- LA SALVACION
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- Introducción
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- Constantemente, a través de los medios de comunicación,
los noticieros, los documentales, etc. se nos advierte de la
triste e incuestionable realidad del estado medioambiental de
nuestro planeta. Los océanos cada vez más contaminados;
los bosques y selvas que nos abastecen de oxígeno y materias
primas, cada vez más masacrados; la fauna salvaje extinguiéndose
a marchas forzadas, y un buen número de enfermedades en
los animales domésticos nos hace dudar muchas veces de
la conveniencia o no de seguir alimentándonos de ellos,
sin mencionar los productos vegetales, muchos de ellos transgénicos,
otros, criados con fertilizantes químicos y rociados con
pesticidas varios. ¡Qué lejos está todo esto
de cuando Dios creó todas las cosas!. El libro del Génesis
es tan enfático: <<Y vio Dios todo lo que había
hecho, y he aquí que era bueno en gran manera>>
(Génesis 1: 31).
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- El mundo se ha vuelto loco, ¡ya hace mucho que perdió
el norte!. Guerras, asesinatos, mutilaciones, abusos de todo
tipo, desastres naturales, esto es lo común de cada día,
y la prensa hace su constante agosto de toda esa mercadería
informativa. El mundo se ha vuelto loco, y el problema es que
Vd. y yo estamos en él. ¿Se habrá Dios olvidado
de Su creación? o más bien, ¿Se habrá
la creación olvidado de Dios?. Como cristiano, sólo
puedo hacerme la segunda pregunta, porque de la primera, conozco
la respuesta: No. En cuanto a la segunda, evidentemente, la inmensa
mayoría de la humanidad se ha olvidado de Dios, y no le
busca ni sirve como Él lo ha establecido.
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- ¿Evolución o involución?
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- Me sorprende el aparente optimismo de una inmensa mayoría
que cree y habla de una presunta evolución del ser humano
y de la naturaleza que le rodea. El término evolución
aparentemente optimista, y definitivamente utópico, si
somos serios, no define ni la realidad de la humanidad, ni la
realidad de su entorno. Contrariamente, el término involución
(contrario al concepto de evolución), sí. Todo
lo creado está degenerando y yendo hacia una autodestrucción
en un proceso uniformemente acelerado. Este es el resultado del
hombre a través de su historia, incluyéndose a
sí mismo, tomando los mandos de la creación de
Dios, sin Dios. Por todo ello, ¡el hombre debe reconocer
su fracaso, y su necesidad de recibir ayuda antes que sea demasiado
tarde!.
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- ¿Ha fallado Dios?
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- ¿Por haber fallado la creación de Dios, ha
fallado Dios?. En ninguna manera. Dios se ha propuesto devolver
Su creación a su estado inicial, cuando Él lo creó
todo y dijo que era bueno en gran manera. Para que esto sea así,
muchos se dispondrán (muchos lo hicieron ya), a acatar
con buen ánimo la voluntad del Dueño y Hacedor
de todo lo que existe; no obstante, no todos los hombres querrán
(o han querido), sujetarse a Dios.
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- El futuro pertenece a Dios
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- La creación de Dios, está esperando el momento
en que los hijos de Dios se manifiesten como tales. Esto será
cuando el Hijo de Dios, Jesucristo, vuelva a esta tierra.
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- Leemos así en la Biblia, la Palabra de Dios:
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- <<La creación espera con gran impaciencia el
momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios.
Porque la creación perdió su verdadera finalidad,
no por su propia voluntad, sino porque Dios así lo había
dispuesto; pero le quedaba siempre la esperanza de ser liberada
de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa
libertad de los hijos de Dios. Sabemos que hasta ahora la creación
entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto.
Y no sólo ella sufre, sino también nosotros, que
ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a
recibir. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser
adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados
nuestros cuerpos>>. (Romanos 8: 19-23 -versión Dios
habla hoy-).
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- Parte Primera
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- La condición actual del hombre
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- Para entender mejor la salvación que Dios nos propone,
deberemos comprender bien cual es la situación en la que
se halla toda la humanidad sin Cristo.
- Antes de hablar de la venida de Cristo a este mundo para
salvarnos, deberemos hacernos esta doble pregunta: ¿De
qué hemos de ser salvos, y por qué?.
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- Como vimos, cuando Dios terminó Su creación
(Génesis 2: 1), vio y consideró que todo lo que
había hecho era bueno en gran manera (Génesis 1:
31). La muerte no estaba en los planes de Dios. De hecho, no
había enfermedades, ni catástrofes naturales, ni
ningún tipo de deficiencia. El clima era ideal, todo rebosaba
vida.
