MARÍA LA MADRE DEL SALVADOR
 
La Virgen de Nazaret
 
Tal como Isaías profetizó unos 700 años antes de Cristo (Isaías 7: 14, Mateo 1:22-23), la virgen concebiría, e iba a dar un hijo, <<Enmanuel>> que significa, Dios con nosotros. Así ocurrió, y Jesús, Dios hecho hombre, venía a este mundo ya que María, la virgen concibió del Espíritu Santo (Mateo 1:18). Todos los cristianos sabemos y creemos esto.
 
Jesús nació de la virgen María por obra del Espíritu Santo.
 
María, bendita entre las mujeres
 
Leemos así en la Palabra de Dios: <<Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María, y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres>> (Lucas 1: 26-28). María, Miriam en hebreo, había sido escogida por Dios para traer al Mesías de Israel y Salvador de la humanidad al mundo ¡qué tremendo privilegio para una doncella de Israel!.
 
No obstante, María no fue la única <<bendita entre las mujeres>>, hubo otra mujer de Israel <<bendita entre las mujeres>> en la Biblia también. Fue Jael, y fue bendita entre las mujeres porque también obedeció a Dios de una forma muy especial. Leemos así en el libro de los Jueces: <<Bendita sea entre las mujeres Jael, mujer de Heber ceneo; sobre las mujeres bendita sea en la tienda>> (Jueces 5: 24). Sin embargo, María tuvo el incomparable privilegio de traer al mundo a Jesús, nuestro Salvador y Señor. Ella fue una mujer piadosa, humilde, conocedora de las Escrituras, llena de fe, escogida por Dios, como hemos dicho, para llevar en su seno al Redentor del mundo. Mujer de obediencia, ejemplo e inspiración para todos nosotros los que amamos al Señor.
 
¿Qué hay de María según las Sagradas Escrituras?
 
La Bienaventurada fue la elegida por Dios para el advenimiento del Mesías. María fue obediente a Dios, el Dios de Israel, en todo lo que el ángel Gabriel le pidió. Sin embargo, aparte de este hecho tan memorable, relativamente poco más vemos sobre María en las Escrituras. Los apóstoles, Pablo, Pedro, Juan, Judas, Santiago, ni siquiera la mencionan en sus diversas epístolas; en ningún lugar de ellas se menciona a María, la madre de Jesús. Si María hubiera tenido algún papel importante, además de el de ser la madre de Jesús, tal y como vemos en los Evangelios de Mateo y Lucas, ¿no hablaría la Biblia de ello?, sin embargo, no es así. Sólo, en el libro de los Hechos de los apóstoles, se nos dice que la Bienaventurada estaba reunida con todos los demás en el aposento alto. Leemos así: <<Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos>> (Hechos 1:13,14). El pasaje en cuestión, nos describe a los primeros discípulos de Cristo y a ella como una más entre los demás que estaban orando a Dios; además, no la describe como virgen, sino como la madre de Jesús. De hecho, la Biblia sólo habla de María como virgen al principio de los evangelios de Mateo y Lucas en relación a la venida al mundo del Salvador, luego se habla de María como la madre de Jesús, y de los hermanos de Jesús.
 
María tampoco tenía ningún papel clave en el ministerio de su hijo (ver el pasaje de las bodas de Caná, donde Jesús más bien la reprende con amor por aún no haber llegado el momento de Su ministerio, Juan 2:4).
 
La familia de Jesús
 
En otra ocasión aparece la madre de Jesús con los hermanos de éste. Es interesante el siguiente pasaje de la Escritura donde Jesús nos muestra Su orden de prioridades: <<Mientras Jesús aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y le querían hablar.
Respondiendo Él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?. Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre>> (Mateo 12:46-50).
 
Asimismo, en Lucas 8: 21, encontramos, <<Jesús entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen>>. Evidentemente aquí el Señor estaba enseñando lo siguiente: El ponía el parentesco espiritual por encima del natural. Cuando Jesús dijo: <<Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre>>, estaba diciendo que para él, lo importante era que la gente, y aun su propia familia terrenal, incluida su madre, buscara a Dios de todo corazón.
 
Nunca puso Jesús a su madre por encima de los que buscan a Dios de verdad.
 
Consideraba como verdadera familia Suya a los que creían en El, ya que en ese momento, ninguno de sus hermanos y hermanas creían en El. En Lucas 11: 27, encontramos esto: <<Mientras él (Jesús) decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: ¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los senos que mamaste!>>. Ante tal declaración, cabría pensar que aquí se estaba exaltando a María por el hecho de ser la portadora de su hijo Jesús durante su gestación, y ser también la que lo alimentó de bebé.
Cabría pensar que Jesús le daría la razón a esa mujer que seguramente también era madre, o que al menos, callaría como señal de asentimiento. Pero, ¿fue eso así?. Pues la verdad es que no. Esta fue la respuesta del Señor a esa mujer, y por extensión, a todos nosotros: <<Pero él dijo: ¡Antes bien, bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios y la obedecen!>> (Lucas 11: 28). ¡Jesús dio preeminencia a todos aquellos que oyen la palabra de Dios, es decir, la Biblia, y la obedecen, es decir, la ponen en práctica!, textualmente, todo ello, por encima del vientre que lo llevó y de los pechos que mamó.
 
El Señor en su omnisciencia ya sabía que en un momento dado de la historia se iba a dar exagerada importancia a María, hasta el punto de exaltarla justo por debajo de la Deidad.
 
Así pues, la Biblia nos advierte a no caer en el error pecaminoso de exaltarla, ni tampoco exaltar su maternidad incluso por encima del valor de la fe de los verdaderos creyentes, tal y como hemos leído.
 
¿Era perfecta María?
 
Por ser María bendita entre las mujeres (Lc. 1: 28), ser un ejemplo de obediencia y de fidelidad a Dios, ¿significa esto que María era perfecta, que no tenía pecado y que por lo tanto, no requería de la salvación que Jesús iba a traer al mundo por su sacrificio en la cruz? No. María, como todos los humanos, no podía salvarse a sí misma, ni por sus obras, ni por su propia justicia ni santidad, porque al igual que todos los demás, ella era humana, y por lo tanto, descendiente de Adán y Eva. La Biblia dice claramente que María se veía necesitada de la salvación que sólo Dios por Su gracia puede dar; y la da por los únicos y suficientes méritos de Cristo Jesús. María exclamó cuando fue a visitar a Elisabet: <<...Mi espíritu Se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva...>> (Lucas 1:47, 48).
 
Como todos los seres humanos, María la madre del Señor Jesús, requería de la salvación que sólo el Hijo de Dios podía traer. Como dice Miguel Ángel Tiscar, ex- sacerdote católico-romano, <<Ella dice, y no podemos decir que María es embustera ni mentirosa. Ella dice: en Dios mi Salvador, luego ¡fue salva!>>. Si fue salva, es que antes estaba perdida, ¿no es cierto? , ya que uno es salvo de la perdición o condenación que por justicia merece (Ro. 3: 23). María, como todos los hombres y mujeres que creen en Jesús como su Salvador personal, llegó a ser redimida, es decir, comprada por precio, ¿qué precio?, el precio que Jesús pagó en la cruz.
 
Sí, Jesús también murió y resucitó por María, su madre.
 
¿Falsa modestia?
 
María, llanamente reconoció como era ante Dios. Ella reconoció <<su bajeza>> y la necesidad de Cristo, como <<su Salvador>>. Esa <<bajeza>> de la cual María nos habla en el <<Magnificat>>, no era una manifestación de una gran modestia de María, como Roma dice. Si realmente María hubiese sido sin pecado y perfecta como Jesús, nunca hubiera hablado de su <<bajeza>> porque no la hubiera tenido; esto hubiera sido simple y llanamente: falsa humildad, y esta última nunca se hubiera producido si realmente María hubiera sido <<sin pecado concebida>>. La verdadera humildad es reconocer lo que uno es, así como lo que uno no es.
 
