TRANSMISIÓN DE LOS RELATOS SOBRE JESÚS.
 
Jesús no había escrito nada durante su vida, ni tampoco les mandó a sus discípulos que pusieran por escrito los milagros que le veían realizar, ni que tomaran nota de lo que él predicaba. Sólo los mandó a predicar que el Reino de los Cielos está cerca (Mt 10:7) y, después de la resurrección, a enseñar a todas las gentes (Mt 28:19). Para el cumplimiento de esta misión Jesús les prometió su ayuda permanente (Mt 28:20), así como también la del Espíritu Santo.
La estructura de la predicación apostólica presentada al público siguió siempre un esquema similar en todos los casos. Este esquema podemos describirlo de la siguiente manera:
- Se inicia con el bautismo de Jesús por Juan
- Se continúa con la narración de la actividad de Jesús, que comprende su predicación y los milagros por él realizados
- Se concluye con la narración de su pasión, muerte y resurrección.
 
Un ejemplo concreto lo tenemos en Hch 10:37-43: "Ustedes saben lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo; cómo Dios a Jesús de Nazaret lo ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él; y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándolo de un madero; a éste Dios lo resucitó y le dio la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos. Y nos mandó que predicásemos al Pueblo, y que diésemos testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos. De éste todos los profetas dan testimonio de que todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados."
 
Pero esta predicación tropezó desde el comienzo con objeciones y preguntas, tanto de parte de los oyentes judíos como de los paganos: Jesús fue procesado por quebrantar la Ley, ¿cómo puede ser entonces el Mesías? Jesús fue condenado mediante un fallo del infalible derecho romano ¿cómo puede ser considerado inocente e incluso juez de todo el mundo?
 
Si los que escuchaban eran convencidos por los argumentos de los misioneros, entonces consideraban el anuncio como un llamado dirigido por Dios a ellos personalmente y comenzaban a pertenecer al grupo de los discípulos. Si Dios había acreditado a Jesús con milagros y prodigios (Hch 2:22), como afirmaban los predicadores, ¿podrían los testigos de esos hechos contarles más acerca de eso? O sobre otras cosas que aún no terminaban de entender, como, por ejemplo, el por qué de las actitudes hostiles contra Jesús. Preguntas como esas hacían los recién llegados a la comunidad, sobre todo cuando ellos querían comunicar a otros lo que habían experimentado personalmente como una liberación.
 
De este modo, los primeros discípulos debieron refrescar su memoria sobre lo que habían visto realizar a Jesús y sobre lo que habían escuchado. Pero era imposible que lo contaran del mismo modo como lo habían percibido la primera vez. Ya no podían hablar de Jesús como lo hubiesen hecho antes de aquella pascua. La figura central de las tradiciones sobre Jesús era, entonces, el Resucitado, y no simplemente el predicador de Nazaret tal como sus discípulos lo vieron durante su ministerio, cuando no comprendían lo que estaba sucediendo. La tradición transmitida de sus hechos y palabras es una visión retrospectiva de los mismos desde su experiencia de testigos del Resucitado. Los apóstoles transmitieron a sus oyentes lo que hizo y dijo realmente el Señor con aquella comprensión más profunda que ahora tenían. No se trata, pues, de la narración de una historia imparcial de los acontecimientos. Una experiencia muy especial queda involucrada en la redacción. Porque ellos veían ahora a Jesús vivo junto a Dios, como el Cristo (Mesías), y describían entonces las enseñanzas y signos de Jesús en función de esa fe. Sin embargo, esto no significa que Jesús haya sido transformado en una persona "mítica" ni que hayan deformado sus enseñanzas como consecuencia del culto que, desde entonces, rindieron los discípulos a Jesús en cuanto Señor e Hijo de Dios.
 
Sea en Palestina, Siria, Asia Menor o Egipto, donde quiera que un predicador formaba un grupo de creyentes, allí echaba raíces una tradición de Jesús. Las palabras de Jesús transmitidas por el predicador a esos creyentes eran recibidas como dirigidas a ellos personalmente, como una invitación a acoger el don salvador de Dios. De este modo la tradición de Jesús fue tomando vida propia en cada comunidad. La comunicación constante entre las comunidades hizo que la tradición continuase siendo la misma, pero la difusión por doquier hizo también que se matizara con mucha riqueza. Se formó así un tesoro del cual se tomaría el material para la redacción de los relatos sobre Jesús.
 
Una vez que en torno a un predicador se había formado un nuevo grupo de discípulos, había principalmente tres ocasiones que lo invitaban a transmitir relatos sobre Jesús o sobre palabras de Jesús.
- La instrucción en el significado profundo del mensaje que los recién llegados habían aceptado, y de las consecuencias del mismo para toda la actitud de su vida. Podríamos llamarla también catequesis. Así, el libro de los Hechos nos muestran a Pablo dedicado enteramente a predicar en Corinto ante los judíos que el Mesías era Jesús (18:5), permaneciendo un año y medio enseñando en ese lugar (18:12).
- La celebración del partimiento del pan. Allí se podían evocar los hechos de la pasión del Señor Jesús, y las palabras dichas por él antes y durante ella, y la explicación después de su resurrección de que eso era necesario. En 1Co 11, Pablo comunica por carta a los creyentes de Corinto la enseñanza recibida por él acerca de las palabras de Jesús al instituir ese signo como memorial de su muerte.
- Las discusiones que los creyentes sostenían tanto con los vacilantes recién llegados, como con los opositores de afuera, los movieron a consignar cuanto sabían acerca de Jesús.
 