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- El hombre fue creado por Dios para mantener una relación
de amistad y amor con su Creador, y regir sobre lo que El había
creado (Gen. 1: 28-30). La responsabilidad de todo estaba en
las manos de Adán. Y así fue por pocos años
(Gen. 1 y 2). Hasta que usando de su libre albedrío, tanto
Eva como Adán prefirieron romper su relación con
Dios al decidir creer las promesas mentirosas del diablo (leer
Génesis 3). Entre otras cosas, esto produjo la interrupción
de la comunicación entre el Creador y sus criaturas, creadas
a Su imagen y conforme a Su semejanza (Gen 1: 27). El relato
del Génesis es diáfano:
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- <<Pero la serpiente era astuta, más que todos
los animales del campo que el Señor había hecho;
la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No
comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió
a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos
comer; pero del fruto del árbol que está en medio
del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le
tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente
dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el
día que comáis de él, serán abiertos
vuestros ojos, y seréis como Dios sabiendo el bien y el
mal>> (Génesis 3: 1-4).
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- Cabe insistir que la decisión del hombre de creer
al diablo antes que a Dios fue tomada en perfecto uso de su libertad
y de su voluntad. Esa decisión motivó la ruptura
eterna de relación entre la criatura y su Creador. Por
todo ello, la desobediencia de la mujer y luego la del hombre
(Génesis 3: 6), desencadenó maldición. Esa
maldición vino sobre toda la tierra hasta hoy, y continuará
hasta que Jesucristo vuelva en gloria e inicie su Reino Mesiánico:
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- <<...maldita será la tierra por tu causa (la
de Adán), con dolor comerás de ella todos los días
de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás
plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el
pan hasta que vuelvas a la tierra...>> (Génesis
3: 17-19).
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- Al estar el hombre separado de Dios, la muerte entró
en el mundo. No sólo la muerte del mismo hombre (Génesis
2: 17), sino la muerte de todo lo creado sobre la tierra. Esta
caída hay que entenderla en toda su medida; significa:
condenación. El hombre se condenó a sí mismo
al salirse de la cobertura sobrenatural de Dios su Creador. Por
lo tanto, hemos de entender que el hombre natural, es decir,
el hombre sin Cristo (1 Corintios 2: 14) está condenado,
porque está separado de Dios, y está en manos del
Adversario de su alma, el diablo, lo quiera aceptar o no. Esta
es la consecuencia del mal uso de la libertad y de la voluntad
que le fueron otorgadas. Dice la Biblia: <<Por tanto, como
el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado
la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres,
por cuanto todos pecaron>> (Romanos 5: 12) <<...la
muerte entró por un hombre (Adán)...porque así
como en Adán todos mueren...>> (1 Corintios 15:
21, 22).
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- El resultado de la desobediencia de Adán ha quedado
bien patente a través de toda la historia de la humanidad:
Pecado, maldad, guerras, enfermedades, hambres, desgracias, y
un largo etcétera que todos conocemos tan bien, ¡basta
sólo echar un vistazo a las noticias de cualquier día!
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- El hombre no fue creado para ser Dios. Y esto es lo que muchos
irresponsables no entienden aún. El pretender ser dios
de su vida, le lleva a una inexorable perdición. El hombre
no fue creado para eso.
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- El hombre fue creado para vivir en dependencia de su Creador.
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- El hombre caído y Satanás
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- Creyendo el hombre la mentira del diablo de que iba a ser
independiente y dueño de sí mismo, muy al contrario,
se vio en las manos del Enemigo de su alma. Al obedecer a Satanás,
el hombre se hizo esclavo de él hasta hoy. La posición
de privilegio y dominio que Dios le había dado al hombre,
fue cedida por éste al diablo, al decidir creer y obedecerle,
haciendo a Dios mentiroso. Esa es la razón por la cual
Satanás llegó a ser <<Príncipe de
este mundo>> (Jn. 12:31;14:30;16:11). Satanás, el
antiguo Lucifer, que tanto odia a Dios, así odia al hombre
porque está creado a Su imagen.
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- Muchos se preguntan por qué Dios autorizó la
tentación de Satanás. La respuesta es sencilla.
El hombre, como ser libre, debía libremente escoger amar
a Dios. Libremente escogió lo contrario.
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- Satanás, que significa <<adversario>>,
el que fuera un precioso querubín (arcángel), en
su día se rebeló contra Dios. Quiso ser igual a
Dios y arrastró a la tercera parte de lo ángeles
en su caída (Ezequiel 28: 12-19; Isaías 14:12-19;
Apocalipsis 12: 3, 4). Satanás es un rebelde. Jesús
de Nazaret dijo de él que es el <<padre de mentira>>
(Juan 8: 44b). La Biblia dice que su labor es <<robar,
matar y destruir>>. No siempre actúa de manera clara,
casi siempre lo hace solapadamente a través de mil argucias
y engaños ¡incluso se disfraza como ángel
de luz para engañar a muchos! (2 Corintios 11: 14). Su
principal engaño es negar su propia existencia y la de
sus demonios.