Jesús, María y Juan
 
Es célebre el pasaje de los Evangelios donde Jesús en la cruz le dice a su madre: <<Mujer, he ahí tu hijo>> (Juan 19:26), y luego le dice a Juan: <<He ahí tu madre>> (Juan 19:27). Roma ha enseñado que esa es prueba de que María es <<nuestra Madre>>. Sin embargo, Jesús siempre nos enseñó del Padre que está en los cielos, no de una Madre terrenal ni celestial. Dicen, y muy acertadamente, que <<un texto fuera de contexto es un pretexto>>. El que Jesús le dijera a su madre que Juan, el discípulo, sería <<su madre>>, no se puede extrapolar a todos los creyentes, ya que ninguna mujer puede ser madre de todos.
 
Jesús utilizó un hebraísmo. Es evidente que Jesús, al ser el primogénito, y habiendo muerto José, le concediera a Juan el privilegio de cuidarla, tal y como leemos seguidamente: <<Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa>> (Juan 19:27 b). Jesús entendió que María su madre estaría mejor con la familia de la fe que con sus hermanos que aún no creían en él. Por lo tanto, espiritualizar estos versículos, es sacar la cuestión de su contexto verdadero. Un teólogo católico-romano tan conservador como L. Ott, se ve obligado a confesar: <<Faltan pruebas escriturales expresas. Los teólogos buscan un apoyo bíblico en las palabras de Cristo en Juan 19: 26 ss.: ''Mujer he aquí tu hijo'', ''He ahí tu madre'', pero, de acuerdo con el sentido literal, dichas palabras se refieren sólo a las personas a quienes van dirigidas: María y Juan>>.
 
¿María o <<mariolatría>>?
 
Este es el comentario del ex-sacerdote católico romano D. José Borrás, el cual, y al respecto de la cuestión transcribimos con gusto: Los cristianos no estamos de acuerdo en aplicar a la madre de Jesús títulos que ella nunca ostentó ni reclamó, que son simple producto de una falsa y exagerada piedad, mal dirigida, careciente de base bíblica e histórica. Como cristianos, creemos que la María humilde y sencilla de los Evangelios ha sido desfigurada, idealizada, y exaltada de tal manera en la Iglesia católica y romana que ha dado lugar a toda una teología y una liturgia distintivamente marianas, convirtiéndose esta devoción en una verdadera práctica de idolatría.
 
Podemos decir que el culto a María a llegado a convertirse en <<mariolatría>> entre gran parte del pueblo católico romano, no en la teoría, pero sí en la práctica. Veremos que echando un ojo a las religiones paganas antiguas, nos damos cuenta de que todas ellas tenían su diosa femenina. Los egipcios y etíopes tenían su diosa Isis, los fenicios su diosa Astarté, los caldeos su diosa Semíramis, los griegos su diosa Artemisa, los romanos su diosa Juno. En el cristianismo, fe monoteísta por excelencia, no podía concebirse la idea de ninguna diosa, pero la elevación y glorificación que se ha hecho de María, considerándola como <<Madre de Dios>> dentro del catolicismo romano, ha hecho que ésta ocupe el lugar que ocupaban en las religiones antiguas su diosa femenina. No es que en teoría se adore a María en la Iglesia Romana, pero en la práctica sí se hace. Entre el pueblo católico romano, diariamente se le reza un mayor número de oraciones que a Jesucristo; durante el año se celebran mayor número de fiestas en honor a María que en honor a Jesucristo; en la mayoría de las ciudades hay más templos dedicados a María que a Jesucristo; y en el interior de muchos templos católico romanos hay más altares dedicados a María que a Jesucristo.
 
Todas estas prácticas carecen totalmente de apoyo en las Sagradas Escrituras, como carecen de base bíblica las incontables imágenes y estampas de María de todos los tamaños y colores, que son fruto de la imaginación de los artistas pero a las que las personas sencillas colocan flores y velas, y transportan en procesiones públicas, adornadas con riquísimos mantos bordados en oro y plata, y con preciosas coronas, repletas de perlas, ¿será esta la voluntad de Dios?. No, por cierto.
 
La <<Inmaculada Concepción de María>>
 
Uno de los más recientes dogmas romanos, el más solemne de la historia de Roma, es el de la <<Inmaculada Concepción de María>>. Muchos católicos confunden esta declaración dogmática de Roma que ahora estudiaremos, con la concepción virginal de Jesús en el vientre de María, verdad clarísima enseñada en la Biblia y que todo cristiano auténtico debe creer. Roma, creyó entender que, para que Jesús naciera sin la contaminación del pecado original, era necesario que María fuera también sin pecado, es decir, que naciera sin el estigma del pecado original con el que cada mortal, excepto Jesús, nacemos, y así, dogmáticamente, con el tiempo llegó a declararlo.
La diferencia entre Jesús y María, es que Jesús nació por obra directa del Espíritu Santo, y María no. Sus padres (de ella) eran humanos. Ciertamente, dicho dogma estuvo ausente de la Iglesia por muchos siglos; prácticamente todo el tiempo.
 
¿Madre de Dios?
 
Cuando se definió en una fecha tan tardía como el siglo V que María es <<Madre de Dios>>, se incurrió en uno de los peores errores teológicos posibles. María es la madre de Jesús, la parte humana de Cristo que se hizo carne en el vientre de María por obra del Espíritu Santo para nacer como uno de nosotros. La Deidad de Jesús, Aquello que en él era Dios, existía desde la Eternidad, y por ello no podía tener principio, y por tanto, podría tener madre. Es un absurdo creer que la madre existiera antes que el Creador. Como cristianos creemos que María fue la madre de Jesús, pero no la madre de Dios, quien existe desde siempre y para siempre. El término <<madre de Dios>> no es un término bíblico, sino que fue introducido en la Iglesia visible en el siglo V, en el III Concilio ecuménico de Efeso cuando tuvo lugar la famosa discusión contra Nestorio.
 
Mariología
 
Con el desarrollo de la <<Mariología>> durante la Edad Media, llegó la controversia que explicaremos después. A todo esto, el proceso de dogmatización de la concepción de María no fue tan fácil y rápido en absoluto. El ocho de diciembre de 1854, con su tiara de tres coronas sobre su cabeza, y más de 50.000 fieles a sus pies, el papa Pío IX fue preguntado: <<Padre santo, dinos si podemos creer y enseñar que la madre de Dios, la santa virgen fue inmaculada en su concepción>>. El papa respondió: <<No sé, pidamos la santa luz del Espíritu Santo>>. Ceremonialmente, la pregunta se hizo una segunda y una tercera vez, y entonces el pontífice respondió, como si en aquel momento hubiera recibido la divina inspiración:
¡Sí! Tenemos que creer que la santa virgen, la madre de Dios, fue inmaculada en su concepción...no hay salvación para los que no creen este dogma>>. Así consta en su Bula <<Innefabilis Deus>> como dogma de la Iglesia y artículo de fe: <<Es de Dios revelada la doctrina que sostiene que la bienaventurada virgen María por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en vista de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original y por lo mismo debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles>>.
 
A partir de entonces, los católico-romanos deben creer fielmente que María nació sin pecado y no cometió pecado alguno en el transcurso de su vida, cosa que contradice severamente las Escrituras (Salmo 14: 2, 3; 53: 2, 3; Romanos 3: 10- 12; 3: 22, 23; 5: 12). Curiosamente, poco después de esa declaración dogmática empezaron las <<apariciones>> de Lourdes.
 
¿Cómo se originó esa doctrina?
 
Los orígenes en cuanto a como entró la doctrina de la Inmaculada Concepción de María son más bien oscuros. Existe una leyenda del siglo XII, relatada por el padre Pedro de Rivadeneira en su obra <<Vida de la gloriosa virgen María>> pág. 81. Dicha leyenda cuenta que un ángel se apareció a un abad inglés llamado Elpino quien se hallaba a punto de naufragar con sus compañeros en el mar. El ángel le diría que prometiesen a Dios guardar cada año la fiesta de la Concepción, y de exhortar a otros que la guardasen, y que de esta manera saldrían sanos y salvos de aquel percance.
 