Siendo a la vez fieles a lo recibido, pero también sintiéndose libres para adaptarlo a la situación del momento y del lugar donde vivían, la transmisión de los relatos se vio enriquecida por los aportes que se fueron haciendo a la tradición de Jesús. Porque, así como Jesús les interpretó a sus discípulos después de la resurrección las palabras de la Escritura y las suyas propias, también ellos interpretaron sus palabras y acciones atendiendo a las necesidades de sus oyentes.
 
Los evangelios son, entonces no pretenden ser lo que denominamos "biografías", ni colecciones de historias. El interés histórico y biográfico queda relegado ante el interés didáctico religioso. No encontramos en los evangelios un orden cronológico exacto ni tampoco la totalidad de lo que dijo o hizo Jesús: "Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritos en este libro. Éstas han sido escritas para que ustedes. crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre" (Jn 20:30).
 
Los evangelios son, más bien, determinadas síntesis de las tradiciones comunicadas por los apóstoles y los predicadores que fueron discípulos suyos, adaptadas a las necesidades de las comunidades para las cuales se escribieron con un estilo propio de la proclamación. De este modo, cada evangelio ofrece un aspecto diverso del misterio de la persona de Jesús, remitiendo siempre al único Evangelio proclamado desde Pentecostés por los apóstoles.
 
La elaboración escrita de estas síntesis sucedería más tarde, cuando se dispersaron por el mundo los que fueron desde el comienzo inmediatos testigos de vista y de oídas de la vida y de la predicación de Jesús. Estos habían sido, además, los primeros predicadores del Evangelio. Surgía entonces la necesidad de fijar por escrito el contenido de esta predicación. De este modo los libros escritos venían a sustituir a los primeros predicadores.
 
Mientras tanto, estos documentos se van elaborando a medida que surge la necesidad de instruir a los creyentes. Pero también el impacto que producía en las comunidades los acontecimientos de su propia vida eclesial, o de la historia del lugar donde esas comunidades están ubicadas, muchas veces influye en la formación de una determinada tradición.
 
El comienzo de la tradición de los dichos y de los hechos es probable que comenzara en los lugares donde actuó Jesús: Galilea. Tal vez los que sostuvieron esas primeras tradiciones de relatos breves fueron los discípulos que habían seguido a Jesús en esos lugares, y que conservaban los dichos de Jesús para orientar con ellos su vida.
 
Hch 9:31 dice que por el tiempo del regreso a Jerusalén del convertido Saulo (aprox. 40 dC), las Iglesias gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Por eso es segura la presencia de creyentes en Jesús en la zona. La evidencia arqueológica, además, muestra una presencia antigua de creyentes en Nazaret y en Capernaúm. Y los relatos de milagros pudieron prender también entre los que no eran discípulos, pero que estaban igualmente
deseosos de escuchar relatos apasionantes sobre los prodigios de Jesús y sobre la muerte del bautista.
 
Relatos más extensos como la pasión, la infancia de Jesús o el vaticinio de la ruina de Jerusalén, se caracterizan por las citas de la Escritura o alusiones a la historia de Israel. En los relatos de la pasión aparece el lamento propio de los salmos de sufrimiento. La descripción del tiempo de tribulación que se avecina es más siniestra que el Apocalipsis de Daniel. Los relatos de la infancia, tal como los recoge Mateo, aparece conformado por citas de cumplimiento de la Escritura; y los mismos relatos, desde la tradición de Lucas salpicado de himnos compuestos en lenguaje bíblico. En estos relatos es más claro un momento de transición desde la tradición oral a los evangelios escritos. Están revelando que ya hay un trabajo de composición.
 
Llegamos a la fase de la redacción de los evangelios. En esa de entre las muchas cosas transmitidas seleccionaron unas, otras las redujeron a síntesis y otras las explicaron teniendo presente la situación de las Iglesias.
 
Comparando el texto de los evangelios entre sí, percibimos sorprendentes coincidencias de palabras a lo largo de párrafos y hasta de páginas enteras. El cuarto de los evangelios escapa a esta regla, pues es casi totalmente distinto de los tres primeros, a excepción de algunos puntos. Su redacción debió depender casi exclusivamente de una tradición propia, prácticamente desconocida para los otros tres.
 
El más breve de estos tres (Marcos), tiene 661 versículos, de los cuales sólo 30 son exclusivos suyos. Los otros 331 versículos están presentes en los otros dos más extensos: Mateo y Lucas, en ambos a la vez o a veces en uno solo. Tratándose de autores diferentes, la coincidencia tan extensa entre esos 331 versículos deja en claro que hubo un trabajo de copia del texto de un evangelio respecto de otro. Antes se creía que el más breve podía ser un resumen de alguno de los otros más extensos. Pero la mejoría de la redacción de los evangelios más largos hace pensar que el breve es anterior, y los extensos posteriores copias mejoradas del más breve.
 
Pero estos dos evangelios más extensos, además de coincidir a veces con el breve, comparten alrededor de 240 versículos que no aparecen en él, y que contienen principalmente palabras de Jesús. Debía existir entonces alguna fuente común de dichos de Jesús (algo así como un refranero, llamado en alemán por los estudiosos Quelle=fuente), de la cual cada uno habría copiado a veces textualmente al realizar su propia redacción.
 
Y, finalmente, mucho material está sólo en Mateo (y no en Marcos ni en Lucas), y mucho sólo en Lucas (ni en Marcos ni en Mateo). Debía haber, pues, por lo menos otras dos corrientes de tradición más, exclusivas de Mateo o de Lucas.
 
Es evidente, entonces, que hubo una interdependencia entre los evangelios, como se afirma desde los días de san Agustín. Pero hay también notables diferencias cuando se compara un mismo relato común. Es evidente, entonces, que esta dependencia mutua no puede ser una simple copia, sino que hay, además, un trabajo de elaboración, donde cada autor agrega un toque personal a la redacción y también integra las fuentes que llegaron a él y no a los otros redactores.

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