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- La rebelión del hombre recuerda a la de Satanás.
¡Satanás quiso ser como Dios, el hombre quiere ser
Dios de sí mismo! El destino de Satanás será
el <<lago que arde con fuego y azufre>> (Mateo 25:
41; Apocalipsis 20: 10).
- Ese también será el destino de todo hombre
y mujer que no se arrepiente de su rebeldía (Apocalipsis
20: 15).
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- Todo lo que Dios le ordenó al hombre era que no comiera
de cierto fruto de cierto árbol; el árbol de la
ciencia del bien y del mal, que estaba en el huerto del Edén
(Génesis 2: 16, 17). Era algo sencillo de cumplir. Sin
embargo, el problema estaba, no tanto en cuanto a comer del fruto
de ese árbol, sino en el por qué de dicha acción.
El motivo por el cual Eva, y luego Adán comieron, no fue
tanto por el de una curiosidad malsana, sino por creer el engaño
de la serpiente (Satanás) de que serían como Dios;
es decir: dueños de sí mismos. Este es el mismo
engaño que subsiste en la sociedad hoy en día;
la gente quiere ser independiente y ser dueña de sí
misma, ignorando que hay un Dueño del universo y que nadie
se pertenece a sí mismo. Adán y Eva llegaron a
codiciar el pensamiento de que podían <<ser>>
en sí mismos; ese atributo sólo lo tiene Dios.
De hecho, el nombre de Dios es JEHOVÁ o YAHWÉ que
significa: YO SOY EL QUE SOY (Exodo 3: 14).
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- El hombre no puede tener vida en sí mismo. Sencillamente,
no es así. El pretender esto, es dar la espalda a Dios
el Cual sí es la vida; y perderse para siempre.
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- El pecado de Adán trajo otra consecuencia añadida:
El hombre ya no pudo, ni puede, hacer nada por sí solo
para restaurar lo que él mismo rompió, y sigue
rompiendo cada día.
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- Todos los hombres que precedieron a Adán y Eva fueron
alejándose paulatinamente más y más de Dios,
sólo hay que leer el relato del libro del Génesis.
El mismo Dios declaró: <<...el intento del corazón
del hombre es malo desde su juventud...>> (Génesis
8: 21). Esto quiere decir que desde que el ser humano tiene uso
de razón, peca y es un pecador. Esta es la realidad. A
pesar de lo que dicen ciertos incautos optimistas, la Biblia
asegura:
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- <<Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que
haga el bien y nunca peque>> (Eclesiastés 7: 20).
Prosigue diciendo: <<No hay justo, ni aun uno...por cuanto
todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios>>
(Romanos 3: 10, 23).
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- El engaño de Satanás es el de hacernos creer
que si hacemos más obras buenas que malas, al final nos
salvaremos porque la balanza se inclinará más hacia
el lado bueno. Veremos que esto no es así, veremos que
nuestras buenas obras, dice la Biblia, son como <<trapos
de inmundicia>>:
-
- <<Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas
nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos
todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron
como viento>>(Isaías 64:6).
-
- Por eso, Salomón, inspirado por el Espíritu
Santo llega a preguntarse: <<¿Quién podrá
decir: Yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado?>>
(Proverbios 20: 9).
-
- A pesar de la observación divina, muchos se creen
justos en sí mismos, pero la Biblia, con claridad, advierte:
<<Todos los caminos del hombre son limpios en su propia
opinión, pero Jehová pesa los espíritus>>
(Proverbios 16: 2). ¡El hombre no es un buen juez de sí
mismo!
-
- El corazón del hombre necesita ser regenerado
-
- Dios considera nuestras mejores acciones y obras, ¡como
trapos sucios! ¡Eso suena bastante fuerte!. Quiere decir
que aunque el hombre natural fuera capaz de cumplir con los Diez
Mandamientos (cosa improbable), esto no le justificaría
ante Dios. Nada de lo que el hombre pueda hacer por sí
mismo y en sus solos esfuerzos podrá llegar a satisfacer
el nivel de justicia y santidad que Dios demanda. Muchos hombres
intentan aplacar su conciencia a base de buenas obras, pero esas
obras no son garantía de nada porque el problema del pecado
del hombre estriba en su corazón. Dice la Biblia: <<Engañoso
es el corazón, más que todas las cosas>>
(Jeremías 17: 9). El corazón no regenerado es engañoso.
El corazón no regenerado es el resultado de la rebelión
del hombre natural, del hombre sin Cristo. Ese corazón
se levanta como enemigo de Dios. Sólo Dios puede cambiar
ese corazón y darnos el que Él tiene. Así
oraba David cuando pecó contra Dios: <<Crea en mí,
oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu
nuevo dentro de mí>> (Salmo 51: 10).