Por otro lado, la Enciclopedia de la religión Católica en su tomo II, tiene un artículo titulado <<Concepción inmaculada de la santísima virgen>>, y en él se dice que cuando en el año 1140 fue establecida en Lyon (Francia) la fiesta de la Inmaculada Concepción por un grupo de canónigos, estos fueron duramente censurados por san Bernardo, que no creía que tal doctrina fuera bíblica, como no lo es. También en el siglo XIII, este tema fue motivo de gran controversia entre dos famosas escuelas de teología católica romana: La franciscana, representada por Juan Duns Scott, que defendía la doctrina de la Inmaculada Concepción de María, usando el argumento de que <<Dios pudo, quiso y convino hacer que María fuese sin mancha, luego la hizo sin mancha>>, es decir, la preservó del pecado desde su nacimiento. Según J. Duns, María estaba destinada; no tuvo más remedio que ser la madre del Salvador, y para ello Dios la prepararía. Esto contradice abiertamente la Escritura y el Espíritu de la misma, donde claramente vemos que Dios nunca niega la libertad de elección al hombre; no obstante, según Juan Duns, Dios obró de manera contradictoria. María, después de escuchar al ángel Gabriel, aceptó la voluntad de Dios, usando de su libre albedrío: <<...hágase conmigo conforme a tu palabra>> (Lucas 1: 38). En otras palabras, ¡perfectamente podía haber rehusado!. ¡La obediencia sin libertad de elección, no es obediencia!
 
Ya vimos que san Bernardo, el más ilustre de los teólogos pertenecientes a esta escuela, mantenía el punto de vista contrario. Por otro lado estaba la escuela dominicana, cuyo máximo representante era s. Tomás de Aquino, el más renombrado de los teólogos católico-romanos. Este también se oponía a la doctrina en cuestión apoyándose en la Palabra de Dios que afirma categóricamente: <<... todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios>> (Romanos 3: 23). La controversia siguió en los siglos siguientes hasta que, como vimos, el 8 de diciembre de 1854, el papa Pío IX, en su bula <<Innefabilis Deus>>, proclamara como dogma de la Iglesia (romana) esa controversial doctrina como una verdad que debía ser creída sin duda alguna por todos los fieles a Roma.
 
Más de cien papas
 
Más de cien papas antes que Pío IX jamás lo habían creído. Los santos padres jamás lo creyeron (porque nada de eso habla la Biblia, sino todo lo contrario), en los últimos diez siglos se les preguntaba a los papas acerca de esta cuestión, y la respuesta oficial era: <<No sabemos>>, pero ahora estaba ese hombre, Pío IX, infaliblemente diciendo que toda la catolicidad romana y el mundo entero debía creer que María fue concebida sin pecado; además añadiendo esta coletilla sin sentido: <<La Iglesia ha sabido y creído siempre que la virgen María era inmaculada>>. Este anuncio asombró a los católico-romanos de todo el mundo. Este mismo papa declararía unos años más tarde, en el 1870, que los pontífices romanos son infalibles cuando hablan ex-cátedra.
 
Intuitu meritorum Christi
 
El latín de la Bula en cuestión dice <<intuitu meritorum Christi>>, es decir, <<en previsión de los méritos de Cristo>>, porque la Redención del Calvario no se había efectuado todavía, pero, en la presciencia divina, ya estaba contabilizada, según el papa. Ahora bien, el singular privilegio de María en la mente del pontífice no consiste en que fuese redimida <<en previsión de los méritos de Cristo>>, puesto que esto es común a todos los que somos santificados; a todos los salvos, ya que lo somos por gracia, por medio de la fe. Este siempre ha sido el plan de salvación de Dios del cual hablaremos someramente al final del librito; aquí de lo que se trata es de creer según Roma, que María <<fue preservada inmune del contagio del pecado original>>. Esto no enseña la Biblia, sino todo lo contrario.
 
Usando mal la Biblia
 
No obstante, Roma dice basarse en algunos textos bíblicos para sostener ese dogma. Uno es Génesis 3: 15. Roma entiende que la mujer de perpetuas enemistades con la serpiente, cuya cabeza había de quebrantar en unión con su Hijo, es proféticamente María. La traducción de s. Jerónimo llamada la <<Vulgata>>, en cuyo texto se apoya expresamente Roma para formular su dogma, traduce el pronombre hebreo <<HU>>, que significa <<él>> (masculino), por <<ella>> (femenino), como si fuese esta <<mujer>>, María, la que habría de quebrantar la cabeza de la serpiente.
 
La respuesta que rebate de plano este argumento es que el pronombre hebreo en cuestión, a saber, <<HU>>, es, efectivamente, masculino, y admitido hoy en día por exégetas tanto evangélicos como católico-romanos. La traducción literal del hebreo de ese versículo es así: <<Y enemistad pondré entre ti y entre la mujer; tu descendencia y entre su descendencia. Él te aplastará la cabeza, y tú le herirás en el talón.>> (Génesis 3: 15). En el texto y en el contexto, la mujer a la cual se refiere, no es otra que Eva, la <<madre de todos los vivientes>>, que representa a su descendencia caída, toda la humanidad. Evidentemente ese <<Él>> es Cristo, el cual vencería a Satanás en la cruz. Esa cruz es Su talón o calcañar. Esta posición doctrinal tan diáfana, está a su vez sostenida por diferentes padres de la Iglesia como s. Basilio, s. Agustín, s. Juan Crisóstomo, entre otros.
 
¡Saludos!
 
El otro texto bíblico donde Roma se apoya para su dogma mariano es Lucas 1: 28, <<Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres>> (Lucas 1: 28). Veamos, <<Salve>>, en griego <<Chaire>>, significa ¡Saludos!. No es más que un ¡Hola! actual. <<¡Muy favorecida!>>, en griego: <<Kecharitoméne>>, a cual participio Roma se ha agarrado para enseñar que María estaba <<llena de gracia>> hasta los topes, sin dejar resquicio a pecado alguno, ni original ni personal, carece de todo fundamento, y para refutarla basta con advertir que Efesios 1: 6 usa exactamente el mismo verbo griego, sin que a nadie se le ocurra decir que todos los creyentes están <<llenos de gracia>> a la manera que Roma dice de María. Hechos 4: 33, dice:<<Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la Resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos>>, es decir, favor de Dios para con todos, cumpliéndose así las palabras de los ángeles de Lucas 2: 14, <<...en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres>>.
 
Muchos de los que se opusieron
 
El saludo de parte del ángel Gabriel a María, significaba lo mismo gracia que favor. María, por tanto, obtenía la gracia, es decir, el favor de parte de Dios de elegirla como a la mujer que iba a llevar en su vientre al Redentor del mundo. Esa gracia que Dios dio a María no tenía nada que ver con el concepto de gracia que existía en la Edad Media entre los escolásticos y que significa ausencia de pecado. Además, no todos los doctores y teólogos católico-romanos están de acuerdo con esta doctrina mariana. Hay muchos que se opusieron, baste mencionar aquí a algunos.
 
En cuanto a los padres de la Iglesia dice Eusebio de Cesarea: <<Ninguno está exceptuado de la mancha del pecado, ni aun la madre del Redentor del mundo, sólo Jesús se halló exento de la ley del pecado aun cuando haya nacido de una mujer sujeta al pecado>>. San Ambrosio, doctor de la Iglesia y obispo de Milán, dijo: <<Jesús él sólo a quien los lazos del pecado no vencieron, ninguna criatura concebida por el contacto por el hombre y la mujer ha sido exceptuada del pecado original; sólo ha sido exceptuado Aquel que fue concebido de una virgen sin aquél contacto, por obra del Espíritu Santo>>. San Agustín, doctor de la Iglesia, comentando el salmo 34 versículo 3, afirmó: <<María, hija de Adán, murió por causa del pecado, y la carne del Señor nacida de María murió para borrar el pecado>>.
 
