- LAS MISIONES PAULINAS
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- En la asamblea de Jerusalén, la Koinonía se
ha definido como una comunidad para todos los hombres. Teológicamente
el mensaje de salvación anunciado por los creyentes ha
alcanzado una gran madurez. Pero esta salvación reconocida
para todos los hombres debe llegar ahora a toda la tierra donde
los hombres habiten. El testimonio de la gracia de Dios ofrecida
por la muerte y resurrección de Jesús intentará
llevarse entonces tan lejos como los medios disponibles hasta
entonces lo permitan.
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- Es preciso haber recorrido las vastas regiones de la planicie
central de Turquía para apreciar en su justo valor los
esfuerzos físicos, sin hablar de la tensión espiritual,
que tuvo que desplegar Pablo para llevar el mensaje de la salvación
de provincia en provincia. Siria y Anatolia imponen a los viajeros
largos recorridos. El relieve tan accidentado, los cambios bruscos
de temperatura entre la ribera del mediterráneo y el clima
continental del interior, con veranos tórridos e inviernos
helados, añadían nuevas dificultades al camino.
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- Los romanos dieron una perfección no igualada hasta
entonces a la red de caminos construida sobre las huellas de
las antiguas pistas de caravanas. Antioquía era un centro
de primera importancia en esta red. No es extraño, entonces,
que haya sido la plataforma operativa de la misión entre
los paganos. Pablo parte de allí, y allí regresa
en sus distintos viajes misioneros. La Via Egnatia (que unía
Roma con Bizancio) es recorrida por Pablo en el tramo Filipos
- Anfípolis - Apolonia - Tesalónica. Y al llegar
cautivo a Roma transitará la célebre Via Apia,
pasando por Foro de Apio y Tres Tabernas.
- En los caminos, cada 25 millas (la distancia que se podía
llegar a recorrer a pie por día) un puesto de guardia
garantizaba seguridad a los viajeros, aunque no comodidad. Eso
apenas importaba, porque lo únicamente temible eran los
bandidos, que sobraban por aquellos tiempos. Había que
contar, además, con las manadas de lobos que, en las montañas
entre Capadocia y Siria, obligaban a los viajeros a cerrar filas
(Apuleyo, Metamorfosis, VIII,15). Pablo recordará los
peligros en los viajes como una fuente de sufrimiento en su apostolado
(2Co. 11:22-27).
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- La navegación era muy intensa en todo el Mediterráneo.
Algunas embarcaciones de alta mar podían llevar varios
centenares de pasajeros: Hch. 27:37 dice que en el barco que
llevaba a Pablo viajaban 276 personas. Era muy difícil
calcular el tiempo de los viajes porque dependía del capricho
del viento. Así, de Ostia (el puerto de Roma) a Alejandría
el viaje duraba de 8 a 9 días con buen tiempo; con mal
tiempo hasta 50 días. El invierno era la peor época
para embarcarse; los barcos permanecían anclados donde
los sorprendía el invierno. Embarcarse era arriesgarse
al naufragio, como le ocurre a Pablo en su viaje a Roma según
Hech 27. La descripción hecha aquí es muy semejante
a la del naufragio sufrido por Josefo rumbo a Roma: Habiéndose
hundido nuestro barco en pleno Adriático, tuvimos que
nadar unas 600 personas durante toda la noche, hasta que al amanecer
apareció providencialmente a nuestros ojos un barco de
Cirene. Entonces, con unos 80 compañeros en total, me
adelanté a los demás y fuimos izados a bordo...
(Autobiografía, 15). No es extraño que muchos comunidades
importantes hayan florecido en los puertos, como es el caso de
Corinto.
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- Calculando con los datos de Hech la distancia recorrida por
Pablo en su empeño por dar testimonio del Evangelio de
la gracia de Dios (Hech 20,24), el resultado es de 1000 km en
la primera misión, 1400 en la segunda y 1700 en el tercero.
Podemos resumir el recorrido de estos 4000 km de predicación
en las siguientes etapas:
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- 1. Su primer viaje misionero, junto a Bernabé y a
Juan Marcos, abarca la isla de Chipre, Panfilia y Licaonia. La
característica de esta misión viene dada por el
público mixto al cual se dirige, formado por judíos
y prosélitos (por un lado) y paganos temerosos de Dios
(por otro lado). El éxito obtenido entre los no judíos
desencadena la oposición violenta de los judíos.
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- 2. El segundo viaje abarca Licaonia, Tróade, Macedonia,
Atenas, Corinto, regreso a Antioquía por Éfeso.
Este viaje está motivado por la visita de los centros
ya evangelizados en el viaje anterior para fortalecer la fe de
esas comunidades. Pero es la ocasión de extender la misión
al suelo europeo. En medio de persecuciones y cárceles
funda allí las comunidades de Filipos, Tesalónica
y Berea. Las cartas a los Tesalonicenses muestran el entusiasmo
de esas jóvenes comunidades, y la dirigida a los filipenses
muestra el cariños especial que Pablo conservará
por esa comunidad.