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- Es preciso que el corazón del hombre sea regenerado,
porque el hombre tiene un verdadero problema de dureza de corazón.
Dijo Jesús:
-
- <<Oí, y entended: No lo que entra en la boca
contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina
al hombre...lo que sale de la boca, del corazón sale...Del
corazón salen los malos pensamientos, los homicidios,
los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios,
las blasfemias...>> (Mateo 15: 11, 18, 19).
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- El pecado genera la muerte espiritual: <<Porque la
paga del pecado es muerte...>> (Romanos 6: 23). El pecado
origina la separación definitiva de Dios. Cuando el hombre
muere en ese estado, su destino final y eterno es el infierno.
El infierno es un lugar real de eterno tormento que Dios preparó
para Satanás y sus demonios. También es el destino
de todos los que mueren sin Cristo.
-
- <<...los cobardes e incrédulos, los abominables
y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras
y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que
arde con fuego y azufre...>> (Apocalipsis 21: 8).
-
- La dureza del corazón del hombre sin Cristo atrae
la justa ira de Dios:
-
- <<Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido,
atesoras para tí mismo ira para el día de la ira
y de la revelación del justo juicio de Dios>> (Romanos
2: 5)
-
- Algunas personas quieren evitar este punto diciendo que el
amor de Dios cancela la ira. ¡El problema es que malentienden
el amor de Dios!. Si prestamos cuidadosa atención a lo
que dice este versículo que hemos leído, lo que
vemos es que es el mismo pecador el que acumula o atesora ira
para sí mismo. ¡El mismo se autocondena!
-
- Si un hombre comete un asesinato, ¿acusamos al juez
por emitir un veredicto de condena? ¡No! Fue el asesino
el responsable de su destino. El asesino se autocondenó
cuando cometió el asesinato; el juez sólo aplicó
el código de justicia.
-
- Así pues, el hombre por sí mismo, ni es bueno,
ni puede llegar a serlo, ni nunca podrá llegar a agradar
a Dios con sus propios esfuerzos, obras, buenas intenciones o
cumplimiento de, aunque bien intencionada, religión determinada.
-
- La humanidad, por tanto, está condenada; o más
bien, autocondenada.
-
- Isaías 53: 6, remata la cuestión, diciendo:
<<Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual
se apartó por su camino...>>.
-
- ¡El hombre no es básicamente bueno, sino básicamente
malo!. Es malo porque decidió apartarse del Único
que le puede hacer bueno: Dios, el único bueno (Lucas
18: 19).
-
- La jarra de cristal con agua sucia
-
- Respecto a la errónea enseñanza que asegura
que si hacemos más obras buenas que malas, al final nos
salvaremos porque la balanza se inclinará más hacia
el lado bueno, hay un ejemplo que nos puede ayudar a entender
como Dios ve el asunto en cuanto a esos esfuerzos humanos para
llegar a ser justo.
-
- Imagínese que tiene en su mano una jarra de cristal
llena de agua sucia, ¿qué haría Vd. para
que, en vez de tener esa agua sucia que no sirve para nada, pudiera
tener agua limpia y cristalina que pudiera calmar su sed? ¿Añadiría
agua limpia a la sucia? Estoy seguro que no haría eso.
Añadir agua limpia al agua sucia, ¡sería
de tontos!. En todo caso, lo que haría sería vaciar
la jarra, limpiarla, y entonces ya estaría preparada para
ser rellenada de agua limpia. Es algo tan sencillo, ¿verdad?...
-
- La inmensa mayoría de nosotros por años hemos
intentando añadir agua limpia, que simbolizaría
nuestros pobres esfuerzos por hacer lo correcto, al agua sucia.
¡Al final no teníamos más que... más
agua, y agua siempre sucia!.
-
- Pero, ¿Quién puede vaciar la jarra, que representa
nuestro ser, de su contenido de suciedad, que simboliza el pecado;
limpiarla del todo y añadir agua limpia, que calme la
sed de amor, de justicia, y de sentido?.
-
- ¡El hombre necesita un Salvador!
-
- ¡Si no hubiera Dios hecho algo, el hombre estaría
irremisiblemente perdido para siempre!, pero Dios ideó
un plan para salvar a los hombres desde antes de la fundación
del mundo. La iniciativa siempre es de Dios.
-
-
- La Respuesta de Dios
-
- Dios, en su amor y misericordia, trazó un plan desde
antes de la fundación del mundo. Primeramente, Dios, a
través de Israel, nos dio a conocer Su Ley, es decir,
Su exigencia de justicia y santidad.
-
- El por qué de la Ley de Dios
-
- Para evitar la tentación de que el propio hombre sea
erija juez de sí mismo, con sus propios mandamientos y
normas de conducta, Dios envió su Ley. La Ley de Dios,
expresada en el Decálogo y en el resto de leyes del Antiguo
Pacto (Antiguo Testamento), nos da a conocer el grado de justicia
y santidad que Dios exige de cada ser humano. En otras palabras,
destruye todos los planteamientos de normativa humanos (aquello
de: <<Todos los caminos del hombre son limpios en su propia
opinión>> (Proverbios 16: 2).