En cuanto a los doctores y teólogos católicos, citaremos entre otros importantes al doctor de la Iglesia san Anselmo, arzobispo de Canterbury, quien en su obra <<¿Por qué Dios se hizo hombre?>>, dice: <<Si bien la concepción de Cristo ha sido inmaculada, no obstante, la misma virgen de la cual él nació ha sido concebida en la iniquidad y nació con el pecado original>>. San Bernardo, gran devoto de María, en su carta a los canónigos de Lyon afirmó: <<Sólo el Señor Jesucristo fue concebido del Espíritu Santo porque era el único Santo antes de la concepción>>. San Buenaventura, patrón de los teólogos franciscanos, afirma que todos los santos que han hecho mención de este asunto, con una sola boca han aseverado que la bendita virgen fue concebida en pecado original.
 
Pero la cosa no queda aquí, hasta hubo tres papas que mantuvieron ese mismo criterio: León I(440-461), dijo: <<Así como nuestro Señor no encontró a nadie exento de pecado, así también vino para el rescate de todos>>. El papa Gregorio el Grande (590-604), comentando el pasaje de Job 14: 4, expresa que Jesucristo es el único que no ha sido concebido de sangre impura, y el único también que ha sido verdaderamente puro en su carne. Inocencio III (1198-1216), dijo: <<Eva fue formada sin la culpa y engendró en la culpa, María fue engendrada en la culpa y engendró sin culpa>>.
 
De nuevo la Edad Media
 
Roma dice que en los registros de la tradición de los llamados santos padres de la Iglesia viene toda esa doctrina mariana, pero lo cierto es que no es así en absoluto. ¡En esos escritos, ninguno de esos primeros cristianos escribieron nada que tuviera que ver con un culto a María antes del año 600!. Todo lo relacionado con la <<Mariología>> es posterior a esa fecha, realmente a partir de la oscura y supersticiosa Baja Edad Media, y fue incrementándose con el paso de los siglos. Pero esto a nadie debe sorprender. El mismo apóstol Pablo lo dijo: <<Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios>> (1 Timoteo 4:1). ¿Por qué nos ha de sorprender si ya fue escrito? Los <<postreros tiempos>> son los tiempos de la Iglesia, y seguirán hasta que Cristo vuelva a por ella; no una organización ni una institución, sino a por todos los que amamos a Jesús.
 
Resuelta la cuestión
 
Jesús pudo nacer de María sin ningún problema ya que no recibió su herencia genético-espiritual de ella, sino de su Padre Celestial. Por otra parte, y contrariamente a lo que se creía, la sangre de la madre no es la sangre del hijo que tiene en su vientre. Son dos vidas, la de la madre y la del feto, individuales y separadas. Por lo tanto, no era necesario que María fuera <<sin pecado>> como asegura actualmente Roma. El que el dogma católico romano diga que María fue preservada del pecado original, no tiene apoyo ninguno en la Escritura, y no sólo eso, sino que contradice abiertamente la Escritura: <<Como está escrito: No hay justo, ni aun uno....por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios>> (Romanos 3:10,23) <<Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron>> (Romanos 5:12).
 
La Biblia declara que solamente ha habido un justo sobre la tierra en su propia justicia: Cristo Jesús hombre, ya que fue el único que no heredó la naturaleza caída debida al pecado de Eva y Adán. Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo. La Biblia claramente nos habla de que sólo hay un justo, el Hijo del Hombre, Jesús, el cual se dio a sí mismo por todos nosotros: <<Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los justos, para llevarnos a Dios...>> (1ª Pedro 3:18). María no podía morir ni por ella misma, ni por nosotros, sólo el Justo podía hacerlo, porque sólo Él nació sin la lacra del pecado original, ya que María virgen, concibió milagrosamente por el Espíritu Santo. Romanos 3: 9-31; 5: 12, Hebreos 4: 15; 7: 26, dejan bien sentado que, excepto Cristo, no hay un solo ser humano libre de pecado.
 
Muchos católico-romanos, por creer que María fue concebida sin pecado y que vivió sin pecado como Jesús, creen por ello que pueden acudir a ella como mediadora, auxiliadora y co-redentora. ¡Ahí está el error y la trampa!. Este error está demasiado incrustado en la mente y el corazón del fiel católico-romano. Tanto es así que, en la llamada <<Letanía>>, o conjunto de alabanzas a María, esta es invocada como <<Puerta del cielo>>, <<Madre de la misericordia>>, <<Refugio de los pecadores>>, y otros muchos títulos entre el que se encuentra el de <<Reina del Cielo>>, como veremos con más extensión, título pagano condenado expresamente en la Palabra de Dios (Jeremías 7: 18; 44: 17).
 
Si María hubiese sido concebida sin pecado, como Roma hace creer, todos los creyentes tendríamos la libertad de acudir a ella para lograr <<el favor>> de Dios; aunque entonces ya no tendríamos un solo Mediador, que es Cristo hombre (1ª Timoteo 2: 5-7), sino que tendríamos dos mediadores, Cristo y María. Evidentemente esto es una aberración porque es falso. Esto constituye una mentira y una blasfemia, ya que automáticamente se eleva a una criatura humana a la categoría divina. Veamos que dice la Escritura: <<Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos>> (1ª Timoteo 2: 5-6). Cristo es la única propiciación por nuestros pecados.<<Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. <<Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.>> (1 Juan 2: 1, 2). La Biblia dice que al único que debemos dirigirnos es al Dios vivo, en el nombre de Jesús, único Mediador, Sumo Pontífice, y Autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2). Colocar por en medio más personajes, es definitivamente una enseñanza pagana y una aberración a los ojos de Dios.
 
Hasta que...
 
María concibió siendo virgen, y tuvo a Jesús siendo virgen. Los verdaderos cristianos creemos en el nacimiento virginal de Jesús, sin lugar a dudas. No obstante, en el relato de Mateo encontramos lo siguiente en el versículo 25 hablando de José: <<Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito, y le puso por nombre Jesús>>. En el griego original, leemos: <<Kai ouk eginosken anten eos ou eteken uion...>>. La traducción al español literal es como sigue: <<y no conoció a ella hasta que dio a luz un hijo...>>. Claramente la Escritura nos dice que José conoció a María, es decir, tuvo trato marital (como debe ser, ya que tanto el matrimonio como el sexo son obra de Dios y nada hay de que sentirse avergonzado al respecto). Sólo observa que no tuvieron relaciones sexuales hasta que (en griego: eos ou ) Jesús hubo nacido.
 
Por lo tanto, María dejó de ser virgen al poco tiempo de haber tenido a su primogénito, Jesús el Hijo de Dios, tal y como está en las Escrituras (Is. 7: 14). La prueba, además de lo que declara Mateo 1:25, está en la lista de hijos y algunas hijas que tuvieron luego María y José. La Biblia nos da la lista de sus hermanos y de una hermana. Esta lista no es exhaustiva: Jacobo (el ya mencionado), José, Simón, Judas (el autor de su Epístola universal), y Salomé (Marcos 15: 40).¡Qué bueno es saber que Jesús no fue el típico hijo único, sino que se crió con más hermanos y hermanas aprendiendo a convivir con ellos!. También en Marcos 3:31-32, al igual que en Mateo 12: 46-50 o en Lucas 8: 19-21, se menciona a los hermanos de Jesús.
 
Hermanos, primos, parientes
 
En algunas versiones católicas se pone una nota aclarando que, aunque se hablaba de hermanos de Jesús, hay que entender que eran primos o parientes. Sin embargo, en el griego en el que fueron escritos los Evangelios, la palabra helena para hermanos, tal y como está recogida en ese pasaje bíblico, es adelfoi, que literalmente, como en el español, se traduce por hermano carnal o hermano espiritual, nunca por <<primo>> o por <<pariente>>. En todo el Nuevo Testamento, no encontramos el empleo de hermanos por primos. Lucas distingue bien entre hermano: <<adelfós>> (Lc. 8: 21; 16: 28), por primo, <<anepsiós>> y parientes: <<synguenís>> (Lc. 1: 36).
 
