respecto a los límites exactos del Antiguo Testamento, aunque están de acuerdo en afirmar su autoridad e inspiración, Hay ciertas pruebas de que la Biblia que Jesús y los apóstoles tuvieron como autoritativa, era la Biblia hebrea de 39 libros, y derivada (o dependiente) de ellos.
 
Pero si bien los cristianos no pueden dar a los apócrifos la misma posición que a los libros del Antiguo Testamento hebreo, encontrarán en ellos pasajes de profunda piedad y espiritualidad.
 
En Gracia Abundante, John Bunyan relata cómo, en busca del versículo, "Mirad a las generaciones de antaño y ved: ¿Quién se confió al Señor y quedó confundido?", al principio se sintió intimidado al encontrarlo en los apócrifos (Eclesiástico 2:10). Pero vino a darse cuenta de que "como esta frase era el resumen y esencia de muchas de las promesas, era mi deber sacar consuelo de ella, y bendigo a Dios por esa palabra, porque para mi provino de Dios". Quien lee los apócrifos con devoción sabrá cómo tomarlos, porque discernirá, como lo hace siempre que lee literatura religiosa, entre los que está de acuerdo y lo que no está de acuerdo con los elementos esenciales de su fe.
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