- Por otra parte, nos da a conocer nuestra situación
de condenados a causa de no vivir y no poder vivir en esa santidad
exigida por un Dios Santo.
-
- Así pues, la Ley de Dios nos revela el conocimiento
del pecado. No nos salva, mas bien nos condena (Romanos 3: 19,
20). El conocimiento de la Ley nos revela cual es nuestra situación
ante un Dios justo y santo: <<...destituidos de la gloria
de Dios>> (Romanos 3:23). Ahora ya entendemos lo que está
escrito: <<...por las obras de la Ley, ningún ser
humano será justificado delante de El; porque por medio
de la ley es el conocimiento del pecado>> (Romanos 3: 20).
-
- La Biblia declara que nadie puede cumplir enteramente con
la Ley, por lo tanto nadie se puede llegar a autojustificar.
Volviendo al ejemplo de la jarra, sería pretender limpiar
esa enorme jarra de agua realmente sucia, añadiendo más
agua. Hay que vaciar el agua sucia del vaso, y volverla a llenar
de agua realmente limpia. Sólo Dios puede vaciarnos de
toda maldad y volvemos a llenar con el Espíritu Santo.
-
- La Ley de Dios, nos ayuda a entender nuestra condición
de seres caídos, y de que por nosotros mismos no podemos
levantarnos.
-
- Las diversas religiones que existieron o existen, pretenden
acercarnos a Dios. Son el fútil intento del hombre de
alcanzar a Dios mediante esfuerzos y méritos humanos.
Esto no es lo que Dios, al mostrarnos Su Ley, pretende.
- Por todo ello, las religiones no nos pueden ayudar, sino
más bien estorbar a la hora de entender nuestra realidad
espiritual.
-
- Una vez habiendo entendido que nuestros esfuerzos en la carne
para agradar a Dios son vanos, podremos mejor entender la tremenda
importancia de la palabra SALVADOR.
-
- ¡¡Usted y yo necesitamos al Salvador!!
-
- Aunque haya quien insista en decir que <<hay muchos
caminos para llegar a Dios>>, la realidad es que sólo
hay un camino para llegar a Dios. Ese camino es la persona de
Jesucristo, el cual dijo enfáticamente: <<Yo soy
el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino
por mí>> (Juan 14: 6). Jesús de Nazaret,
el que nació virginalmente de María (Mt. 1: 18)
por obra del Espíritu Santo, el único justo de
los hombres, dijo:
-
- <<...si no creéis que Yo Soy, en vuestros pecados
moriréis>> (Juan 8: 24b).
-
- ¡Jesucristo es Dios; Él es el Gran YO SOY!.
- A Jesucristo están sujetos los ángeles, las
autoridades y las potestades. El tiene toda la autoridad en el
universo (1 Pedro 3: 22). Ante su nombre, toda rodilla se doblará,
en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra, y toda boca
confesará que El es el Señor, para gloria de Dios
Padre (Filipenses 2: 10, 11).
-
- ¡En Jesús de Nazaret, podemos confiar!
-
- La gran noticia es esta: <<No, que nosotros podamos
alcanzar a Dios; sino que Dios nos alcanza a nosotros por medio
de Jesucristo: Dios llega al hombre porque el hombre no puede
llegar a Dios. Por eso, Jesucristo hombre es el único
mediador entre Dios y los hombres (1 Tim. 2: 5, 6)>>.
-
- <<... la Ley por medio de Moisés fue dada, pero
la gracia y verdad vinieron por medio de Jesucristo>> (Juan
1: 17). Así como previamente, Dios nos dio revelación
del pecado a través de la Ley de Moisés, Dios mismo
encarnándose en hombre, y por su obra perfecta y suficiente
en la cruz, cumpliendo la Ley en Sí mismo, nos bendijo
con la gracia obrando para salvación para cada uno de
los que estamos dispuestos de verdad a creer y a recibir el beneficio
de Su obra en esa cruz y Su resurrección de los muertos:
-
- <<...a todos los que le recibieron, a los que creen
en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios>>
(Juan 1:12).
-
- Este es el Evangelio de la gracia. ¡Salvación,
vida eterna, restitución a la posición original
cuando fuimos creados, vida en abundancia...y lo más maravilloso
y bienaventurado de todo ello: ¡Ver a Dios! Esta es la
promesa: <<Bienaventurados los de limpio corazón,
porque ellos verán a Dios>> (Mateo 5:8). Por eso,
de forma muy explícita, la Biblia resume: <<Concluimos,
pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la
ley>> (Romanos 3:28).