Cuando el ángel se aparece a María en la Anunciación, le dice que su parienta Elisabet había concebido hijo en su vejez. Usa la palabra parienta (synguenés) y no la palabra hermana, esto podemos verlo en Lucas 1: 36. Asimismo, cuando se dice que Marcos era el primo de Bernabé, se usa el término primo (anepsiós), y no el de hermano. Sin embargo, cuando se nos relata que el apóstol Andrés conoció a Jesús, se nos dice que él fue en busca de su hermano Simón Pedro, utilizando la palabra hermano (adelphós), y no la palabra primo o la palabra pariente; es decir que usa cada palabra con su significado propio y literal. Además, no se trata de un simple pasaje en el que los hermanos de Jesús son mencionados, y en el que pudiera haberse usado una palabra por otra, sino que la misma cosa se lee en varios pasajes de los Evangelios, en el libro de los Hechos de los Apóstoles Cap.1: 14; y en las epístolas del apóstol S. Pablo con el mismo resultado.
 
Orígenes...
 
También existe otra versión en cuanto a los hermanos de Jesús; estos serían hermanastros, es decir, hijos de José quien habría contraído matrimonio con María siendo ya viudo y padre de todos esos hijos. Sin aportar evidencias históricas ni pruebas bíblicas, Orígenes elaboró esta tesis valiéndose de dos obras apócrifas del siglo II, el <<evangelio de Pedro>> y el <<Protoevangelio de Jacobo>>, en los que se relata que José era de más de ochenta años cuando se casó en segundas nupcias con María, dándose los hijos e hijas tenidos en su primer matrimonio. Esta es la tesis mantenida por los eruditos griegos, sostenida principalmente por Epifanio en el siglo IV.
 
Jerónimo...
 
Otra interpretación, mantenida por la Iglesia romana es la que procede de los tiempos de s. Jerónimo quien refutando a Elvidio a finales del siglo IV, sostenía que los hermanos de Jesús eran hijos de una hermana de María, lo que significaría que eran primos de Jesús.
 
José y María...
 
La tercera interpretación, que es la más natural y la que se desprende del contexto de los 15 pasajes bíblicos en los que se habla de los hermanos de Jesús, es la mantenida por la inmensa mayoría de los cristianos, es decir, que eran hijos reales de José y María. La Biblia nos habla de que María tuvo a Jesús por medio del Espíritu Santo, y dice que fue el primogénito, (Mt. 1: 25) implicando que María tuvo otros hijos, de lo contrario se hubiera usado la palabra unigénito como se usa para describir a Jesús como Único Hijo de Dios. Sabemos que José vivió con María por lo menos doce años, pues cuando Jesús tenía esa edad, y subió al templo, José estaba con María tal y como leemos en Lc. 2: 41-52.
 
¿Por qué tanto énfasis en alguna perpetua virginidad?
 
La cosa es clara en la Escritura, el interés por cambiar el sentido natural de lo expresado en el griego original de los Evangelios, es decir, el llamar primos a los hermanos, obedece simplemente al hecho de mantener la doctrina de la virginidad perpetua de María. Esta doctrina tuvo su origen a mediados del siglo II de nuestra era como consecuencia de las erróneas doctrinas ascéticas que prevalecían en aquella época y que consideraban la virginidad como de mayor santidad que el estado matrimonial. La doctrina fue declarada artículo de fe en el siglo VI, en el V Concilio ecuménico de Constantinopla. Dos siglos después, en un concilio celebrado en Roma, el papa Martín I (649-653), declaró que María fue siempre virgen, y permaneció virgen ¡aun después del parto!.
 
No hay que olvidar que la perpetua virginidad nunca alcanzó en Israel la importancia que consiguió posteriormente entre los así llamados cristianos.
 
Para los judíos, la maternidad era considerada como el honor más grande de toda mujer. El deseo mayor de toda joven hebrea era casarse y llegar a ser madre de muchos hijos, considerándose la esterilidad como una verdadera desgracia; esto lo encontramos a lo largo de todas las Escrituras. Esa perpetua virginidad de la que venimos hablando no constituye ninguna virtud ante los ojos de Dios, por mucho que muchos hayan intentado esforzarse en declarar lo contrario.
 
¿No es el matrimonio una institución de Dios?
 
¿No es el matrimonio una institución de Dios?...Ahora, prejuicios religiosos aparte, ¡pensemos un poco!. Imaginemos a José, un hombre, casado con María, su mujer, y toda una vida sin siquiera poder tocarla. Imaginemos a María, casada con José, y ambos durmiendo en camas separadas hasta la muerte. ¿Es esto lógico? No, no lo es. Eso sería de lo más antinatural y enfermizo. ¿Cómo a María no iba a darle Dios la bendición de tener más hijos, siendo los hijos la máxima bendición en lo natural que una mujer casada anhelaba sobretodo en los tiempos bíblicos, como venimos diciendo?. Lo niegue Roma o no, la verdad es que María, después de tener virginalmente a Jesús, tuvo más hijos e hijas. El padre de ellos fue José, con el que estaba casada, y al cual amaba.
 
¿La Asunción de María?
 
 
El dogma de la Asunción de María es el último dogma proclamado por la Iglesia de Roma al respecto, y lo fue en una fecha tan reciente como la del año 1950, siendo una consecuencia lógica de aceptar la doctrina de la Inmaculada Concepción. La Escritura dice que la paga del pecado es la muerte (Ro. 6: 23). Con que María, según Roma, era sin pecado, no podría morir. En ese momento, el Vaticano debía tomar una decisión. Si ella no podía morir, debía ser tomada en cuerpo y alma al cielo, como lo fue Jesús.
 
Desde hace poquísimos años, cada católico-romano está obligado a creer que esto fue así, que María fue ascendida por los ángeles en cuerpo y alma al cielo. Evidentemente, ninguna mención hay de eso en la Biblia, sencillamente porque no la puede haber. Aquí, nos encontramos con la contradicción entre lo que declara la Sagrada Escritura y el dogma romano. Además de lo que la Biblia nos dice en cuanto a que <<no hay justo ni aún uno>>, que ya vimos en su momento, la Palabra de Dios nos dice en 1 Corintios 15: 50, <... la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios...>>.¡Dios no se contradice!
 
De tradiciones se trata
 
¿Según esa doctrina, María no murió sino que se quedó dormida?. Existen dos tradiciones distintas según el diccionario de teología católico romana sobre este particular. Una tradición apoya la inmortalidad de María, es decir, que no pasaría por el trance de la muerte, sino que simplemente se quedaría dormida. La otra tradición indica que María murió tranquilamente sin sentir el sufrimiento y el temor que normalmente padecen las personas al morir (los pecadores), puesto que ello es consecuencia del pecado, y esto no afectó a María; y que lo mismo que su hijo Jesús, resucitó al tercer día. Hay diversas variantes de esta tradición, una de las cuales dice que resucitó en el día quince, y otra que lo hizo en el día cuarenta después de su muerte.
 
Fantasía religiosa medieval
 
Muchos de estos detalles son fantásticos, novelescos y del todo inverosímiles, que no se compaginan en absoluto con los relatos de los Evangelios canónicos. Según estas tradiciones, la madre de nuestro Salvador siendo ya una anciana y cansada de vivir en este mundo, le suplicaría a su hijo en el cielo que se la llevara cuando antes a estar con él. Jesús entonces le enviaría un ángel para que le anunciase su muerte, noticia que ella recibiría con inmenso júbilo, mandando aparejar muchas velas (costumbre esa proveniente del paganismo) y aderezar el aposento. Para estar presentes en el momento de la muerte de María, todos los apóstoles con excepción de Tomás se darían cita en Belén donde ella viviría ¿?. Juan se trasladaría desde Efeso cabalgando en una nube, y del mismo modo viajarían los demás apóstoles desde los distintos países del mundo en que se encontraban predicando. Llegado el momento de su muerte, María se recostaría en su cama mientras que los apóstoles, de rodillas, y envueltos en lágrimas, la besarían y la despedirían. Ella los bendeciría y consolaría diciéndoles, <<quedaos con Dios hijos míos, muy amados; no lloréis porque os dejo, sino alegraos porque voy a mi querido hijo>>.
 