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- La predicación en el Areópago de Atenas es
un ensayo de Pablo de evangelizar la religiosidad y filosofía
pagana, dialogando en el terreno de éstas. El discurso
es un fracaso y, pasando a Corinto, Pablo se decide en adelante
no predicar otra cosa que Jesús el Cristo, y éste
crucificado (1Co. 2:2). Su permanencia en Corinto fue muy importante,
porque recién allí Pablo se tuvo que enfrentar
con la vida pagana, residualmente presente en los creyentes.
Día tras día Pablo tendrá que elaborar la
moral cristiana.
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- 3. En su tercer viaje se detiene largamente en Éfeso.
Allí encuentra a un grupo de seguidores de Juan el Bautista,
que fueron instruidos parcialmente en la doctrina de Jesús
por un alejandrino llamado Apolo. Sin embargo, éstos no
habían llegado al bautismo en nombre de Jesús y
a la recepción del don del Espíritu. Apolo será
adoctrinado por el matrimonio colaborador de Pablo: Aquila y
Priscila (1Co. 16:12).
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- 4. Pablo pasa desde allí nuevamente a Grecia, y desde
allí regresa a Jerusalem a llevar la colecta hecha entre
las comunidades de origen pagano para la comunidad pobre de los
hebreos: éste será el principal lazo que une a
los creyentes que ya no están unidos por la circuncisión
(Hch. 20:1-16).
- Detenido en Jerusalén ante la acusación de
los judíos que lo ven como un traidor a la Ley, y llevado
custodiado por los romanos hasta Cesarea, Pablo apela al tribunal
imperial, por lo cual es llevado prisionero a Roma. Allí
permanece en arresto domiciliario durante dos años. Y
ya no tenemos noticias seguras acerca de sus actividades.
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- La noticia más segura sobre su muerte la proporciona
a fines del siglo I el obispo de Roma, Clemente. Afirma que Pedro,
por inicua emulación, hubo de soportar no uno ni dos,
sino muchos trabajos. Y después de dar así su testimonio,
marchó al lugar de la gloria que le era debido. Por la
envidia y rivalidad mostró Pablo el galardón de
la paciencia. Por seis
veces fue cargado de cadenas; fue desterrado, apedreado; hecho
heraldo de Cristo en Oriente y Occidente, alcanzó la noble
fama de su fe; y después de haber enseñado a todo
el mundo la justicia y de haber llegado hasta el límite
del Occidente y dado su testimonio ante los príncipes,
salió así de este mundo y marchó al lugar
santo (I Corintios
V,4-7).
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- La noticia del martirio de Pedro y Pablo está fechado
en el reinado de Nerón: Nerón fue el primero en
ensangrentar la fe cuando crecía en Roma. Entonces Pedro
es ceñido por otro, cuando es atado a la cruz. Entonces
Pablo es, por nacimiento, de ciudadanía romana, cuando
renace por nobleza del martirio (Tertuliano, Scorpiace 15, 2-5).
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- Sin embargo, no son las únicas víctimas, sino
que a estos hombres que llevaron una conducta de santidad vino
a agregarse una multitud de escogidos, los cuales, después
de sufrir por envidia muchos ultrajes y tormentos, se convirtieron
entre nosotros en el más hermoso ejemplo (Clemente de
Roma, I Cor VI,1).
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- La comunidad de Roma llevaba para entonces varios años
de existencia. A ella Pablo había dirigido la más
importante y doctrinal de sus cartas. Suetonio nos da la noticia
(junto con Hch. 18:2) que los judíos fueron expulsados
de Roma por el emperador Claudio en el 49 dC porque, instigados
por Chrestos, provocaban constantes alborotos (Vidas de los Césares,
Claudio XXV). La comunidad de creyentes en Jesús se presentaba
aún a los ojos de los romanos como un grupo judío
y, por tanto, son expulsados sin distinción aquellos que
están enfrentados por su diferente opinión sobre
Jesús. Pero la distinción será más
clara cuando se identifique a aquellos que creen en Jesús
como cristianos. A ellos va dirigida una
sangrienta persecución.
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- El historiador pagano Tácito evoca el incendio de
Roma y la persecución del grupo de los creyentes (Anales,
XV 44). En él dice que Nerón era tenido por el
causante del incendio según la opinión popular.
Y así, para desviar esta voz y descargarse, dio por culpados
a unos hombres odiados por el vulgo a causa de sus excesos, llamados
comúnmente
cristianos. El texto refleja una opinión muy negativa
del pueblo sobre este grupo, al que acusa de sostener una perniciosa
superstición. El texto dice también que la cantidad
de víctimas fue numerosa. Fueron castigados al principio
los que profesaban públicamente esta religión,
y después, por denuncia de aquellos, una multitud infinita,
no tanto por el
delito del incendio que se les imputaba, como por haberles convencido
de general aborrecimiento a la raza humana.
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- Después de un crecimiento considerable en el ámbito
pagano, la fe en Jesús encuentra por primera vez una oposición
fuerte de parte del Estado romano. A partir de entonces, en virtud
de una ley neroniana cuya declaración explícita
no es segura, pero que las persecuciones posteriores dan por
supuesta, a los cristianos no es lícito existir. El crecimiento
numérico de los creyentes hace que los paganos recién
ahora comiencen a tenerlos en cuenta y a combatirlos.
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