-
- Recibiendo a Jesucristo en nuestro corazón, recibimos
el cumplimiento perfecto de la Ley de Dios.
-
- Jesús escogió hacerse hombre y morir por nosotros
-
- Los primeros cristianos tenían fe en la Divinidad
de Cristo. Esto es un mentís a quienes pretenden que el
elemento cristológico se fue formando en los siete concilios
posteriores al primero de Nicea (325). Eusebio de Cesarea, en
el año 314 de nuestra era, once años antes del
primer Concilio de Nicea, ya declaraba así: <<Cristo
es adorado como Dios por ser el Verbo Divino preexistente, anterior
a todos los siglos, habiendo recibido del Padre el honor de ser
objeto de veneración>> (Historia Eclesiástica
cap.3,v.19b). Esta fue la fe tradicional, bíblica, desde
los días de los apóstoles hasta hoy (y será,
porque Dios no cambia).
-
- Declaraciones semejantes hallamos en los documentos más
antiguos de los llamados padres pre-nicenos. Lo que los concilios
post-nicenos hicieron en cuanto a la Persona de Jesucristo, fue
ratificar lo anteriormente emitido por la Biblia y por los escritores
anteriores, dándoles el rango de creencias o dogmas aprobados
por los obispos cristianos, pero nada inventaron acerca de la
Persona de Jesucristo que no estuviera declarado ya en los escritos
apostólicos del Nuevo Testamento y en los documentos de
los más antiguos autores cristianos que les siguieron.
Un ejemplo de ello lo tenemos en la persona de Ireneo, discípulo
de Policarpo, el cual lo fue del apóstol San Juan. Este
Ireneo en el siglo II, dice textualmente: <<Dios se hizo
hombre, y el mismo Señor nos salvó...>> ¡El
Rey del universo dejó su Majestad para convertirse en
un hombre porque nos amaba!, pero, ¿por qué realmente
decidió hacerlo?
-
- Jesucristo es la obra de amor de Dios. El es la manifestación
de la reconciliación entre Dios mismo y todos nosotros:
<<Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo,
no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados...>>
(2 Corintios 5: 19)
-
- Dios, porque nos ama, quiere salvarnos. El envió a
Su Hijo Unigénito a morir, a derramar Su sangre justa
por nosotros los injustos ¿Por qué?: Porque la
paga del pecado es muerte... Alguien justo debía morir
por los injustos (toda la humanidad). No habiendo nadie justo
en la Tierra, el Hijo se hizo hombre. Ese era el plan de salvación
que ya estaba previsto desde antes de la fundación del
mundo, (1ª Pedro 1:20).
-
- Jesús sí podía ser aquel cordero sin
mancha ni defecto que se ofrecía en sacrificio cada día
dos veces al día por los pecados de la nación de
Israel (Exodo 29: 38,39), aunque Este sólo debía
darse a sí mismo una sola vez y para siempre por los pecados
de toda la humanidad (Hebreos10:12). <<Si andamos en luz,
como él está en luz, tenemos comunión unos
con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo
pecado>> (1 Juan 1:7). ¿Por qué el derramamiento
de sangre? porque .<<...sin derramamiento de sangre no
se hace remisión>> (Hebreos 9: 22). Cristo derramó
su sangre cumpliendo así la exigencia de justicia de un
Dios Justo: El resultado del pecado es la muerte.
-
- De todos modos, fue el mismo Juez quien se hizo reo por nosotros,
los reos. La condenación eterna es la separación
eterna de Dios, fuente de vida. Es un sufrimiento y tormento
tan grande que no se puede explicar con palabras y dura toda
la eternidad. Cristo pagó el precio de nuestro rescate
con Su sangre. Esa es la salvación. ¿Se entiende
ya que no se puede conseguir esto con nuestros esfuerzos?
-
- La salvación es un don gratuito. Un regalo.
-
- En el plan de Dios para la redención del hombre estaba
el que El mismo, en la Persona del Hijo, se hiciera hombre, con
la diferencia de ser sin pecado. Jesús no participó
de nuestra naturaleza caída, por eso el apóstol
San Pablo en 1 de Corintios 15 le llama <<el segundo Adán>>.
Esa condición de pureza total le permitía ser nuestro
substituto a la hora de morir por nosotros.
-
- Para cumplir con la demanda de justicia de Dios, alguien
tenía que morir. Para dar su vida por los demás,
ese <<alguien>> no podía ser cualquier pecador,
ya que todo pecador, por ley, debía morir a causa de sus
propios pecados, por lo tanto, ese <<alguien>>debía
ser sin pecado.
-
- Todo pecador, por la Ley, debía morir a causa de sus
propios pecados; por lo tanto ningún pecador podía
morir por otro pecador; sólo Cristo, por no tener pecado,
podía morir por todos nosotros pecadores.