Ángeles del cielo comenzarían a llegar, y después Jesucristo mismo, descendiendo en otra nube, aparecería ante su madre, y en medio de una luz deslumbradora, de dulces armonías celestiales, llevaría el alma de María al cielo. Su cadáver no se corrompería sino que derramaría delicadísimos perfumes. Después los apóstoles le darían honrosa sepultura en el valle de Josafat. De que como se enterarían los apóstoles de su resurrección, la tradición dice que al tercer día de estar sepultada, llegó Tomás en una nube, y al descender en el monte de los Olivos observaría como en aquel mismo instante María era transportada a los cielos en cuerpo y alma, llevada por su hijo Jesús, y un coro de seres angelicales. Luego Tomás buscaría a los otros apóstoles y les relataría lo acontecido, pero ellos se mostrarían incrédulos afirmando que ellos mismos la habían sepultado. Ante la insistencia de Tomás, irían con él al sepulcro convenciéndose por sí mismos de que estaba vacío, lo cual les haría aceptar la creencia de que María había resucitado y había sido elevada al cielo en cuerpo y alma.
 
Evidentemente, todo este relato no es sino una leyenda de la más pura fantasía medieval. Las Sagradas Escrituras no dicen nada al respecto, ni por asomo, ¿cómo, entonces, se originó todo esto?. Los orígenes de estas leyendas son muy oscuros. Las primeras referencias parecen hallarse en unos libros apócrifos titulados <<La dormición de María>> y <<El tránsito de María>>, escritos ambos a finales del siglo IV; expresamente condenados como heréticos por el papa romano Gelasio I a principios del siglos VI. Sin embargo, a finales de ese siglo (s.VI), la festividad empezaba a tener arraigo entre los católicos de Oriente de aquel tiempo, decidiendo entonces el emperador Mauricio que se celebrase el 15 de agosto. También el papa Gregorio el Grande ordenó que se celebrase en esa misma fecha en el Occidente. San Juan Damasceno afirma que en el siglo VIII que la festividad de la Asunción es ampliamente observada entre los católico romanos. Durante la Edad Media apareció un libro escrito en latín, titulado <<Evangelio del nacimiento de María>>, en el que se recogen muchas de estas historias con respecto a María, tales como su nacimiento milagroso de unos padres ya ancianos llamados Joaquín y Ana; su vida en el Templo desde la edad de tres años hasta los doce; su boda con José cuando este contaba con ¡más de ochenta años!; y algunas de las anécdotas de su muerte y de su resurrección, tales como las que hemos mencionado, y que parecen provenir de libros apócrifos como el <<Protoevangelio de Santiago>>, que no tiene nada que ver con la Epístola de Santiago.
 
Sin embargo, el papa Benedicto XIV declaraba en 1840 que esta clase de tradiciones no encerraban el peso suficiente como para declararlas artículo de fe. No obstante, al final, fue declarado el dogma, y por tanto, los verdaderos católico-romanos deben creerlo, tal dogma de la Asunción de María basado en todas esas tradiciones sin fundamento en la verdad. El papa Pío XII, el 1 de noviembre de 1950, en una constitución apostólica, proclamó como artículo de fe y dogma oficial de la Iglesia de Roma, la doctrina de la Asunción de María a los cielos, con las siguientes palabras: <<Nos pronunciamos, declaramos, y definimos que es un dogma revelado por Dios el que la Inmaculada madre de Dios, la siempre virgen María, fue llevada a los cielos en cuerpo y alma cuando terminó el curso de su vida en la tierra>>. Como se puede ver, en esta declaración no se especifica si María murió o no, ni se narran los hechos que la tradición atribuye a Tomás y a los demás apóstoles viajando en nubes, etc. pero en ellas está basado, como venimos diciendo.
 
Hay que apuntar que el mismo papa Pío XII, cuatro años antes de su dogmática declaración, había escrito una carta a los obispos católicos del mundo entero consultándoles sobre la conveniencia o no de declarar dicha doctrina como dogma, siendo la respuesta del episcopado favorable. Vemos aquí que ese dogma no fue declarado por Dios, tal y como reza la declaración dogmática arriba leída, sino que fue una simple decisión humana.
 
¿Debemos dirigirnos a María?
 
La Iglesia de Roma enseña a los niños que en el cielo tienen un padre y una madre; su padre es Jesús y su madre es María. Esto es contrario a lo que la Biblia enseña. Esto viene a cuento, porque Roma manifiesta que un padre es más severo y duro que una madre, entonces, es mejor acercarse primero a María, que por ser madre, es más caritativa y misericordiosa que Jesús. Todo esto no es más que un argumento sentimentalista sin fundamento en la Palabra de Dios, es lo que ha venido a llamarse <<a Jesús por María>>. Este argumento mariano aparta a la gente de la verdad. Dale a un niño la verdad y los principios de Dios y llegará a ser un adulto recto y temeroso de Dios. Dale a un niño la barbaridad de <<a Jesús por María>>, y ese niño difícilmente podrá sacudirse esa mentira de su corazón cuando sea adulto.
 
¿A Jesús por María?
 
Jesús nos dice en Su Palabra:<<Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cansados que Yo os haré descansar>> (Mateo 11: 28). Cristo nos dice que sólo a través de Él y en Su nombre podemos alcanzar los favores de Dios. Cristo añade: <<Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre sino por Mí>> (Juan 14: 6). También dice: <<Todo lo que pidiereis al Padre en Mi nombre se os dará>> (Juan 14: 13, 14).
 
¿Quién vino al mundo a salvar a los pecadores, Jesús o María?: Jesús. ¿Quién es el mejor amigo del pecador?: Jesús. Cuando María y Jesús estuvieron en la tierra, ¿invitó Jesús a los pecadores a ir a Él o a María para alcanzar salvación?: A Él. ¿Habla la Biblia de algún pecador que haya temido ir a Jesús y que le haya pedido a María que se acercara a Jesús a interceder por él?: No. Al ladrón en la cruz, ¿le convenía más hablar con Jesús o con María que estaba a sus pies?: Con Jesús, claro. Si Jesús amó a los pecadores hasta el punto de morir por ellos, ahora que Jesús está en el cielo, ¿habrá perdido algo de aquel amor divino y misericordia superior que tenía por los pecadores por los cuales dio su propia vida?: ¡¡No!!. Entonces, si Jesús es nuestro mejor amigo, ¿por qué muchos católico-romanos prefieren ir antes a esa supuesta María?: Porque ya desde pequeños les inculcaron la absurda falsedad de <<a Jesús por María>>.
 
Rezar u orar a María, es un absurdo y aun un pecado, al igual que hacerlo a los santos, ya que la Biblia prohibe que nos dirijamos a los muertos, por muy obedientes a Dios que hayan sido (Deuteronomio18:11). Al único que debemos dirigirnos es al Padre en el nombre de Jesús. Nunca podremos esperar ninguna gracia de María ya que el único que da la gracia y que reparte las bendiciones es el Autor de las mismas: el Dios de Israel: <<La bendición de Yahvéh es la que enriquece, y no añade tristeza con ella>>
(Proverbios 10:22).<<Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación>> (Santiago 1:17). Esperar recibir algo de otros seres celestiales es pagano e impío, y es donde el diablo tiene oportunidades de engañar a muchos que se dicen creyentes. En ningún lugar de la Biblia se nos habla de María como <<corredentora, mediadora, intercesora, auxiliadora>>. Todo ese culto a María es sencillamente una fantasía religiosa, sin ningún fundamento en la verdad revelada por Dios. Más adelante veremos de dónde procede. Muchos se sorprenderán al saber de dónde viene ese culto a María, ¡siga leyendo!
 
¿Querrá María que se la venere?
 
¿Querrá María, la que se consideraba a sí misma <<con bajeza>> y necesitada de la salvación de Dios, que los creyentes la adoren, o siquiera, veneren? ¡No! ¿Querrá María que se le prive de alguna adoración y veneración a Dios para recibirla ella, por mínima que sea, contradiciendo el mandamiento bíblico de sólo adorar y venerar a Dios? ¡No!. Es un abuso exigir a los católico-romanos que le den a María el culto de <<hiperdulía>> que es un tipo de adoración algo menor que a Dios. En ningún lugar en la Biblia viene esa pretendida <<hiperdulía>>, la cual, inexorablemente, se traduce de hecho en una adoración real, tal y como como explicaba D. José Borrás. El único que merece toda la adoración y alabanza es el Dios de Israel, y nunca la compartirá con nadie: <<Yo Yahvéh; este es mi nombre (Padre, Hijo y Espíritu Santo), y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas>> (Isaías 42:8).
 
La verdadera regla de fe y conducta
 
Los cristianos, sólo aceptamos la Sagrada Escritura como la única norma de fe y conducta, porque sólo ella es la Palabra de Dios. Por lo tanto, rechazamos como verídica, cualquier revelación que contradiga la Palabra de Dios. No creemos estas historias y leyendas que hemos leído, así como otras, basadas en libros apócrifos que no pertenecen al canon del Nuevo Testamento, ni tampoco fueron creídas por los padres y doctores de la Iglesia, ni por los teólogos más prestigiosos. Si la pretendida Asunción de María hubiera sido un hecho real, resultaría ilógico el que hubiera sido silenciado en la Palabra de Dios. Pero lo cierto es que ni en los cuatro Evangelios, ni en las Epístolas apostólicas, ni en el libro de los Hechos de los apóstoles, ni en los mismos escritos del apóstol San Juan, quien estuvo al cargo de María por encargo de Jesús cuando estaba clavado en la cruz del Calvario, se menciona nada sobre el particular.
 
Está demostrado que cuando se enfatiza en la <<Virgen>>, Jesucristo queda a un lado, se le ve como el <<niñito>>, pero cuando se enfatiza al Hijo de Dios, María queda en su lugar, sin exageraciones.
 
Por todo ello, los cristianos no rendimos a María ningún culto, así como tampoco se lo rendimos a Moisés, a Abraham, o al apóstol San Pablo, ni a ningún otro personaje humano, por muy devoto y santo que haya sido, ya que el mismo Jesús fue quien dijo: <<Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás>> (Mateo 4: 10). No obstante, de idéntica manera que reconocemos la fe de Abraham, el celo de Elías, la obediencia de David, el arrepentimiento de Pedro y el celo de Pablo, por sólo citar unos ejemplos de siervos del Señor, estimulando a las gentes a que imiten su piedad, así también amamos y respetamos a María, a la que reconocemos una obediente mujer, a la que Dios escogió para llevar en su vientre al Salvador del mundo, y por ello, es bienaventurada, y bendita entre las mujeres (Lc. 1:28).
 
Sin embargo, la cosa fue a más. Además de la veneración hasta el paroxismo de las reliquias de los santos distintos (la práctica llegó a ser, y es, verdadera necromancia), se fue dispersando por todo el Imperio romano el culto a la madre y al niño. ¿No suena esto cristiano?, pero, ¿es cristiano? No lo es. El diablo siempre intenta adelantarse a los planes de Dios, para torcerlos. En la antigua Babilonia adoraban a la <<diosa-madre>> y al <<dios-niño>>. Todo esto es bien sabido por todos los estudiosos, los nombres de la diosa eran diferentes según el lugar y la época ya que este culto originario de Babilonia se extendió por toda la tierra después del episodio de Babel, narrado en el libro del Génesis capítulo 11. Este es el espíritu demoníaco de la <<Reina del Cielo>>. Es triste decirlo, pero la Iglesia romana pronto utilizó este culto pagano y lo <<revistió>>de cristianismo, también, para atraer a las multitudes paganas del Imperio.
María sería la madre, y el niño sería Jesús. Aquí no voy a pretender culpar a nadie, solamente expongo los hechos. La <<Reina del Cielo>> tuvo éxito con su falsa María. ¡Todo un gran disfraz!.
 
<<Theotokos>>
 
Se encienden velas en honor a la <<Virgen>> en el año 538, y antes, en el año 431, en el III Concilio ecuménico, la Iglesia romana definió a María nada menos como <Theotokos>>, es decir, <<Madre de Dios>>, curiosamente en la ciudad de la diosa Diana, en Efeso, donde operaba el espíritu de la <<Reina del Cielo>> entre los paganos. Curiosamente, como vimos, el mismo título que se le daba a la Diana de los Efesios o a la Astoret de los fenicios, le dan los católico-romanos a la <<Virgen>>: La Reina del Cielo. No obstante, en el Cielo no hay una Reina sino un Rey. La Biblia dice que el único Rey de los Cielos, es el Rey de reyes y Señor de Señores: Jesucristo, nuestro Señor.
 
Apariciones <<marianas>>
 
Dichas apariciones no son de María, evidentemente. La verdadera María nunca osaría tomar, ni aún en lo más mínimo, alguna gloria del Padre o del Hijo, ni ningún protagonismo; ella es una más en el Cielo donde están todos los salvos por los méritos de Cristo. El mensaje central de esas supuestas apariciones, es que ella es la mediadora y co-redentora, y aún más. Tomemos el ejemplo de Fátima. Aquellos niños que en esa ciudad de Portugal recibieron a partir del 13 de mayo de 1917 visiones de la supuesta María, la <<Reina del Cielo>> les dio una serie de mensajes secretos, los cuales tenían un denominador común: La <<Virgen>> demandaba que el mundo, y especialmente, Rusia, debía consagrarse a María. No existe ni un solo pasaje en la Biblia, como ya vimos, que confirme tal demanda, al contrario, se nos demanda que adoremos y sirvamos únicamente a Dios (Isaías 42: 8).
 
En algunos casos, ha habido apariciones que nunca ocurrieron. En otros casos, sí, pero no son de la verdadera María, aunque lo pareciera. Esas apariciones que no proceden de Dios, bien pudieran ir acompañadas de ciertas señales y prodigios engañosos. Esas apariciones de origen sobrenatural son en realidad manifestaciones demoníacas para embaucar a aquellos que se someten a su mensaje. Dice la Biblia: <<...El mismo Satanás se disfraza como ángel de luz>> ( 2ª Corintios 11:14). Conozco personalmente el caso de un predicador, Yiye Ávila, al cual una vez, estando él en la cama se le apareció visiblemente un ser que decía ser la virgen María. Todo su semblante era como el típico de las representaciones marianas, lleno de luz y hermoso en apariencia. Yiye, pensó para sí <<veremos si esta aparición es de Dios>>; así que sin más le dijo en alta voz: <<Te reprendo en el Nombre de Jesús de Nazaret>> ¿Saben lo que ocurrió? ¡Desapareció de inmediato! Si hubiera sido la María de las Escrituras, no habría huido. Era un demonio que se hacía pasar por María para tratar de engañar a un hombre. Gracias a Dios, ese hombre conocía bien la Biblia y al Autor de la misma.Gran lección a aprender:
 
¡No todo lo sobrenatural procede de Dios!
 