-
- Ya en el Antiguo Testamento, una vez al año el sumo
sacerdote sacrificaba un animal por los pecados del pueblo. Este
animal era sin mancha ni defecto, simbolizando que el que iba
a morir por la humanidad entera, también había
de ser sin mancha:<<Porque también Cristo padeció
una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para
llevarnos a Dios>> (1 Pedro 3: 18). El Justo era Cristo,
los injustos, todos nosotros.
-
- Jesús llegó a ser una ofrenda sin pecado, apta
para ser recibida por Dios. El dio su vida y derramó su
sangre una vez y para siempre (Hebreos 10: 12) para que todo
el que cree en Él y confiesa que Él es el Señor
de sus vidas, no muera como consecuencia de su pecado.
-
- La mujer adúltera
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- Es interesante el pasaje de la mujer adúltera de Juan
8: 2-11. Cuando los fariseos buscaban ocasión contra Jesús
para acusarle y tentarle, Jesús supo que responderles
porque sabía quien era Él y a lo que había
venido al mundo. Por justicia, aquella mujer sorprendida en adulterio
debía morir según la Ley Mosaica. No obstante,
ninguno de los allí presentes podía constituirse
como juez y verdugo porque como les indicó el Señor:
<<Quien esté libre de pecado, que sea el primero
en arrojar la piedra contra ella>>.
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- El único que tenía el derecho y la responsabilidad
de hacerlo era el propio Jesús, porque era el único
sin pecado de entre todos. Pero, ¿por qué no lo
hizo si debiera haberlo hecho? ¿por qué, dirigiéndose
a la mujer adúltera, le dijo: <<Yo no te condeno,
vete y no peques más>>? ¿Por una misericordia
sin el respaldo de la justicia?. La respuesta es, porque en un
poco de tiempo, el pago por el pecado de esa mujer lo iba a realizar
Él mismo en la cruz del Calvario. Por eso dice la Biblia
que la Ley se cumple en Jesucristo, en Jesucristo crucificado.
Él cumplió toda la demanda de justicia de la Ley
de Dios en la cruz del Calvario.
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- Cristo cumplió toda la demanda de justicia de la Ley
de Dios en la cruz del Calvario. Recibiéndole, recibimos
Su justicia.
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- Por todo ello, podemos dirigirnos con confianza a Dios para
que, al igual que ocurrió con la mujer sorprendida en
adulterio, acudamos a Dios con confianza de recibir Su perdón
y salvación por los méritos de Su Hijo en la cruz.
Por esa razón el apóstol San Pablo pudo escribir
así a los Corintios: <<Reconciliaos con Dios, al
que no conoció pecado (Cristo), por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
Él>> (2ª Corintios 5:20, 21).
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- ¿Quién es hijo de Dios?
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- Hoy en día se oye por ahí que todos los hombres
somos hijos de Dios. Sin embargo, eso no es cierto. Todos somos
criaturas de Dios, pero no todos son hijos de Dios. El hijo de
Dios lo es por adopción (Romanos 8:15). De no ser por
Cristo, nadie podría ser hijo. Es por recibir a Cristo
que somos constituidos hijos de Dios, sólo por eso (Juan
1:12; Romanos 8:14-17; Gálatas 4: 4-7).
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- La obra del Espíritu Santo
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- ¿Quién limpia el corazón? ¿nosotros?,
acordémonos de la jarra de agua sucia, que cómo
añadiendo más agua no se podía limpiar ¡Es
el Espíritu Santo Quien nos regenera y nos limpia por
creer en Jesucristo!:
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- <<Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El
que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior
correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu
que habían de recibir los que creyesen en El...>>
(Juan 7:37-39).
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- <<Pero cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con lo hombres, nos salvó,
no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración
y la renovación del Espíritu Santo>> (Tito
3: 4,5).
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- ¿Como cristianos, deberíamos tener la seguridad
de la salvación?
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- Cuando se pregunta a mucha gente que se dice creyente sobre
la seguridad de su salvación, muchos contestan que no
la tienen. ¿Deberíamos saber que somos que somos
salvos, si somos salvos? La respuesta es un rotundo: Sí.
¿Está eso en la Biblia?: Sí. Veamos, <<El
Espíritu (Santo) mismo da testimonio a nuestro espíritu
de que somos hijos de Dios>> (Romanos 8:16).
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- Cuando Justino, antiguo filósofo pagano convertido
a Cristo fue presentado ante el procónsul romano y pagano
Rufus, éste le preguntó: «¿Supones
que si te enviara a los leones o mandara cortar tu cabeza irías
a un lugar donde serías honrado y recompensado?».
La contestación de Justino fue tajante: «No lo supongo.
Lo sé, y estoy absolutamente seguro de ello».
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- Esta firmeza sin titubeos de aquellos primeros cristianos
que vivieron más cerca de los orígenes del cristianismo
ha de desafiar a muchos acerca de la fe ciertísima en
la salvación que Cristo ha logrado para cada uno de los
que creen de verdad en El. Esos primeros cristianos estaban seguros
de su salvación porque creían en el Salvador. Hoy
en día, de igual manera, algunos cientos de millones de
personas en todo el mundo sabemos que somos salvos porque El
nos salvó. ¿Y Vd.?. El apóstol Pablo exclamó:
<<...yo sé a Quién he creído, y estoy
seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel
día>> (2 Timoteo 1: 12).
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- ¡Nacer de nuevo!
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- Cuando uno <<nace de nuevo>> (Juan 3:3), se cumplen
estas palabras maravillosas:
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- <<Pues no habéis recibido el espíritu
de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:¡Abba,
Padre! El Espíritu mismo (el Espíritu Santo), da
testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.>>
(Romanos 8:15, 16).
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- Así que, cuando uno es salvo, lo sabe (Romanos 8:16).
¿Tiene Vd. La libertad de llamar a Dios <<Papaíto>>,
que es lo que quiere decir <<Abba>? La persona salva
tiene esa libertad. Ésta, sólo la da Dios por Su
Espíritu a aquel que cree.
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- Leemos en Efesios: <<En Él (Cristo), también
vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio
de vuestra salvación, y habiendo creído en él,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención
de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria>>
(Efesios 1: 13, 14).
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- Dice la Biblia que la salvación es un don de Dios
que se obtiene por pura gracia mediante la fe en Cristo Jesús
a Quien se acepta como único y suficiente Salvador personal:
<<Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a Su Hijo Unigénito para que todo aquel que en El
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna>> (Juan 3:16).
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- La verdad: En la Biblia
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- La Palabra de Dios nos enseña que recibimos la salvación
por la fe en la obra de Cristo en la cruz. La Biblia sólo
hace mención de que Jesús instituyó dos
ordenanzas, para que fuesen practicadas por sus seguidores: El
Bautismo y la Cena del Señor o Eucaristía. Ninguna
de esas ordenanzas salvan por sí mismas ni tampoco son
canales de salvación.
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- No es lo mismo ordenanza que sacramento. Una ordenanza es
un mandato, y se realiza por obediencia, según vemos en
la Palabra de Dios. En cambio, de un pretendido sacramento, se
espera una gracia salvífica que no es real, ya que la
salvación, tal como está escrito en la Palabra,
es un don gratuito e inmerecido, un regalo, de parte de Dios
para cada hombre y mujer que se arrepiente y cree en el Señor
Jesús. No nos salvamos por realizar actos preconcebidos,
obedeciendo a leyes y mandamientos de hombres, que a imitación
de la Ley del Antiguo Testamento, intentan, sin conseguirlo,
aportar alguna gracia redentora. Del mismo modo, no nos salvamos
por obedecer dogmas que nos ligan de por vida a una iglesia o
institución determinada y consecuentemente, nos alejan
de lo claramente expresado por el Señor en Su Palabra.
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- Antes obedeceremos lo que El dice. La Biblia es muy clara
al respecto: <<Porque por gracia sois salvos, por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe>> (Efesios 2:8,9).
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- Analicemos estos dos versículos: <<Porque por
gracia sois salvos...>>: La gracia de Dios es el poder
de Dios manifestado por amor y como resultado de su misericordia
a cada ser humano. Así que, somos salvos, es decir. rescatados
de la perdición eterna, por el poder (dunamis) de Dios.
La salvación es un acto de Dios.
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- <<...por medio de la fe>>: ¿Como recibimos
el beneficio del poder de Dios para salvarnos?. Respuesta: <<a
través de la fe>>.
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- <<Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo>> (Romanos
5:1).
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- La fe es el canal por el cual recibimos la salvación
que opera la gracia (poder + misericordia) de Dios.
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- <<...y esto no de vosotros, pues es don de Dios>>:
Esta salvación no la podemos conseguir nosotros por esfuerzos
propios o personales, es un regalo de Dios. Los regalos no se
compran, se reciben. No hay que hacer nada para recibir un regalo,
sólo recibirlo con gratitud. Así es la salvación,
un regalo de Dios a todo aquel que cree.
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- <<...no por obras, para que nadie se gloríe>>:
Si es por fe, ya no es por obras, ¿no es cierto?: <<Pero
cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador,
y su amor para con lo hombres, nos salvó, no por obras
de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y la
renovación del Espíritu Santo>> (Tito 3:
4,5). <<Concluimos, pues, que el hombre es justificado
por fe sin las obras de la ley>> (Romanos 3: 28).
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- Gracias a la muerte de Jesús y al derramamiento de
su sangre, nosotros somos o estamos:
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- Perdonados (Efesios 1: 7)
- Con conciencias limpias (Hebreos 9: 14)