Poder y engaño demoníaco
 
El poder de ese espíritu demoníaco, al cual la verdadera Iglesia de Jesucristo está llamada a reprender y repeler, aún está actuando. Muchos se han sorprendido al saber que el 25 de agosto de 1997, la revista Newsweek informara que en los últimos cuatro años el papa ha recibido 4.340.429 peticiones firmadas animándole a que declarara dogmáticamente que María es la <<co-redentora>> juntamente con Cristo. Cuando el papa visitó Cuba en 1998, coronó la imagen de la <<virgen de la Merced>>, declarándola la Reina de Cuba. Esta imagen idolátrica es exactamente la misma que usan los devotos del culto satánico conocido como Santería.
 
La verdadera María, a la cual llamarían bienaventurada todas las generaciones (Lucas1:48b) porque sería la madre del Salvador de la humanidad, llora en los cielos al contemplar toda la idolatría, superstición y paganismo que se ha volcado alrededor de su persona. Sólo en España, en el país que hay más, existen cientos de <<vírgenes>> con diferentes nombres que se hacen muchas veces la competencia entre ellas. Eso era lo propio en el paganismo antiguo, cuando los paganos hacían procesiones de sus diosas intentando demostrar a los otros paganos que sus diosas eran mejores ¿Qué diferencia hay entre las procesiones paganas que hacían los antiguos llevando a cuestas sus diosas con una devoción y veneración auténticas, y las procesiones de los cientos de <<vírgenes>> que hay en España?. Ninguna.
 
El fervor y la devoción no son en sí mismos garantía de santidad y de verdadera fe.
 
Cuando veo las procesiones de Semana Santa en Sevilla, sin remedio me viene a la mente el testimonio de cómo eran las procesiones paganas en la antigüedad. Escribe D. José de Segovia: <<Las procesiones de Cibeles eran exóticas, acompañadas de música oriental, mostrando el rico atuendo de los sacerdotes y el entusiamo de los fieles>>. Sigue diciendo D. José: <<El culto a Cibeles, junto al de Isis, protegido oficialmente por el emperador Calígula (37-41), son los más extendidos por la Península Ibérica. Esta es una época de gran sincretismo, la de los siglos II y III, que con el triunfo del cristianismo, van a ser camuflados en fiestas y rituales que llegan hasta nuestros días, tal y como ha demostrado el prestigioso antropólogo vasco Julio Caro Baroja>>.
 
Cronología mariana
 
Aquí van algunas fechas históricas que tienen que ver con el culto mariano romano:
 
El <<ora pro nobis>> no aparece hasta la fecha del año 600.
La procesión del <<Santo Sacramento>> y el <<Ave María>>, en el año 1011.
La <<Salve Regina>> aparece en el 1237.
La invención del <<escapulario>> es debida al carmelita Stock en el año 1251.
El <<rosario>> en el año 1470.
La fiesta de la <<concepción>> en el 1475.
El dogma de la Inmaculada Concepción por el papa Pío IX en 1854.
El dogma de la <<Asunción de la Virgen>> en el año 1950.
 
Como puede apreciarse en esta lista, contemplando el amplio espectro temporal, partiendo de la baja Edad Media, el engaño y la oscuridad espiritual fue en aumento progresivo hasta nuestros días. Roma ha venido a hacer de María poco menos que una diosa. Esa es la triste realidad.
 
A quien ame la verdad
 
¡Qué triste debería sentirse la verdadera María en los cielos viendo como esa falsa María que robaba la gloria a Jesús estaba engañando a tantos en la tierra!. El culto a la falsa María empezó...y sigue. Aunque Roma no enseñe que se ha de adorar a María, lo cierto es que se la adora, más que al propio Cristo Jesús, quien merece toda la adoración junto al Padre. Sólo queremos recordar aquí, que cualquiera que de verdad quiera seguir al Señor Jesucristo, debe abandonar todo culto a María, ya que no es a María a quien da culto sino al espíritu demoníaco de la <<Reina del cielo>>; y aunque pretenda dar culto a la verdadera María, recordarle que la Biblia no enseña tal cosa, sino todo lo contrario: <<Amarás, pues, a Yahwé tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días>>, y <<A Yahwé tu Dios temerás, y a Él sólo servirás>> (Deuteronomio 11: 1; 6: 13).
 
Resumen
 
En resumen, y hablando de hechos constatados. María es bienaventurada entre las mujeres, porque fue escogida por Dios para el privilegio mayor que mujer alguna pudiera tener: traer al mundo al Señor hecho carne. No obstante, por el hecho de ser una simple mortal como Vd. y como yo, no la veneramos, y menos todavía, la adoramos (aun con la supuesta hiperdulía romana). Eso sí, la admiramos como un ejemplo a seguir, de obediencia y de humildad ante todo.
 
María era virgen al concebir y tener a Jesús (Isaías 7:14; Mateo 1:18-25), luego, casada con José como estaba, dejó su virginidad, ya que sólo era requerida para traer a este mundo al Salvador, Dios que se hacía hombre. La prueba de ello es la lista de hermanos que muestran los Evangelios que tuvo Jesús. El creer otra cosa, instintivamente aparta a muchas personas bien intencionadas del Dios vivo por poner sus ojos en una supuesta virgen, que dejó de serlo después del nacimiento de Jesús.
 
Amado lector
 
El propósito de este librito es que conozcamos mejor como son las cosas en las que creemos y debemos creer como conviene, como Dios ya lo estipuló. María jamás le perdonará los pecados, María jamás le hará a Vd. nacer de nuevo (Jn. 3: 3), María jamás le abrirá las puertas del cielo. Sólo Jesucristo, el Hijo de Dios, el que, como hombre, nació de su vientre, puede conseguir estas cosas para Vd.; de hecho, ya las consiguió en la cruz del Calvario.
 
La salvación no es por méritos personales, sino por la fe (Romanos 5: 1). Es por gracia, por medio de la fe (Efesios 2: 8). La verdadera fe no consiste en repetir de carretilla el Credo, ni en aceptar intelectualmente tal o cual creencia, la fe que salva consiste en creer y recibir a Cristo (Juan 1: 12). Consiste en creer que Cristo Jesús es el Hijo de Dios, que vino al mundo para salvar a los pecadores, y que siendo yo un pecador, murió en la cruz por mí; es decir, en vez de mí. Yo acepto como mío Su sacrificio, y reconociéndome pecador, me aplico a mí mismo el sacrificio que Él hizo. Entonces Dios no me mira tal como soy, sino a través de Su Hijo amado; me ve como si yo fuera justo, aunque por mí mismo, no lo sea. Es decir, que aunque no soy justo, estoy justificado delante de Dios por medio de Cristo que sí es justo:
 
<<Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo>> (Romanos 5:1).
 
Creer implica que uno se pone enteramente en las manos del Señor confiando absolutamente en El, aceptando como verdad lo que El nos ha dicho acerca de Dios, de la Vida eterna, de nosotros mismos, y obedeciendo los mandamientos que El nos ha dado y se encuentran en Su Palabra, la Biblia (Juan 15: 4).
 
Esta es una oración que puede dirigir al Señor para que le perdone sus pecados y le haga nacer de nuevo:
 
<<Señor, me arrepiento de mis pecados; de mi vida egoísta y cómoda; te pido perdón por no haberte buscado con todo mi corazón y haberme conformado con una simple religiosidad. ¡Te entrego hoy mi vida!. Creo en Jesucristo, Tu Hijo, y conforme a tu Palabra, le recibo en mi vida como mi Salvador personal y mi Señor; y con Él, el Espíritu Santo y el don de la vida eterna. Gracias por tu amor y tu salvación; te amo, Padre. En el nombre de Jesús. Amén>>.
 
Amado lector
 
Habiendo hecho esta oración de corazón, tenga la seguridad de que Dios va a responder. El le ama y sólo quiere lo mejor para usted.
 
Espero que este tratado que ha leído le pueda haber ayudado a acercarle más al verdadero Dios, dándole más luz. Más abajo hay unas señas que le pueden ser útiles. Busque el congregarte con verdaderos cristianos, aquellos que de veras aman a Jesús (He. 10: 25) y siguen Su Palabra.
 
¡El Señor viene pronto!
Atras